Por: Omar Parra Rozo. Revista Hallazgos. Colombia. 15/08/2020
Este producto didáctico y estético muestra que el ser humano utiliza diversos instrumentos racionales y sensoriales para acceder o acercarse al conocimiento y al arte. Las herramientas didácticas que se trabajan y se perfeccionan al compás de los
adelantos científicos pueden y deben dar cimientos para conocer y disfrutar el juego de las líneas, las formas y los símbolos matemáticos, tanto como para interpretar y gozar una obra integral o un universo afectivo y cerebral. Un observador desprevenido, al igual que un docente, un crítico de arte o un espectador de una obra estética representa su cosmos, trata de explicarse a sí mismo como creador o como receptor. Los sentidos se agudizan frente a una pintura, de manera consciente o intuitiva.
El docente debe abrir las posibilidades infinitas que le brinda el arte, desde la apropiación misma de un lenguaje y su implementación en el aula, en un museo o en el diario vivir. Una premisa neurodidáctica puede indicar que fijarse en el mensaje integral de una pintura es tan válido en la interpretación como la selección de un detalle: una ventana. Asomarse al universo estético desde la docencia puede constituirse en la respuesta a la persona que inquiere, al estudiante o al espectador que propugna por saber, entender y sentir algo: lo mínimo que suscita una pintura, una escultura, un poema o una tonada.