Por: Ludmila Sueiro, Enrique de la Calle, Rodrigo Lugones. 23/11/2024
El politólogo Tomás Trapé – del canal de streaming Cabaret Voltaire – dialogó con APU RADIO (en Radio Madres) sobre las elecciones en Estados Unidos. ¿Qué implica el triunfo de Donald Trump? ¿Cambió el mundo?
APU: Estuviste en las elecciones norteamericanas cubriendo para el canal Crónica TV. ¿Qué evaluación hacés?
TT: Fue un resultado contundente de Trump. Viajamos con encuestas que decían que el triunfo era de Kamala Harris y ganó con claridad Trump. Otra vez fracasó esa industria de las encuestas que envuelve a la política y a los medios. Los demócratas tienen mucha influencia sobre los medios y ahí hay un sesgo. Nos tocó cubrir y hablar con la gente, y ves que hay un pueblo que no aparece en ese sesgo, que vuela por abajo de los radares de las encuestas o los grandes medios de comunicación. Ese pueblo terminó apoyando a Trump. Hablábamos con hispanos, y mayoritariamente apoyaban a Trump, a diferencia de lo que se decía en los análisis.
APU: Trump es discurso nacionalista, industrialista y también tiene alianzas con sectores cuasi nazis o con personajes como Elon Musk. ¿Qué ves de esa articulación?
TT: Musk es un empresario supuestamente anti Estado que entre otras cosas pide que el Estado lo proteja de la competencia china en los autos eléctricos. Musk jugó una carta fuerte a favor de Trump, compró Twitter para su militancia. Es un crítico muy fuerte de la agenda woke (progresista). Me parece que todo se resume en la idea de reconstrucción de una burguesía nacional, que produzca dentro o cerca de las fronteras de Estados Unidos. El mundo va a reconstruir dos grandes polos económicos.
APU: Del otro lado están los demócratas, que culturalmente son de izquierda pero en lo económico son ultraliberales.
TT: El lenguaje es un terreno minado. Nos pasó de hablar con inmigrantes y hay que hacer una distinción ahí. Una cosa son los legales y otras los ilegales. Después hay grupos muy diferentes, tenés ya varias generaciones. Hay una complejidad ahí. Muchos nos decían: nosotros votamos con la cabeza, no con el corazón. A mi el galón de leche no me lo paga mi sentimiento, nos decían. Haciendo referencia a que con Trump estaban mejor. La agenda económica sigue estando arriba de todo. En las entrevistas que hicimos no vimos que apareciera la batalla cultural como un tema relevante, que sí aparece en redes o intelectuales. Kamala Harris creció mucho en los sectores medios o altos, en las universidades. Trump creció entre los trabajadores y las minorías. Harris articula discurso progresista, de minorías, con una defensa muy fuerte de las fuerzas armadas, del complejo militar. Actores que juegan por detrás de los discursos. Es raro bombardear Gaza con perspectiva de género. En los últimos 6 meses hubo 60 mil muertos. ¿Eso no penaliza por izquierda?
APU: La otra vez entrevistamos a Diego Vecino (contrarreforma en Twitter) y nos decía que lo que está en crisis en la actualidad es la globalización neoliberal pero en términos amplios, tanto en su agenda económica como en la idea de la democracia como sistema político por excelencia y también en la agenda progresista. ¿Coincidís? Y si es así: ¿Qué implica para el mundo esas crisis de paradigma?
TT: Implica un quilombo. Es un momento de mucho desorden y hay que gente que al caos lo ve como una oportunidad. Y aparecen liderazgos caóticos. Se dio mucho esto de llamar a votar a favor de la democracia, a votar con miedo. ¿Miedo a qué? Había algo en ese pedido de los sectores medios o altos, algo de una rebeldía de los incluidos. ¿Quiénes están afuera de ese sistema? Desde la caída del muro de Berlín, capaz que antes, la democracia liberal se exportó al mundo. ¿Pero hay democracia en el mundo? Ese orden que se constituyó desde la década de 1980 en Argentina, por ejemplo, fue liberal. El peronismo encontró en la centroizquierda un lugar, sobre todo con el kirchnerismo. Cuando ese orden empezó a dejar gente afuera, se reconfigura el escenario, y queda gente adentro y gente afuera. Hay que pensar cuáles fueron nuestras políticas para los que quedaron afuera. Hay un pueblo huérfano que pide reivindicación y a veces venganza, incluso.
APU: Ante esas tensiones entre liberalismo, agenda progresista, que describíamos y que caracterizó la última etapa peronista. ¿Cómo ves al justicialismo hoy?
TT: Es obvio que Néstor Kirchner cuando asumió en 2003, no estaba mirando al filósofo Alberto Buela o a la CGT como modelos. Estaba mirando a Alfonsín. Piensa al peronismo como una centroizquierda. Ahí hay cosas que operan en contra de los intereses nacionales. Derechos humanos sin soberanía política son banderas medio torcidas. Los derechos humanos son banderas de las cuales nos hacemos cargo pero muchas veces le falta la pata de la soberanía política. El peronismo siempre entró en tensión con la democracia liberal, porque despliega interes muy concretos de Argentina en la región y el mundo. El liberalismo puede no hacerse cargo de eso, porque su foco está en otro lado. Porque la economía ya es tema resuelta para ese enfoque. Cuando hablás de geopolítica, hablás de otras agendas, necesariamente.
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Fotografía: Agencia Paco Urondo. Tomás Trapé