Por: Paula Durán. The New York Times. 03/10/2016
El domingo los colombianos rechazaron el acuerdo de paz logrado entre el gobierno y la guerrilla de las Farc tras cuatro años de negociaciones, una decisión que sume a Colombia en una gran incertidumbre sobre el futuro del conflicto armado de mayor duración en el continente.
Los resultados estuvieron muy reñidos, pero solo el 37 por ciento del censo electoral salió a votar, según el organismo electoral. Mientras el 49,76 por ciento votó por el Sí, el 50,23 por ciento votó por el No. La diferencia entre ambas posturas fue de aproximadamente 60.000 votos.
El plebiscito reveló claramente la fuerte polarización en el país, pero el resultado pareció tomar por sorpresa a muchos, pues los últimos sondeos le daban la victoria al Sí.
En Bogotá, los ciudadanos salieron a votar a pesar de la lluvia, a pesar de que el tema en cuestión incluso logró dividir familias.
Carlos Gallón, un ingeniero de 42 años, dijo que apoyaría el acuerdo de paz a pesar de las objeciones de su esposa, María Fernanda González.
“Yo entiendo ella por qué vota No”, dijo Gallón. “Pero tenemos que tratar algo distinto a 50 años de guerra”.
En una alocución presidencial, Juan Manuel Santos aceptó el resultado y afirmó que le dio la instrucción a los negociadores Humberto de la Calle y Sergio Jaramillo de viajar mañana mismo a La Habana para mantener informada a la delegación de las Farc sobre los próximos pasos. Explicó que por el momento, el cese al fuego bilateral entre su gobierno y la guerrilla se mantiene vigente.
Por último, dijo que convocará a todas las fuerzas políticas, incluidas aquellas inclinadas por el No, a un diálogo nacional en los próximos días.
“No me rendiré”, dijo Santos sobre su búsqueda por la paz, porque “ese es el camino para dejarle un mejor país a nuestros hijos”.
Colombia vive incertidumbre tras plebiscito por la paz
El líder de las Farc, Rodrigo Londoño, también conocido como Timochenko, afirmó que las Farc “lamentan profundamente que el poder destructivo de los que siembran odio y rencor haya influido en la opinión de la población colombiana”.
También añadió: “Al pueblo colombiano que sueña con la paz, que cuente con nosotros. La paz triunfará!”
Tanto el gobierno como las Farc ya habían dicho que no estaban dispuestos a renegociar en caso de que ganara el No.
El plebiscito, si bien no era legalmente necesario para implementar el acuerdo, fue una decisión del presidente Santos para que el proceso contara con más legitimidad. También era cumplir una promesa, pues desde el día que anunció que se daría inicio a las conversaciones de La Habana, Santos dijo que serían los colombianos los que tendrían la última palabra.
Según los negociadores, el acuerdo final era una hoja de ruta para que los integrantes de la guerrilla más antigua del continente dejen las armas y se reintegren a la vida civil. El documento traza una reforma rural integral, una apertura democrática que abre la posibilidad de nuevos partidos políticos, una estrategia de sustitución de cultivos ilícitos y un sistema de reparación y justicia.
Mientras se reintegren a la sociedad, los guerrilleros también recibirían un apoyo económico. Por último, el acuerdo crea una jurisdicción especial de paz que otorgará amnistías e indultos por delitos políticos y conexos. La amnistía no incluye delitos de lesa humanidad, genocidios, toma de rehenes o crímenes de guerra.
Quienes apoyaban el No, en especial el expresidente Álvaro Uribe y su partido Centro Democrático, dicen que buscarían volver a la mesa con las Farc para renegociar ciertos puntos y lograr compromisos más concretos.
En una breve declaración desde Rionegro, Antioquia, un bastión del No, Uribe afirmó que quería “aportar a un gran pacto nacional”. También dijo: “Colombianos, corrijamos. La democracia en nuestra patria ha sido superior a toda la presión oficial del Sí”. Se mostró dispuesto al diálogo.
Días antes, en una breve entrevista con The New York Times durante la campaña antes del plebiscito, el expresidente de Colombia, ahora senador, dijo que buscaba “un país que respete la ley, y este acuerdo premia a los criminales”.
Al parecer la mayoría comparte ese sentimiento.
María Fernanda González, la esposa de Carlos, que trabaja como gerente en una compañía de telecomunicaciones, dijo que ella sí quería la paz pero no podía confiar en las Farc.
“¿Por qué no entregaron sus armas y le dijeron al mundo qué había pasado con la gente que secuestraron como un gesto durante las conversaciones?”, se preguntó.
Fuente: http://www.nytimes.com/es/2016/10/02/colombia-acuerdo-de-paz-farc-no/
Fotografía: nola