Por: PEPA BLANES. 23/09/2021
Hace veinte años, Diego Luna y Gael García Bernal, ganaban el Premio Marcello Mastroianni en el Festival de Venecia. Lo hacían por una de las películas que marcó a una generación y que puso en el mapa internacional a un director, Alfonso Cuarón, a dos actores jóvenes como ellos, y a toda la cinematografía mexicana. Era Y tu mamá también, una historia de dos amigos en un viaje con Maribel Verdú. De aquello han pasado dos décadas, muchos trabajos en México, España, Europa y Estados Unidos. Diego Luna ha estado hasta en el universo Star Wars. También decidió dirigir sus propias historias, Abel o Mr Pig, son algunas de ellas.
Ahora vive un momento placentero. Dice que se ha recolocado en la vida, que ha hecho un camino para entenderse a sí mismo y su concepto de familia. Usa lenguaje no binario, atiende a sus hijes mientras responde a las preguntas por su primera serie como creador, Todo va a estar bien, que ha estrenado en Netflix. Una comedia dramática sobre un divorcio de una pareja aparentemente moderna en el México actual. Pero además, Diego Luna va a recibir en unas semanas el Premio Platino de Honor.
¿Cómo surge la idea de hacer una serie sobre la familia?
Primero fue un guion para cine y no acababa de agarrar forma. Era una reflexión sobre la familia y de alguna manera siento que entonces no estaba listo para contarla. Todo lo que he hecho como director refleja el momento en el que estaba y las reflexiones que tenía, y una sobre la familia requería más tiempo, que me pasaran más cosas, para poder hacerla en el tono en que me lo propuse.
Precisamente sorprende un tono, de comedia y casi de fantasía… ¿por qué es etono complejo?
Siempre fue un tono complejo, sí. No diría que es una comedia, pero sí es un drama que tiene mucho humor y que por momentos, sobre todo por los ojos de la niña, casi tiene un tono de tintes fantásticos. Es difícil encontrar esa mezcla y eso sí me llevó tiempo. Nace de querer reflexionar sobre la familia, de esa que han ido formando mis amigas y amigos, de la que vengo y de la que yo también formé. La figura de la familia parece ya no embonar con esta modernidad que estamos viviendo.
¿Es la película más personal que has escrito porque de alguna manera tiene que ver con un cambio de estructuras sociales?
Tiene que ver con que estamos definitivamente dándonos cuenta que no todas las estructuras nos ajustan a todas y a todos, que deberíamos en términos de libertades ser libres de construir la familia en el formato que nos acomode y eso para mí es vital. De alguna forma, siento que yo obviamente con mil tropiezos y demás lo he logrado. He llegado hasta este punto feliz de estar donde estoy y de tener lo que tengo y de ser padre de quien soy padre y familia de quien soy familia. Nos corresponde cuestionarlo. Creo que también que el cine, y esto no es nuevo y no tiene que ver con nuestra generación ni mucho menos, pero yo recuerdo cómo me marcó Kramer contra Kramer.
El tema de la ruptura de pareja, de cómo sobrevivir a eso ha sido muy cinematográfico, ¿por qué sigue interesando tanto?
El tema de las despedidas, de las rupturas es un tema durísimo, dramático y por eso perfecto para el cine o la literatura. Crecemos con estas expectativas de la relación idílica, la relación que casi nos sobrevivirá a nosotros mismos y, de pronto, te das cuenta de que no nos enseñan a despedirnos, a decir adiós. No hay ninguna educación emocional al respecto y es la única certeza emocional que tenemos, carajo. Desde que nací me he dedicado a decirle adiós a gente y a cosas que he amado y sigo amando. Le dices adiós a una etapa de tu vida, a una novia, a una escuela, a una mascota, a familiares, a gente cercana, le dices adiós a unos ideales. Si es lo único que tenemos seguro en la vida, por qué no aprender a hacerlo con amor, con empatía y con respecto. En nombre del adiós nos permitimos que salga lo peor de nosotres. Siento yo que nos toca todo un trabajo en términos de educación, de no construir expectativas que nos pesen y no nos dejen disfrutar de lo que tenemos.
El personaje masculino es el más interesante por aquello de que vemos que los comportamientos machistas cuestan erradicarlos, a pesar de los cambios y la lucha del movimiento feminista…
Es brutal, cuando crees que se ha dado una buena sacudida, te das cuenta de lo profundo que es. Ese personaje fue una gran herramienta para reflexionar sobre las masculinidades, de las relaciones laborales y sentimentales y de la necesidad de crear nuevas dinámicas. Todo pasa por saber que tenemos que hacer esa reflexión y por aceptar que lo que vamos a tocar no necesariamente nos vamos a encontrar cosas que nos van a apenar muchísimo y que son confrontativas y nos toca entrarle, porque todos hemos normalizado una serie de dinámicas que no están bien y punto. Hay que partir de que hay que replanteárselas. Qué profunda pereza me da esa gente que sigue diciendo que no es momento. Es que es ya. Y cada quien con sus herramientas y la gente que les rodea. Yo tengo la maravillosa herramienta del cine y de poder hacer personajes muy lejanos a mí, pero que me permiten reflexionar sobre mi. Creo que todos depositamos en este personajes nuestras preguntas y nuestros miedos. El cambio de un chingo de miedo, sobre todo cuando las cosas han funcionado bien para ti, el miedo al cambio es egoísmo puro.
Hay una constante en tu cine de mostrar personajes con muchos claroscuros, incluso en la comedia, ¿por qué?
Me interea mucho hacer personajes que no sean intachables. Eso me pasa incluso cuando actúo, no solo cuando escribo o dirijo. Me dan mucha flojera esa cantidad de personajes intachables moralmente que tienen las credenciales para ser el héroe o la heroína de la historia, que de principio a fin hacen lo correcto. Es que esos no se parecen a mí, ni a la gente a la que admiro. Somos seres imperfectos y llenos de imperfecciones y es ahí donde sale la necesidad de mejorar y encontrar capas y capas.
Se cumplen 20 años del estreno de Y tu mamá también, la película de Alfonso Cuarón, con la que ganaste tú y Gael García Bernal -productor de esta serie- el premio Marcello Mastroianni en Venecia, una película que marcó a una generación, ¿qué ha significado para ti?
Hacía el final de la serie hay unos guiños y unos bonitos homenajes a Y tu mamá también. Es una cosa que ha ido creciendo, no solo la película, también porque muchas de las relaciones que hice ahí han sido fundamentales en mi vida. Por ende, va creciendo el significado de la película conforme pasan los años. Todo lo que pasó alrededor de esa película es imposible de terminar de definir. Fue muy importante para mucha gente y eso es recíproco. Los que la hicimos también vivimos un proceso profundamente aleccionador y divertido y difícil y riguroso en términos de trabajo. Fue muy gratificante. Pocas películas celebran sus cumpleaños, eso es una cosa muy chingona.
¿La has revisitado con esto del aniversario?
Hace buen rato que no la veo, por eso me atreví a hacerle los homenajes en la serie. Los hice pensando en esa película que quedó en mi cabeza. No la veo desde hace años y, seguramente, la veré cuando pueda verla con mis hijes, que todavía tienen que esperar para verla.
Te dan un premio Platino a toda tu carrera, ¿lo sientes como un punto de inflexión o madurez?
Es interesante la concepción de qué hace una carrera exitosa. Siempre he dicho que la gente que tiene una muy buena película ya es de una importancia supina. Un director que hace una película que te mueve, te cambia y te transforma, ya para mí es alguien que es importante. No entiendo muy bien por qué me dan el premio, pero me da muchísimo gusto. Las carreras no son de tiempo, sino de qué haces con tu tiempo. Yo empecé hace mucho tiempo, tenía seis años y ya llevo más de treinta trabajando en esto. También creo que hay una tendencia, un interés de hacerme sentir viejo, pero no lo van a conseguir.
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Fotografía: Cadenaser