Por: Carmen Sigüenza. 29/01/2025
Mahnaz Ebrahimi y Somayeh Ebrahimi son los nombres ficticios de dos jóvenes veinteañeras afganas que hacen fotografías en blanco y negro con su móvil sobre la dureza y la poesía de su vida cotidiana y quienes han podido mandar su trabajo de forma clandestina, a través de Telegram, a la galería Sura, una sala en Madrid que comparte espacio con la librería Belqís, especializada en Oriente Próximo y África.
Ahora Edith Arance, intermediaria con las artistas, editora y promotora del proyecto, ha montado la exposición Hazara: Autoficción y costumbrismo en Afganistán, un título que rinde homenaje a uno de los grupos étnicos más oprimidos y marginados del país, los hazara, pueblo que desciende de los antiguos mongoles que dominaron el territorio del denominado Ilkanato persa en el siglo XIII, explica a Efeminista la comisaria.
Dos fotógrafas afganas rompen barreras a través del arte
Mahnaz y Somayeh Ebrahimi, las dos fotógrafas afganas de etnia hazara, desafían así la falta de la libertad y las normas agónicas de los talibanes a través del arte, de la poesía existencial que ponen en sus fotografías, donde plasman su realidad cargada de dureza pero que desprenden esa belleza de la que hablaba Baudelaire ligada al infierno. Una luz en la vida cotidiana en una tarea en la que las fotógrafas no cuentan ni con el apoyo institucional ni con el familiar, porque tienen miedo de posibles represalias.
Una joven sin velo bailando en pantalones en una montaña de un paisaje rural, solo con su sombra como testigo, titulada Baila y sé feliz porque la vida es hoy, es una de las imágenes más vitales; unos pies desnudos encadenados, o unas manos inertes en un cuaderno tirado en el suelo, manchado de sangre de cabra o carnero en un montaje de autoficción, según cuenta la editora, que evocan los atentados de un colegio femenino en un barrio hazara de Kabul en 2022, cuando prohibieron a las niñas ir al colegio a partir de los once años, conforman parte de esta exposición.
“He soñado que mi patria era próspera”
Una muestra en la que también impacta la imagen desoladora de una mujer en cuclillas y encadenada y con una pintada detrás que dice “He soñado que mi patria era próspera”, o la de un niño subido a un tanque, o lo que queda de él, como herencia de la guerra con los soviéticos en medio de la nada.
Mahnaz y Somayeh Ebrahimi vivían en Kabul hasta el retorno de los talibanes al poder en 2021, y desde un lugar indeterminado, sin apenas medios técnicos y sin una cámara real, han conseguido sacar adelante un conjunto de fotografías, capturadas después de ese momento histórico y trasladar su realidad y su ficción, relata Arance, quien conoció a estas jóvenes artistas en redes sociales, donde apenas tenían seguidores.
Confluyen varios universos en la biografía de ambas fotógrafas, dice Arance. Una biografía tejida y destejida cual alfombra, así como sus nombres, una y otra vez, para ser cubierta por el velo del secreto que protege la información ofrecida al visitante.
Fotografía ‘No es justo II’.
La muestra, reflejo de la poesía, a veces dura y violenta, de la vida
“Su obra, editada y comisariada desde la galería, refleja la poesía manifiesta en la cultura y la vida del país en su devenir diario, contado en clave femenina, en su dignidad y en su violencia, llevada con la serenidad de quien apenas ha vivido un periodo de paz continuado y cimentado en el tiempo, y de quien carece de plenos derechos”, precisa.
“El juego de pseudoanonimato, con la desubicación explícita en el tiempo y el espacio, permite extrapolar sus escenas y vivencias a aquellas de cualquier mujer afgana de su edad, y de las más y menos jóvenes protagonistas de sus obras, alejadas de las ciudades y en el continuo y forzoso equilibrio entre el espacio doméstico al que se las condena y el espacio público, de la aldea o a cielo abierto, bajo la protección de la naturaleza más indómita y entre ruinas abandonadas. Son escenas de la quietud e inercia de lo cotidiano que no ocultan la violencia en ello implícita ni la verdad ancestral, lejos de la imagen de medios sedientos de noticias de impacto efímero e ilusorio”, subraya la comisaria.
Arance recuerda que encontró a Mahnaz en Instagram hace algo más de un año y que sus fotos le impactaron. “Estaba ella misma contando y escenificando cómo vivía la eliminación total de derechos tras la llegada de los talibanes al poder en agosto de 2021″.
“Su serie de niñas encadenadas y amenazadas por armas estaba autoficcionada, como ‘fotos de estudio’ en el exterior, contando lo que había supuesto para ella que prohibieran a las niñas a partir del sexto grado ir al colegio (unos 11 años)”, agrega.
Escenas dramáticas y de esperanza y júbilo
“Tiré del hilo y descubrí que su prima Somayeh también hacía fotos, de otro estilo, pero potentísimas, compenetrándose y completando en panorama junto con las de Mahnaz. No son siempre escenas dramáticas, hay esperanza y júbilo en algunas de las fotos. Al fin y al cabo, todo el mundo quiere ser feliz, le hayan tocado las circunstancias que le hayan tocado vivir”, concluye.
La muestra en la galería Sura, situada en la calle Baños de Montemayor, 7, en Madrid, estará abierta hasta el 8 de febrero, tras dos prórrogas y se pueden realizar visitas guiadas.
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Fotografía: Efeminista. ‘No es justo III’.