Por: Victor Ortega. 08/072025
Entre 1967 y 1969, la revista Invariance trató el problema de la periodización. El objetivo de la periodización es la captura de la especificidad de la época, la comprensión de aquellos aspectos que la hacen diferente de otras, y todo lo que esa especificidad plantea a la lucha de clases de su tiempo.
A través del estudio de El Capital, los Grundrisse, el Urtext y el Capítulo VI (inédito) de Karl Marx, Jacques Camatte, integrante de Invariance, buscó la comprensión de la periodización a través de la categoría de subsunción. Camatte quería entender el capital como un todo más allá de la fuerza de trabajo.
En ¿Quién teme a Jacques Camatte? (2020), Federico Corriente, comentando el Capítulo VI (inédito), nos dice:
[…] Lo que está diciendo Marx no es que haya una distinción temporal estricta entre plusvalía absoluta y plusvalía relativa, sino que una vez que la plusvalía relativa se convierte en forma dominante a escala mundial, sirve también de base para que se introduzca la plusvalía absoluta en otros sectores que hasta entonces no había penetrado. La relación es compleja; no es una cuestión simple de primero una cosa y luego la otra.
[…] La subsunción formal –que precede históricamente a la subsunción real- supone el sometimiento de los procesos de trabajo preexistentes a la autoridad del capital. Aquí las modalidades fundamentales de extracción de plusvalor son la prolongación de la jornada laboral, la intensificación del proceso de trabajo y la contratación de más mano de obra, en lugar, por ejemplo, de introducir maquinaria nueva para aumentar la productividad. Esto es lo que Marx denomina plusvalor absoluto. El recurso esencial, por tanto, consiste en incrementar la utilización del capital variable, es decir, la fuerza de trabajo.
La extracción de lo que Marx denomina plusvalor relativo –el principio «activo» de la subsunción real del trabajo por el capital-, en cambio, permite al capital aumentar la productividad del trabajo sin prolongar la jornada de laboral e incluso abreviándola, acudiendo a la aplicación de la ciencia y la innovación tecnológica. La generalización de la extracción de plusvalor relativo, sin embargo, acarrea transformaciones ulteriores de la sociedad que van mucho más allá del ámbito del proceso de producción inmediato.
Por un lado, la disminución de la proporción de capital variable en relación con el capital constante (maquinaria, etc.) reduce la «centralidad» social de la clase trabajadora; por otro, al apoderarse de las ramas de la producción que producen las mercancías imprescindibles para la reproducción de la fuerza de trabajo –con el fin de reducir el valor de dichas mercancías-, el capital incorpora a su propio ciclo la reproducción social de los trabajadores, lo que convierte, a su vez, la defensa de la condición proletaria en un momento de la reproducción de las relaciones sociales capitalistas.
A continuación, en el transcurso de su estudio, Camatte procede a justificar la periodización que está introduciendo, diciendo, por ejemplo, lo siguiente:
«[…] el capital no puede contentarse con dominar en el interior del proceso de producción; tiene que apoderarse del antiguo proceso de circulación y hacerlo suyo […]; esto impone, a su vez, la transformación de los medios de transporte. […] Ya no puede conformarse con el Estado como auxiliar; hace falta que éste se convierta en un Estado capitalista, en una empresa capitalista. Esto significa que el capital tiene que trastornar todas las presuposiciones sociales, capitalizarlas todas. Esto es lo que hemos expuesto en las páginas precedentes mostrando la dominación real del capital; sin embargo, habíamos omitido precisar que, al hacerlo, extendíamos el campo de los conceptos de K. Marx –basándonos en su obra- de la fábrica a la sociedad.» (Capital y Gemeinwesen)
Así pues, el propio Camatte advierte que la periodización histórica es cosa suya; está apoyada en la labor previa de Marx, pero el asume la responsabilidad de esta periodización.
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Una de las consecuencias de la subsunción real es la reducción de la centralidad social de la clase trabajadora, su incorporación a la reproducción social del capital, lo que implica que toda la teoría comunista que planteaba la necesidad de la toma del poder político del proletariado para realizar la revolución social haya quedado históricamente obsoleta. Al “salir” de la fábrica y expandirse por toda la sociedad, el dominio del capital –su subsunción real– encuentra a la clase del trabajo extendiendo su revuelta a toda la reproducción social.
En 2015 la revista Théorie Communiste publicó Mayo ’68, año teórico: de la ultraizquierda a la teoría de la comunización, ahí, leemos:
[…] La revolución sólo podía ser la negación de la condición obrera, pero ésta hubo que buscarla, no en la relación entre proletariado y capital, sino en la universalidad de la alienación. Alienación universal, y por tanto humana, que se justificaba a sí misma mediante la impugnación de los estilos de vida impuestos, del consumo, de todos los «roles». Esta revuelta contra la condición obrera, que se prolongó más allá del proceso de trabajo, produjo su razón de ser fuera de sí misma.
[…]A lo largo del período de finales de la década de los sesenta y principios de los setenta, en Francia, Italia y otros lugares, el cuestionamiento de la afirmación del proletariado y de la revolución como afirmación emancipación del trabajo no fue más que una determinación interna de esa afirmación y de esa emancipación. El movimiento siguió siendo programático, y su cuestionamiento también.
Lo que está en juego en la comprensión de ese período es actual y es doble: lo que llego a su fin fue una fase específica de la lucha de clases, no unas prácticas eternamente adecuadas a lo que es el comunismo, pero coyunturalmente inconclusas. Las contradicciones que el programatismo desarrolla a partir de sí mismo no suponen el fin de la lucha de clases ni de la revolución como práctica de clase.
[…]en la actualidad, en cada una de sus luchas el proletariado ve objetivarse su existencia como clase en la reproducción del capital como algo ajeno a él y que puede verse llevado a poner en tela de juicio en el curso de su lucha. En el seno de la actividad del proletariado, ser una clase se convierte en una imposibilidad externa objetivada en el capital. Ser una clase se transforma en el obstáculo que su lucha como clase tiene que franquear…