Por: Roberto González Villarreal, Lucía Rivera Ferreiro, Marcelino Guerra Mendoza. 08/08/2018
El gobierno de EPN realizó las más grandes reformas neoliberales de los últimos 30 años, más profundas que las de Salinas de Gortari y los que le siguieron. A través del Pacto por México como una nueva estructura de dominación política, EPN y el PRI lograron imponer las reformas educativa, energética, de telecomunicaciones y hacendaria. Reformas, hay que decirlo, que en su momento alcanzaron una gran legitimidad parlamentaria.
Las votaciones federales de 2018 fueron algo más que un cambio en la administración pública y la representación popular. Fueron un referéndum sobre el Pacto por México y las reformas neoliberales. El triunfo de la coalición “Juntos haremos historia” fue arrasador e inobjetable. Lo que hoy se disputa es el mensaje de la victoria. Lo que significa. Lo que simboliza. Más aún: lo que mandata.
Para nosotros, la cuestión es muy clara: el mandato ciudadano es acabar con las reformas neoliberales impuestas por un régimen corrupto. Lo que se juega, entonces, es la construcción de un nuevo régimen democrático y la construcción de un programa anti-neoliberal.
Pero no todos lo ven así. De hecho, en todos los campos del gobierno se enfrentan quienes pretenden parchar las reformas y quienes plantean construir programas democráticos y populares.
Esto sucederá en todo: desde las cuestiones relacionadas con la hacienda pública, hasta las relaciones exteriores, la presentación con vida de los desaparecidos, las relaciones laborales, las cuestiones socioambientales, de procuración de justicia, del régimen político y, también, de manera sobresaliente, las relativas a la educación.
La educativa, hay que recordarlo, fue la primera y la más importante de las reformas estructurales. También la más conflictiva, sin duda alguna. Durante más de cinco años, se han sucedido protestas, paros y manifestaciones en su contra. En TODO el territorio nacional, por múltiples colectivos magisteriales, no sólo los de tradición crítica y combativa, como la CNTE. En este tiempo han aparecido, se han reactivado, coaligado, formado, relacionado decenas de nuevos contingentes en lucha.
En educación, el destino de la reforma copa la discusión y nubla la vista. Se trata de uno de los aspectos fundamentales, no cabe duda. Sin embargo, hay que anotar que no es el único, que cuestiones relacionadas con la educación superior, inicial, ciencia y tecnología, entre otras, forman parte de una política general. Esa es la discusión de fondo. La reforma educativa no alcanzó a implementarse, pero tenía unidad estratégica y conceptual: el neoliberalismo. ¿Hay algo distinto en el panorama crítico y alterativo en México?
Nos tememos que no. Es una responsabilidad histórica de las resistencias actuar siempre a la zaga del Estado y de las clases dirigentes. En todos lados, desde el magisterio hasta la academia, los intelectuales y la población. No es casual que la reforma se impusiera en conveniencia con los organismos empresariales, los medios de comunicación y los think tanks de la derecha y de la pseudoizquierda.
No hubo nada del lado crítico, con las excepciones del caso. Pero hasta el día de hoy siguen detrás de la reforma, a la zaga de sus concepciones y de sus dificultades de implementación. ¡Nada nuevo! ¡Por eso estamos como estamos!
La movilización electoral del 1 de julio y el cambio de gobierno son una oportunidad para que se desaten los nudos gordianos de la subordinación cognitiva y epistemológica en la que estamos sumidos; faltará ver si se exige y se actúa en consecuencia; por lo pronto, van algunas cuestiones que nos parece indispensable plantear:
- La reforma educativa debe ser puesta a discusión, en sus fundamentos, en su problematización y concepción, no sólo en las dificultades de implementación.
- La reforma educativa no se reduce a la evaluación de desempeño; es un conjunto en proceso, un complejo articulado de conceptos, leyes, programas, instituciones y organismo, cuyo objetivo último es la recomposición neoliberal del Sistema Educativo Nacional.
- Los daños causados por la reforma educativa, en vidas, despidos, procesos judiciales, castigos administrativos, pagos pendientes, conculcación de derechos, deben ser atendidos en un Programa Inmediato de Reparaciones al Magisterio.
- Ante los resultados en las urnas, los programas de la reforma educativa están en cuestión, por tanto no tiene sentido iniciar el Nuevo Modelo Educativo, que es un dardo envenenado del gobierno anterior. Desconectar todos los programas, desenchufarlos, es la táctica adecuada en los momentos de transición y reflexión colectiva.
- Cinco años de resistencias han dejado muchas lecciones, es necesario reconocerlas, enunciarlas, compartirlas, para RECOMPONER LAS FUERZAS MAGISTERIALES Y POPULARES en una estrategia ofensiva; no para derrotar a la reforma, eso ya se realizó el 1 de julio, sino para crear un nuevo SEN e impedir que lo que sacamos en las urnas regrese en las técnicas y los saberes de una política restauradora y/o funcional, comandada por Esteban Moctezuma y demás personeros del cártel de la reforma en el gobierno de la IV Transformación que sería entonces la IV Restauración.
- Hay que pensar que el ciclo de las reformas educativas de los noventa hasta la fecha ya terminó. La última ha sido la más compleja e integral: trató de reconfigurar el SEN sobre bases neoliberales. ¡El sistema!, no sólo el currículo, los contenidos o las contrataciones; sino el sistema, es decir, el modo en que se producen las subjetividades en la producción y transmisión de valores, conocimientos, actitudes y conocimientos.
- Los sistemas educativos se construyeron en la escolarización, fue la escuela el centro de producción de subjetividades normalizadas; ahora, en el capitalismo cognitivo y la producción biopolítica. Será necesario cuestionar la primacía de la escolarización y adecuarla a los procesos contemporáneos de la multiplicidad de fuentes educativas y la producción reticular.
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