Por: Elena Ledda. 08/02/2023
En la comunidad más poblada de España las feministas resisten a pesar de medidas conservadoras y recortes en la financiación
Un mediodía lluvioso y cálido de noviembre, la Casa Grande del Pumarejo, gestionada por el vecindario del barrio homónimo de la ciudad de Sevilla, es un hervidero de gente. El edificio es la sede de la asociación Mujeres Supervivientes de Violencias de Género, integrada sobre todo por personas migrantes, y de una veintena de otras entidades.
En la radio suena “Clandestino”, cantada por una voz femenina acompañada de palmadas al más puro estilo flamenco. Entre otras están Soda Sokhna con su prima, que acaba de llegar de Senegal y necesita alguien que le enseñe castellano, y María Luisa Sánchez, refugiada hondureña que se acaba de quedar sin trabajo como cuidadora y ha decidido entrar “para ver en qué puedo ayudar, en qué me pueden ayudar, y estar en grupo”.
También están quienes buscan comida caliente en el comedor social que la entidad organiza dos veces a la semana y que desaparece en un abrir y cerrar de ojos.
Mujeres Supervivientes es una de las 78 asociaciones andaluzas dedicadas a erradicar la violencia de género que se quedaron sin recursos públicos de un día para otro en 2019. El Instituto Andaluz de la Mujer (IAM) de la Junta (gobierno autonómico) dejó sin financiación a unas 240 entidades.
El IAM llevaba otorgando esa subvención desde 2016 a entidades que trabajan para erradicar la violencia de género, promueven la igualdad o luchan contra la exclusión social de las mujeres, con un presupuesto total de cuatro millones de euros. La decisión se debió a un cambio de criterios de evaluación de último minuto.
Ese fue el resultado más sonado de los primeros acuerdos con el partido de ultraderecha Vox, apoyo externo clave para que el derechista PP y el centroderechista Ciudadanos expulsaran después de 36 años al Partido Socialista Obrero Español (PSOE) del gobierno de Andalucía, la comunidad autónoma que más legisladores aporta al congreso de los diputados.
En 2018 y por primera vez en España Vox había conseguido 12 diputados en el parlamento andaluz.
Como otros partidos de ultraderecha, incluidos sus aliados en Italia y Hungría, Vox tiene actitudes reaccionarias hacia las mujeres, está obsesionado con las nociones tradicionales de familia (hombre, mujer e hijos) y está en contra del aborto y de las políticas miradas a combatir la violencia de género, argumentando que la violencia no tiene género.
Vivienda de apoyo a mujeres cerrada
Mujeres Supervivientes aguantó gracias al trabajo voluntario y al apoyo de las vecinas del barrio, pero otros grupos, a los que Vox despectivamente llama “chiringuitos feministas”, tuvieron que abandonar sus proyectos.
La asociación Aprende a Vivir (cerca de Cádiz) se dedica a prevención y tratamiento de la drogodependencia y perdió la casa que ofrecía a las mujeres como alojamiento temporal gratuito al comienzo del proceso de desintoxicación.
“Algunas mujeres se fueron a su casa, otras a centros ambulatorios públicos y algunas acabaron en la calle”, explica su presidenta Ángeles Moreno.
María*, enfermera de 35 años, vivió 11 meses en la vivienda tras una década de consumo de drogas, violencia de su entonces pareja y un intento de suicidio. “Me he recuperado gracias a esa vivienda”, dice por zoom sentada en la cocina de su casa, mientras se escucha de fondo el canto de su canario.
“A las mujeres con adicciones se nos juzga más que a los hombres y es más complicado dar el paso para salir; si lo das y te encuentras con políticas que no creen en ello, te quedas sin un sitio donde recuperarte aunque no tengas dinero”, dice.
En febrero de 2020, más de 150 organizaciones sociales y de mujeres de Andalucía salieron a la calle para protestar contra el “ataque frontal a los derechos humanos” que suponía el cambio de planes “repentino” de la Junta.
Algunas, como Aprende a Vivir, también presentaron recursos de reposición, pero estos fueron desestimados. “La Junta no ha vuelto a convocar subvenciones de las que nos podríamos beneficiar y ha endurecido los requisitos para pedirlas, así que hemos desistido: se ha instaurado el desánimo”, dice Moreno.
Otras iniciativas de Vox
Vox también consiguió que el PP pusiera en marcha en 2020 un teléfono de información sobre violencia intrafamiliar o doméstica, concepto que opone constantemente al de violencia machista.
Durante el primer año de funcionamiento, el 81,5% de las llamadas a este servicio se transfirieron a otros ya existentes, como el de atención a personas mayores y el de infancia, según datos obtenidos por el medio español Maldita.es. Desde que comenzó, en octubre de 2020 y hasta el 18 de noviembre de 2022, según datos de la Junta esta línea recibió 1.421 llamadas, mientras solo en 2021 el teléfono andaluz de información a la mujer recibió casi 40.000.
Aunque el PP ya no necesita a Vox para gobernar, pues en 2022 obtuvo mayoría absoluta, en el presupuesto para 2023 ha mantenido el teléfono, así como una línea presupuestal de 1 millón de euros para el “apoyo a la natalidad”, incluida por primera vez en 2021 tras un acuerdo con Vox, con el fin de “ayudar a las mujeres embarazadas”.
En noviembre de 2022 Vox presentó en el parlamento andaluz una propuesta de resolución que reclamaba, entre otros puntos, sustituir la ley de violencia de género por una de violencia doméstica “para todos los españoles”, eliminar las partidas presupuestarias para las “políticas de género”, excluir de los programas educativos la “ideología de género”, cerrar el Instituto Andaluz de la Mujer y expulsar inmediatamente “a todos los inmigrantes ilegales”.
Solo dos puntos fueron aprobados, gracias a los votos del PP: uno que reclamaba la puesta en marcha de “medidas que protejan a la familia de cualquier tipo de violencia” y otro que condenaba la conocida como ‘ley del solo sí es sí’, promulgada por el gobierno de España en verano de 2022 y que considera delito los actos sexuales no consentidos.
“El PP podía haber rechazado de manera contundente una iniciativa machista, racista, que no aportaba nada y atacaba los derechos básicos, pero por ir en contra del gobierno de España [encabezado por el PSOE] y por hablar de las familias, ha votado una parte”, dice Mercedes Gámez, secretaria de Igualdad del PSOE de Andalucía.
Vox, el PP y la Junta de Andalucía no contestaron los pedidos de entrevista de openDemocracy.
Xenofobia normalizada
Para Mujeres Supervivientes, hubo otras consecuencias de la llegada de la extrema derecha a Andalucía. “Hasta en tres ocasiones pasaron delante de nuestra sede vehículos con gente gritándonos ‘sudacas de mierda, iros a vuestro país’; una vez rompieron un cristal con una piedra, y nos pintaron esvásticas”, cuenta la historiadora mexicana Antonia Ávalos, que llegó a España en 2008 huyendo de la violencia machista y fundó la asociación en 2013.
“Justo cuando entra Vox en Andalucía se pierde el pudor a decir lo que hasta entonces era políticamente incorrecto, como referirse de manera racista a las personas migrantes o racializadas”, agrega.
Sandra Heredia, activista gitana y concejala por el partido de izquierda Adelante Andalucía en Sevilla, observa que el racismo en las calles “ya existía, pero no tenía un partido que tuviera voz en el parlamento. La consecuencia de que lo tenga es que ahora se permiten discursos de odio dentro de las instituciones”.
La socióloga Julia Espinosa, especializada en igualdad de género y derecha populista radical, sostiene que la cuestión del género «es fundamental para Vox para definirse como quien defiende los valores tradicionales del español medio, y es una respuesta al movimiento feminista; para ellos, si en España existe la problemática de género es de las mujeres musulmanas, y esto les sirve para construir un electorado en base a una idea esencialista de lo que es ser español”.
Andalucía fue una región pionera en España en materia de políticas de igualdad de género, y cuenta desde 2014 con una ley de derechos para las personas trans, mientras que una norma similar para todo el estado español fue aprobada por el congreso solo a finales de 2022 y tras meses de amargos debates.
“El problema es que el PSOE no ha hecho ejercicio de mostrar los resultados de los avances en igualdad, y Vox lo ha aprovechado para decir que se está invirtiendo dinero en tonterías”, dice Espinosa.
En enero de 2019, coincidiendo con el debate de investidura del presidente Juan Manuel Moreno, miles de personas, convocadas por grupos de mujeres y feministas, rodearon el parlamento bajo el lema «Ni un paso atrás en igualdad”. Sin embargo, según todas las fuentes consultadas no ha habido una respuesta común de los movimientos feministas andaluces a la extrema derecha.
Según la experta Espinosa, esto se explica en parte por el distanciamiento entre los grupos feministas de base y las instituciones públicas. “Una gran parte del feminismo no entra en la política ‘mainstream’ y se articula en la calle”, dice.
Mensaje de Vox penetra entre jóvenes
A primera hora de la tarde, cuando el comedor social de Mujeres Supervivientes ya ha cerrado, Ávalos sigue atendiendo visitantes, esta vez un grupito de estudiantes que contemplan el típico patio andaluz, repleto de plantas y en decadencia.
Rodrigo*, sevillano de 16 años, dice sobre feminismos: “En la calle hay frases muy fuertes que ponen al hombre como una figura totalmente mala”.
El último Barómetro Juventud y Género del Centro Reina Sofía señala que entre 2019 y 2021 se duplicó – pasó de 11,9% a 20% – la proporción de varones de 15 a 29 años que afirman que la violencia de género es un “invento ideológico”.
La periodista Isabel Morillo ha cubierto los mítines políticos de Vox en Andalucía en numerosas ocasiones: “Es alucinante la cantidad de gente joven que va, es una moda”, dice.
Otra periodista, Nuria Alabao, especializada en feminismos, al referirse al contexto nacional destaca: “Las personas jóvenes están identificando las posiciones antifeministas como antisistema, de resistencia con respecto a lo que identifican con el poder”.
Juan Antonio González, profesor en un instituto de Sevilla y coordinador de su departamento de convivencia, igualdad y coeducación, ha notado un aumento en las “actitudes contestatarias” en los talleres que organiza. “Estamos discutiendo de cosas que parecían superadas, como que el control en las relaciones es una forma de violencia, y estamos notando más agresiones, sobre todo entre los más pequeños”.
Para muchas de las activistas consultadas, la respuesta a la extrema derecha está en el trabajo de cada día.
“Resistimos con espacios como este, apoyándonos ante una denuncia, un desahucio o lo que sea”, dice Silvia Talavera, sevillana de 22 años y voluntaria en Mujeres Supervivientes.
Al caer la tarde, la Casa Grande del Pumarejo se ha vaciado de visitantes, pero ella y otras voluntarias todavía tienen trabajo. Llegan dos chicas de Irán que quieren visibilizar la lucha de sus hermanas en su país. Y luego, Talavera y otras compañeras seguirán trabajando en un fanzine, La Tribu, porque “queremos seguir creando espacios donde compartir saberes y sentires”.
*Algunos nombres han sido cambiados
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Fotografía: Open democracy