Por: Raúl Prada Alcoreza. 30/10/2024
¿Qué es la acción? ¿Qué es la práctica? ¿ Qué implica la facticidad? Paul Ricoeur habla de la acción como pre-narrativa, pero en tanto y en cuanto esté imbuida y atravesada por el simbolismo, que hace de intérprete de la acción. Es decir, la acción por sí misma no es narración, sin embargo, una secuencia de acciones puede comprenderse como pre-narrativa en tanto y en cuanto es asumida como mimesis y desenlace.
Debemos detenernos no solamente en la acción, en su facticidad, en lo que llamamos secuencia de hechos o conglomerado de hechos, también, en su caso, un conjunto de hechos, que aparecen aparentemente desconexos, así también comprometidos en su relación con el simbolismo. ¿Cómo comprender una acción si no emite, a su vez, símbolos? La acción se realiza en un campo de relaciones, la acción supone relaciones. La acción supone al que efectiviza la acción y al que recibe las consecuencias de la acción. Una acción puede suponer también una reacción. Aunque haya acciones individuales, por así decirlo, solitarias, las acciones suponen sentido, como decía Max Weber. Eso quiere decir que las acciones están atravesadas por simbolismos . No hay simbolismo sin cultura, tampoco hay cultura sin sociedad.
Sin embargo cuando hablamos de acción, casi siempre, suponemos varios sujetos involucrados en la misma. Se trata de la acción social, en sociedad, efectuada dentro de la sociedad, asumida en la sociedad.
¿Adónde apuntamos? Apuntamos a lo siguiente: Si bien la acción supone su simbolización para ser comprendida y decodificada, la acción por sí misma no es narración, como hemos dicho, tampoco es concepto. El concepto es una interpretación de la acción, así como la narración es una imitación de la acción. Por eso, hemos dicho que no se puede confundir el concepto con la acción con lo que podemos llamar la realidad efectiva, puesto que el concepto circula en la interpretación de la realidad efectiva.
Por ejemplo, cuando hablamos de poder, casi siempre, nos referimos a un concepto del poder, al uso conceptual, que tiene como referente algo que se llama poder. Sin embargo, hay que entender que el poder no es su concepto o, más bien, siendo concepto tiene un referente, pero el referente no se reduce al concepto poder, incluso si nos quedamos y circunscribimos en la interpretación teórica.
Cuando hablamos de poder nos referimos a un acontecimiento, que tiene que ver con una estructura social, que tiene que ver con el ejercicio que usa fuerzas en contra de otras. Esta estructura puede ser conceptualizada como dominación, que ciertamente es otro concepto. Los conceptos tienen como referencia aspectos de la realidad efectiva, pero no reducen la realidad efectiva a lo que conciben los conceptos.
¿Cómo se ha resuelto esta diferencia de planos de intensidad en la complejidad de la realidad, en su interpretación y en su experiencia? En las ciencias sociales se ha resuelto mediante la investigación, que recaba hechos, que los convierten en datos, que son su fuente, sobre los cuales efectúa una descripción, sobre esta descripción puede interpretar lo que ha recortado y ordenado de cierta manera. Es cuando aparece una narración sociológica, antropológica, política o económica.
¿Pero la investigación resuelve el problema completamente? La virtud de la investigación, por así decirlo, tiene que ver con su capacidad descriptiva, para dar lugar a una interpretación teórica. Sin embargo, la investigación depende de la selección de hechos, del conjunto de datos ordenados, que no son completos, que además pueden ser ordenados de otra manera y dar lugar a otra interpretación. Para hacerlo fácil diremos que se trata de una investigación de nunca acabar, así como alguna vez la hermenéutica dijo de sí misma que se trata de una interpretación de nunca acabar. A esto llamó el círculo hermenéutico. Haciendo paráfrasis podemos hablar del círculo de la investigación o del círculo investigativo.
¿Puede darse la interpretación, es decir, la narración, sin recurrir a la descripción, sin recurrir a los hechos, a las prácticas y a las acciones? No, inclusive en el caso de la ficción, de la narrativa ficticia, por ejemplo de la literatura, de manera más concreta de la novela. El referente siempre está ahí, ese referente es lo que ocurre con la gente, con los sujetos. Todo esto tiene que ver con la experiencia social y la memoria social. en ese sentido, en la medida que hay interpretación, es decir, narración, podemos decir que la realidad está atravesada por narrativas que la interpretan. Desde una interpretación inmediata, simbólica, hasta una interpretación más completa, conceptual, incluso imitando al extremo la cotidianidad o el acontecimiento social o la crisis en la novela.
En ese sentido, los referentes de los simbolismos, de los conceptos, de las interpretaciones y de las narraciones siempre son y harán de contrastación, respecto a sus distintos niveles de interpretación. Por eso se asume la interpretación de las acciones y las prácticas desde distintos campos simbólicos, desde diferentes teorías y dan lugar a distintas narraciones.
Nunca se va a dejar de actuar, en el sentido de efectuar acciones. No hablamos, en estricto sentido, de la actuación teatral o cinematográfica. Sino de actuar efectivamente, desenvolviendo facticidad, es decir, hablamos del actor, del protagonista, de la misma acción. No hablamos de la mimesis, sino de una acción sin imitación, que se desencadena, por así decirlo, provisionalmente, en la espontaneidad de las prácticas.
En consecuencia, no podemos olvidar que la realidad es sinónimo de complejidad y viceversa. Esto quiere decir que la realidad integra distintos planos y espesores de intensidad, de manera dinámica. Cuando hablamos de realidad lo hacemos a partir de un concepto, el de realidad, que efectivamente recae en distintas conceptualizaciones, dependiendo de las teorías implicadas. Entonces, la realidad está atravesada socialmente, simbólicamente, narrativamente, teóricamente. lo que no quiere decir, de ninguna manera, como lo hemos resaltado antes, que la realidad se reduce a sus interpretaciones. Al contrario las desborda.
El ejercicio del poder no puede interpretarse solamente a partir del concepto de poder, requiere ser reinterpretado constantemente, de acuerdo a sus manifestaciones singulares. Si no ocurriese esto, si sólo se mantuviera la interpretación teórica o heredada de la teoría, convertida en ideología o en sentido común, se estaría dando vueltas alrededor de una selección sesgada de la memoria, alejándose constantemente de la experiencia social, que es permanente y continua, que se desplaza y puede dar lugar a cambios, en los contextos donde se desenvuelve el ejercicio del poder.
La realidad no puede reducirse a lo empírico, puesto que la realidad está atravesada, desde un principio, por simbolizaciones, conceptualizaciones, interpretaciones y narraciones, que forman parte de las realidad integral. Obviamente, tampoco la realidad puede reducirse a la teoría, a los constructos de la razón, que terminan encontrando estructuras en la realidad misma. Sin embargo, estas estructuras forman parte de una conceptualización, de un enfoque teórico, que puede corresponder, por cierto, con los datos mediados de la conciencia, parafraseando a los datos inmediatos de la conciencia de Henri Bergson. Éstas fueron las limitaciones y contradicciones del racionalismo y del empirismo. Ya Emmanuel Kant elaboró su Crítica de la razón pura en contra del empirismo y del racionalismo, de sus límites y contradicciones. Se puede decir que Kant, al desenvolver la crítica, nos retrotrae a la complejidad, que se da tanto en la experiencia como en el conocimiento.
¿Por qué es importante lo que decimos? Porque no solamente los medios de comunicación sensacionalistas, los voceros de ideologías, en menor calidad, los voceros de los partidos, de acuerdo a las costumbres, los voceros del sentido común, sino también lo cientistas sociales, terminan dando vueltas, como en un círculo vicioso, recurriendo a sus teorías o a las herencias de las teorías, convertidas en ideologías o en interpretaciones sesgadas, para hablar de recortes del realidad a las que se refieren. Con esto caen en anacronismos respecto a las dinámicas de la realidad efectiva.
Esto es visible respecto a las problemáticas relativas a las formas de poder. En unos casos el poder se reduce al Estado, que ya es un concepto detenido en su propio anacronismo conceptual. En otros casos se amplía el panorama a las relaciones entre Estado y sociedad, sólo que este Estado y esta sociedad son concebidos universalmente, como si no se manifestaran en sus propias proliferantes singularidades. La relación misma entre Estado y sociedad es concebida de una manera esquemática, en el sentido más pobre de la palabra, no en el sentido kanteano. En otros casos se avanza a tesis sobre estructuras de poder, que, si bien, adquieren un carácter más explicativo, en la medida que se suponen estructuras, más o menos, inmutables, se termina cayendo en una interpretación detenida en el pasado. Sin tocar todavía a los límites que puede tener la teoría, que recurre a la metáfora de estructuras para dar cuenta del poder. Ciertamente hay otras interpretaciones, por así decirlo, más bien, prejuiciosas, que suponen el mal. Entonces explican el poder y sus distorsiones por una especie de inmanencia del mal.
De ninguna manera se trata de renunciar a una interpretación de aquel referente que es llamado poder, que supone el ejercicio del poder, que se manifiesta como dominación, que recurre a la violencia. Si no se trata de mantener una actitud parecida a la hermenéutica, al círculo hermenéutico, a la interpretación de nunca acabar. Esto por la proliferación de singularidades de formas de poder, también por los ejes históricos, por así decirlo, por las genealogías del poder. Yendo más lejos, comprendiendo que aquello que llamamos poder se mueve en la complejidad de la realidad, que, por lo tanto, por lo menos es indispensable interpretarlo también comprendiendo esas relación entre poder saber y subjetividad.
Al respecto de lo que acabamos de decir, no deja de sorprendernos siempre esa pregunta, que alguien nos hace, de manera intermitente, si se puede definir el poder de madera sencilla. Los que preguntan esperan una respuesta que satisfaga su sentido común. Sin pretender satisfacer este requerimiento inocente, podemos decir que el poder se ejerce, corresponde al ejercicio de las fuerzas, a las relaciones entre fuerzas, por lo tanto, a la correlación de fuerzas y a sus resultantes. Poder que se actualiza en el saber, que da lugar a estratificaciones del poder, como saber, en tanto que el poder no corresponde estratificaciones, no se estabiliza, se encuentra en constante dinamismo, manifestando flujos de fuerza. No queda aquí, en esta relación poder-saber, saber-poder, el asunto del esclarecimiento. Se requiere de las dinámicas constitutivas de la subjetividad, se requiere de la hermenéutica del sujeto, que es el que padece y goza del poder.
Por otra parte, nos remitimos a lo escrito sobre el poder, sobre las genealogías del poder, sobretodo nos remitimos al ensayo que titula ¿Qué es el poder y cómo funciona? También puede leerse, en la misma perspectiva, Acontecimiento político, así como el libro publicado recientemente titulado Liberación de la potencia.

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Fotografía: Pradaraul