Por: Juan Alberto Flores Rosales. 06/01/2016
En los espaciosos pasillos del World Trade Center, localizado en Boca del Río, ante decenas de desmañados y amontonados jornaleros traídos de los municipios aledaños bajo la amenaza de borrarlos de las listas de beneficiarios de los programas sociales, o con la promesa de ir “al mar” , una clase política mendaz, rinde pleitesía al gran tlatoani en espera de la críptica señal que indique quien será el nuevo encomendero, aunque sea por dos años.
Los búfalos en espera de la sagrada señal, buscando en el abrazo, la sonrisa desangelada del mandamás, la clave que les permita seguir pegados a la ubre del erario, sin tener que trabajar, aunque sea por dos años.
Mientras esa pantomima se desarrolla cerca del Golfo de México, en las frías baldosas de la Plaza Regina (ícono del periodismo ínclito e íntegro) de la capital del estado, cientos de jubilados, viudas, pensionados, trabajadores activos y sociedad en general escribían una hermosa página de dignidad y elevada calidad moral al plantarse –como lo anunciaron– para desnudar a un régimen falaz y mendaz que ha echado por la borda el esfuerzo, el ahorro, el tesón, el sacrificio de generaciones de veracruzanos, con su presencia y calidad moral.
Estas dos escenas pintan a la perfección los dos Veracruz que tenemos al inicio del 2016, por un lado, encerrados y atrapados en el ritual de la hipócrita sumisión, genuflexos con rostro de agudos conocedores de la polaca se encuentran los “políticos” (por llamarlos de algún modo) esperando que su Pastor, les indique a donde dirigirse, y así, sin ninguna dignidad, sumarse al “proyecto” que acarician los caciques: perpetuarse en el poder para seguir expoliando a nuestro estado. Por otro lado, en la capital, de cara a la sociedad estatal y nacional, los trabajadores activos y jubilados muestran la cruda realidad que nos agobia. Instituciones de seguridad social saqueadas, mal administradas, con los ahorros de toda una vida esfumados u ocupados en otras cuestiones menos en lo esencial: Garantizar una vejez plena, tranquila, segura, sana a quienes ya contribuyeron, aportaron, entregaron confiadamente sus centavos puntualmente. Pero al mismo tiempo nos muestran una sociedad agraviada, un pueblo desencantado, molesto, incómodo con lo sucedido, vemos un pueblo ordenado, culto, preparado, pacífico pero eso sí, decididos a tener lo que es suyo, el fruto de su trabajo.
Dos Veracruz, por un lado: el de la politiquería barata y ruin en sus enjuagues encerrados en sus juegos palaciegos, y por otro lado: el de un pueblo digno que exige justicia y que está dispuesto a actuar unificadamente para que la terrible pesadilla que asola a Veracruz, termine y termine bien.
Fotografía: radiover