Por: Luis Diego Fernández. 19/11/2024
En Ciencia intensiva y filosofía virtual (Tinta Limón Ediciones y Editorial Hiperstición), el filósofo mexicano radicado en Nueva York Manuel DeLanda encara el desafío de presentar una mirada original de la filosofía de Gilles Deleuze en diálogo con la tradición analítica y la filosofía de la ciencia. Antes que nada, el autor aclara lo siguiente: “no me ocuparé de las palabras de Deleuze sino del mundo de Deleuze”. Tomando este principio como articulador de su texto, es que podemos leer en los cuatro capítulos que lo conforman el abordaje sobre aspectos tan complejos como centrales de la epistemología deleuziana, a saber: la multiplicidad, la virtualidad en el espacio, el tiempo y las leyes de la física. Es sustancial, además, agregar que un apéndice final opera como una suerte de glosario deleuziano más que necesario ya que el filósofo francés a menudo cambia la terminología en cada libro, pero sin embargo mantiene los mismos conceptos bajo diferentes nombres. En este aspecto el aporte de DeLanda es significativo para poder comprender el mapa conceptual de Deleuze presente de Diferencia y repetición (1968) a Mil mesetas (1980).Manuel DeLanda. Foto: Gabriel Donoso
Respecto de la noción de “multiplicidad”, DeLanda sostiene que este concepto vertebral en la ontología de Deleuze parte de una apropiación que ha hecho el filósofo francés de la matemática, en tanto no es posible pensar la multiplicidad en su registro sino a partir de la “variedad” como aquel término que designa un espacio geométrico con determinadas características. En consecuencia, una multiplicidad será un conjunto de campos vectoriales anidados y relacionados entre sí que nunca se actualizan plenamente. Por tanto, no será posible pensar la multiplicidad sin otro concepto protagónico del libro de DeLanda: lo virtual. Es aquí importante subrayar que lo virtual no se opondrá, según Deleuze, a lo real sino a la actual, en tanto lo virtual es real pero aún no se ha actualizado, no se ha desplegado.
Subsiguientemente, se torna imperioso para DeLanda, pensar lo virtual para dimensionar la epistemología deleuziana con claridad. Ahora bien, para ello será fundamental evitar cuatro categorías según Deleuze: la semejanza, la identidad, la analogía y la oposición. No negar que haya objetos en la realidad que sean semejantes o idénticos, sino pensar que las semejanzas o identidades son más bien resultados de procesos físicos y no categorías fundamentales en las que basar una ontología. De igual manera, para Deleuze, la individuación, debe ser observada como el efecto o la cristalización de un proceso más que una sustancia cerrada sobre sí.
En los tres capítulos en los cuales analiza con detenimiento lo virtual, DeLanda lo hace en relación con el espacio, el tiempo y las leyes de la física. El “mundo de Deleuze”, sostiene el autor, debe ser pensado a partir de tres nociones: lo virtual, lo intensivo y lo actual. Por intensivo, habrá que comprender según el autor mexicano, “la idea de que el proceso se disfraza detrás de su producto”, vale decir, la individuación oculta diferencias de intensidad tras la unidad de la identidad, por ejemplo, el grado de temperatura del agua y la presión son diferencias intensivas, positivas y productivas que se ocultan en favor de la identidad de la sustancia “agua”. Lo que DeLanda saca a la luz es el ensamble de propiedades que articulan un proceso heterogéneo y lo reducen a la mera identidad que opaca las diferencias constitutivas. Si la filosofía de Deleuze es una filosofía de la diferencia, lo es en un sentido afirmativo radical, es decir, en tanto la concibe como un devenir de singularidades que no cesa al interior de un acontecimiento o un plano de inmanencia.
La temporalidad en relación con lo virtual adquiere, según marca DeLanda leyendo a Deleuze, dos posibles concepciones: un tiempo extensivo (el Cronos) entendido como un presente constante y lineal que contrae el pasado y el futuro en la presencialidad viva, y un tiempo intensivo (el Aión) que funciona como una suerte de simultaneidad de temporalidades pasibles de actualizarse en cualquier momento. De igual manera, DeLanda pensará las leyes físicas como la causalidad en un marco histórico que permite, siguiendo la ontología deleuziana, una historia actual y otra virtual pero que ambas son reales.
Ciencia intensiva y filosofía virtual, en definitiva, despliega la filosofía de Gilles Deleuze enlazando y explicando los diferentes términos del vocabulario deleuziano que refieren a los mismos conceptos y que DeLanda pone a disposición del lector. Quizá la categoría que aplicaba Deleuze de “literatura menor” para aquellos escritores que inventaban nuevas formas lexicales al interior de lenguas hegemónicas, tal vez se aplique al propio filósofo en el marco científico y podamos decir que con DeLandala epistemología deleuziana inventa una “ciencia menor” por lo creadora y libre.
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Fotografía: Clarin