Por: Arturo Méndez. La Izquierda Diario. 14/09/2017
Se cumplen cuatro años del brutal desalojo policial del plantón magisterial en el Zócalo capitalino. Era el 13 de septiembre del 2013 y en el país se desarrollaba la insurgencia magisterial contra la reforma educativa. Aquí un breve recuento de esa gesta.
Con la promulgación de la reforma educativa por Peña Nieto el 25 de febrero de 2013, los maestros de Guerrero comienzan un paro indefinido de labores, que avanza hacia la conformación del Movimiento Popular Guerrerense. Sin embargo, la política de la CETEG de confianza en el gobierno de Ángel Aguirre, el PRD y el Congreso local, terminará llevando al movimiento a un callejón sin salida.
Pero la lucha iniciada en Guerrero se extenderá, a partir de abril, a otros estados, con importantes muestras de repudio a la burocracia charra del SNTE, cómplice de la reforma.
Con este impulso, el Primero de Mayo de ese año será multitudinario en la capital del país y varios estados. Ese día se instala un plantón magisterial en la Plaza Tolsá, en el centro de la Ciudad de México, que 7 días después se trasladaría al Zócalo capitalino.
Justo finalizando el ciclo escolar 2012-2013, con el empuje de los meses previos los compañeros de Chiapas se anotan un importante triunfo cuando, el 5 de julio, tras enfrentar las maniobras de los charros y la represión gubernamental, el Bloque Democrático conquista la secretaría general y la mayoría de las carteras de la Sección 7, consolidando un nuevo bastión de la CNTE para la lucha contra la reforma educativa. Con esta posición ganada, la Coordinadora llama al magisterio a fortalecer durante las vacaciones el plantón nacional en el Zócalo de la Ciudad de México.
La insurgencia magisterial
Tras las vacaciones, el ciclo escolar 2013-2014 comenzaría con paros magisteriales en Oaxaca y Chiapas. Durante los siguientes meses, cientos de miles de trabajadoras y trabajadores de la educación del SNTE y numerosos sindicatos estatales, con la CNTE como principal referente y diversas organizaciones disidentes más, saldríamos a movilizarnos por todo el país, llevando a cabo prácticamente todos los días las más variadas formas de lucha, incluyendo paros de 24 o 48 horas e indefinidos, todas bajo una consigna central: la abrogación de la reforma educativa.
Desde el 19 de agosto y en adelante, arriban a la Ciudad de México numerosos contingentes magisteriales de distintos estados (principalmente oaxaqueños), haciendo crecer el plantón del Zócalo hasta desbordarlo. Ese mes, se suman al paro indefinido Quintana Roo y Chiapas.
El 1° de septiembre, fuertemente resguardados por la policía capitalina, que impide el paso a una inmensa movilización magisterial, los diputados federales aprueban en San Lázaro la Ley General del Servicio Profesional Docente (LGSPD), la más lesiva para los derechos laborales de los trabajadores de la educación. Frente a ello, la CNTE lanza el llamado nacional a la insurgencia magisterial.
En respuesta, el movimiento alcanzaría una extensión nacional, sumándose en septiembre Veracruz y Campeche al paro indefinido. Zacatecas lo haría en Octubre.
El martes 10 de septiembre Peña Nieto firma los decretos de las 3 leyes secundarias -mismas que entrarían en vigor a partir del 12- con el beneplácito de empresarios, partidos patronales y los charros del SNTE.
El 11, en la Ciudad de México dos marchas multitudinarias confluimos en Los Pinos; allí, ante la cerrazón de las autoridades, se toma la decisión de bloquear el Periférico y Circuito Interior, lo cual es impedido por granaderos, produciéndose entonces –y más tarde de regreso al plantón- los primeros enfrentamientos con la policía capitalina. Luego de semanas de posar de “democrático”, el gobierno de Mancera mostraba así su verdadero rostro represor.
El desalojo y la respuesta magisterial, estudiantil y popular
A casi un mes de volverse masivo, el plantón del Zócalo de la Ciudad de México se había convertido en símbolo de la unidad del magisterio en lucha, punto de encuentro entre los diversos contingentes del país y punto de partida de las movilizaciones prácticamente diarias en la capital, toda una piedra en el zapato para los gobiernos federal y del -entonces- DF que, de cara a las celebraciones por el aniversario de la independencia, y con una rabiosa campaña de satanización en los medios, preparaban el camino de la represión.
El brutal desalojo se produce el 13 de septiembre, cuando con tanquetas hidrantes y helicópteros sobrevolando el Zócalo, miles de policías federales y granaderos del GDF armados con toletes, escudos y gases lacrimógenos avanzan sobre la Plaza de la Constitución, enfrentando en su camino a los sectores que permanecen en resistencia y extendiendo después la represión contra la población solidaria en los alrededores.
La respuesta en apoyo al magisterio no se hace esperar, y a medida que se va difundiendo la noticia se producen en el DF bloqueos estudiantiles en Insurgentes Sur (UNAM), la avenida Aquiles Serdán (ENSM) y Periférico Sur (ENAH), mientras trabajadores de la educación, normalistas y organizaciones populares realizan cierres carreteros, marchas y otras acciones en distintos estados. Aquella noche y los siguientes días, poco a poco comienza a instalarse el nuevo plantón docente en el Monumento a la Revolución, suscitando grandes muestras de solidaridad popular.
Pero el momento represivo no había terminado, y la madrugada del sábado 14 la policía estatal desaloja con lujo de violencia el plantón de la plaza Lerdo, en Xalapa, profundizando el encono magisterial y popular. En adelante se desarrollan importantes manifestaciones en varios estados en las que, junto al repudio a la represión, se mantiene viva la exigencia de abrogación de la reforma educativa (y ahora también de sus leyes secundarias).
El 15 de septiembre se lleva a cabo en la Ciudad de México una gran marcha de maestros junto a extensos contingentes estudiantiles, populares y sectores de trabajadores como el SME, expresándose la amplia solidaridad conquistada por el magisterio, que arriba a la plaza del Monumento a la Revolución, desde donde se da el grito de la resistencia, convirtiéndose aquello en un verdadero festejo popular. Tras la represión, el movimiento magisterial cobraba nuevas fuerzas.
Los primeros días de octubre son de fuerte represión en el DF: el 1° durante el tercer bloqueo magisterial al aeropuerto, en donde se producen nuevos enfrentamientos con granaderos; y el 2 durante la tradicional marcha (de decenas de miles), con violentas arremetidas policiacas –tolete en mano- contra estudiantes y ciudadanos.
Durante octubre el movimiento continúa desarrollándose de manera importante en numerosos estados. Ese mes, Zacatecas se va al paro indefinido.
Sin embargo, a pesar del refuerzo en el Monumento a la Revolución por contingentes de Veracruz, Chiapas y Guerrero, el retorno masivo a Oaxaca de la Sección 22, cuyos maestros habían sido hasta entonces el alma de los 2 plantones y los principales impulsores de la movilización en la Ciudad de México, marca sin duda el inicio del fin en esta etapa de lucha.
La ausencia de una política de unidad con otros sectores de trabajadores por parte de las dirección de la CNTE, la confianza de ésta en las mesas de negociación con el gobierno y el abandono de esta lucha por parte de las direccione sindicales opositoras, terminarían llevando el movimiento a las mesas por separado, el desgaste y el retroceso.
A cuatro años del brutal desalojo, la continuidad de la represión en terribles episodios como la desaparición de los 43, Nochixtlán y contra el magisterio oaxaqueño este 7 de septiembre, ponen sobre la mesa la necesidad de un poderoso movimiento en las calles para ponerle una alto a este gobierno propatronal, represor y asesino.
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Fotografía: laizquierdadiario