Por: Luis Armando González. 17/03/2022
Fuente: https://sgg.edomex.gob.mx/desarrollo_politico
El ejercicio docente me impone realizar apuntes sobre los temas a desarrollar en clase. Me gusta revisar, en distintos momentos, las palabras o expresiones que son claves en mis planteamientos. Tengo la impresión –a lo mejor equivocada—de que esos abordajes son útiles para mis estudiantes. Así, entre mis apuntes, he encontrado unas líneas dedicadas a dos expresiones (política y sistemas políticos) que pongo en limpio en esta oportunidad.
I
Cuando se habla de “política” y “sistemas políticos” se deben tomar algunas precauciones analíticas, sobre todo con la primera de las palabras mencionadas. Como se verá más adelante, la política, como diría Aristóteles, se dice de muchas maneras. En cuanto a los sistemas políticos, sucede algo curioso, como se verá posteriormente: está emparentada con otras expresiones, como “regímenes políticos” y “formas de gobierno”, con las que guarda semejanzas, pero también diferencias. Es útil tener en cuenta las expresiones mencionadas y sus matices para orientarse en la complejidad de la realidad africana, sin perder de vista que las mismas muchas veces dejan de lado aspectos relevantes, como el tribalismo y el localismo cultural, sin los cuales es difícil comprender dinámicas particulares de la política africana.
Es probable que una de las palabras más usadas, desde que los griegos la inventaron en el siglo V a. de C., sea la palabra “política”. Es, además, una palabra pasional, es decir, que cuando se la dice o se la escucha los resortes emocionales salgan a relucir. En el siglo XX y en este siglo XXI se la ha usado hasta la saciedad y, en esas idas y venidas, la expresión “política” ha ido adquiriendo distintos significados y connotaciones. Ya en la antigüedad griega, “política” tuvo algunos sentidos importantes: el primero, que cualquier persona identifica, es el de “ciudad”. O sea, polis igual a ciudad. En seguida, se derivó la acepción para el habitante de la ciudad (la polis), es decir, ciudadano, el político. De ahí una de las definiciones que da Aristóteles del ser humano: animal político (Zoon politikón). De donde se sigue, por tanto, que participar en política en participar en los asuntos de la polis; quienes lo hacen son políticos. Un tercer sentido de la política, que se puede encontrar también en Aristóteles, apunta a la misma como un “arte”, esto es, como una manera de ordenar, arreglar, manejar o ejecutar los asuntos de la polis.
Y la última acepción que interesa destacar es la de la política como conocimiento (como ciencia), como una reflexión teórica que recae sobre la política como una práctica, con la finalidad de hacerla mejor de lo que es. Es decir, “la Política requiere ‘más aún que la medicina y demás, partir de la naturaleza en el sentido propio del término, esto es, del verdadero ser. Nada sino el conocimiento de éste puede dar al hombre de estado una visión íntima de las últimas normas (…) de acuerdo con las cuales debe dirigir su actividad. La política sólo puede llegar a ser un arte exacto llegando a ser, de un cabo a otro, filosofía’. Ello significa que es una ciencia teorética. Aristóteles quiere refutar a los simples empíricos que no conocen nada mejor que las constituciones modelos de Esparta y Creta” (Dri, 1999).
Cuatro significados de “política” (Aristóteles)
POLIS-CIUDAD | CONOCIMIENTO POLÍTICO |
ANIMAL POLÍTICO-CIUDADANO DE LA POLIS | PRACTICA POLÍTICA |
II
El primer par de significados (polis y animal político) se decantó, con el paso del tiempo, hacia otros: el primero, hacia la “filosofía social”, que se emparentará con la sociología; el segundo, hacia la “antropología filosófica”. Lo que quiere decir que son significados de la palabra “política” sumamente inusuales. O sea, muy pocas personas, cuando hablan de política –en los ámbitos filosóficos o científicos—lo hacen pensando en polis o en el zoon politikón, a menos que lo digan expresamente. En algunos momentos, hay quienes recuerdan que participar en política quiere decir participar en los asuntos de la sociedad (de la ciudad), pero lo hacen con fines críticos: para enfrentarse a quienes ven la política como algo negativo. Esto, por ejemplo, es patente en el documento titulado Participación ciudadana en los asuntos públicos (2021), en el que se busca recuperar-potenciar la participación de la gente, precisamente, en los asuntos de la polis, es decir, de la sociedad. En palabras de sus autores:
“Este documento tiene el propósito de reflexionar acerca de la relevancia que cobra hoy la participación de la ciudadanía en los asuntos públicos en la región de América Latina y el Caribe. Esta es una época de contradicciones profundas, en la cual por un lado se identifica un vacío institucional y una falta de liderazgos públicos, que resuelvan con rapidez y eficacia los problemas que aquejan a la sociedad, y por otro emerge en paralelo, una sociedad activa, informada, con una alta propensión a la movilización colectiva y desplegando nuevos patrones de conflictividad. Movimientos ciudadanos que sin pertenecer a un partido político ni representar a las clases sociales tradicionales, se indignan ante las prácticas de gobiernos que consideran opacas y sectores económicos que parecieran no saber muy bien como relacionarse con estos sujetos en ‘emergencia’” (Naser, Williner y Sandoval, 2021).
De las nociones heredadas de Aristóteles las dos vigentes en la actualidad son la de política como conocimiento y la de política como práctica política. La primera dio lugar, en tiempos de Aristóteles, a la filosofía política y posteriormente –en el siglo XX— a la ciencia política. La segunda, por su parte, tiene que ver con el ejercicio político real, que engloba tanto las prácticas políticas como todo lo que se deriva de ellas (ordenamientos políticos, marcos normativos e instituciones políticas; y, asimismo, los criterios morales para juzgar la práctica política). En este sentido, una cosa es la política real y otrael conocimiento que se tiene (o se puede tener) de esa política real. Por supuesto que esta última tiene aspectos difíciles de conocer, además de ser cambiante en el tiempo; de ahí que el conocimiento que se tiene de ella siempre es parcial y aproximado.
Esta distinción conceptual entre política real y conocimiento de la política se mantiene con firmeza en el presente; el conocimiento de la política se ha desarrollado como “ciencia política” (Sartori, 2004). Asimismo, sobre la política real hay conocimientos abundantes (aunque siempre insuficientes). Ahora se tiene una visión más precisa de ella; se entiende a la política (real) como un ámbito de la estructura social en el cual se concentra el poder de conducción-control-orden de la sociedad. Por consiguiente, en la política real es crucial el Estado y su entramado institucional (Weber, 1991). En fin, como anota González:
“Sobre la política también conviene hacer una breve aclaración: una cosa es la política como conocimiento (ya sea como “ciencia política” o como “filosofía política”) y otra la política como ámbito de ejercicio del poder estatal, con todas las implicaciones de coerción que ese ejercicio supone. La política que nos interesa aquí es esta última, y en las siguientes líneas se elabora una reflexión en torno a la valoración o juicio moral que se puede hacer sobre la política, si es que acaso se puede hacer alguno” (González, 2015, p. 69).
III
En cuanto a la noción de “sistemas políticos” es necesario acotar, de entrada, que el concepto que está como punto de partida es, en singular, el de “sistema político”, que hace referencia al conjunto de instituciones políticas en la que se concentra el control, ordenamiento y gestión de la sociedad como un todo. Una definición útil es la siguiente:
“Sistema político: Se refiere al conjunto de grupos y procesos políticos que interactúan en un entorno histórico y cultural y se caracterizan por cierto grado de interdependencia recíproca que se expresa en las prácticas, hábitos, rituales y reglas no escritas que organizan la competencia por el poder político entre los actores y, específicamente, entre la clase política. Norberto Bobbio aclara que cuando se refiere a un sistema político no se aborda a la totalidad de fenómenos vinculados al adjetivo “político” sino a la generalidad del fenómeno. Entre los aspectos a considerar están: 1) los espacios donde se forman las decisiones que guían a una comunidad política, 2) los fenómenos sociales trascendentes en la conformación del poder político, 3) las relaciones de entradas (input), salidas (output) y retroalimentación (feedback) entre la clase política y su lucha por el poder, 4) los procesos y subprocesos políticos interactuantes y dependientes entre sí por medio de reglas, 5) y la movilidad de las reglas siempre sujetas a cambios y externalidades que las van modificando en el tiempo” (Sistema de Información Legislativa, s.f.).
Como puede verse, esta noción, a diferencia de la palabra “política”, se aplica, en directo, estructuras institucionales bien delimitadas y a las prácticas (relativas al poder) que se generan en esas estructuras. ¿Qué tipo de estructuras? Por ejemplo, el Estado, el gobierno y los partidos políticos que son instancias centrales de un sistema político. Algunos autores llegan a identificar al Estado con el sistema político, tal como se desprende del siguiente texto:
“Considerando una interpretación formalista que es la que se desprende del enfoque jurídico que analizamos más arriba, identificamos al sistema político con el Estado. El concepto de Estado desde esta perspectiva, alude a un orden jurídico de convivencia que organiza y combina elementos sociales complejos en aras de servir a la sociedad. Los elementos constitutivos de éste son la población, asentada en un territorio y provista de un poder público que se caracteriza por ser soberano y que tiene a su cargo el cumplimiento de los fines sociales de mantenimiento de la paz y el orden público, el bienestar, el progreso y el desarrollo integral de los miembros de esa comunidad política (…). De acuerdo con diversos autores, las funciones del Estado se desarrollan a través de los órganos de gobierno que se identifican respectivamente con los tres poderes que señala la teoría política clásica, a saber: el Legislativo, el Ejecutivo y el Judicial. Estas funciones son comunes a cualquier forma de sociedad política y en el Estado moderno se han separado para su ejercicio en la búsqueda de un equilibrio que evite la corrupción del poder en un solo órgano y/o persona. En este sentido, las funciones del Estado constituyen categorías generales, abstractas y universales, válidas para cualquier sociedad política, país o época” (Díaz de León, s.f.).
Más allá de si esa identificación es real o no, una sociedad concreta puede tener un sistema político con sus propios rasgos; y cuando se habla de “sistemas políticos” (en plural) se hace referencia a varios de ellos. Lo cual quiere decir que los aspectos destacados en la definición cobran realidad de forma distinta según las características de cada sociedad y de cada contexto histórico. Dicho de otro modo, en la historia reciente se registran distintos sistemas políticos, al igual que se registran distintas formas de Estado. Algunos autores anotan los siguientes sistemas políticos: a) democrático liberal, b) socialista, c) autoritario, d) fascista, y e) nacional socialista (Díaz Pinzón, 2008).
Para terminar, es pertinente anotar que, a menudo, se asocia la expresión “sistemas políticos” con esta otra, igualmente relevante: “regímenes políticos”. Esta última se usa para referirse a formas concretas de ejercicio de poder desde el aparato estatal. Un régimen político, por tanto, se enmarca al interior de un sistema político, siendo éste más amplio que aquel. “El régimen político –dicen Rosales y Rojas— explicita, mediante un sistema de normas jurídicas e instituciones observables en estamentos superiores, como las constituciones políticas, los procesos que el “soberano” ha definido para determinar los alcances y límites para el ejercicio de los poderes y la administración públicos” (Rosales y Rojas, 2012). Y hay distintos regímenes políticos, como por ejemplo los regímenes políticos “autoritario”, “totalitario” y el “democrático” (González, 2021; González, 1997).
Referencias
Díaz de León, C. G. (s.f.). Sistema político y forma de gobierno. Obtenido de http://eprints.uanl.mx/: http://eprints.uanl.mx/8760/1/Documento1.pdf
Díaz Pinzón, J. (2008). Regímenes y sistemas políticos. Obtenido de www.esap.edu.co/portal: http://www.esap.edu.co/portal/wp-content/uploads/2017/10/3-Regimenes-y-Sistemas-Politicos.pdf
Dri, R. (1999). La filosofía política clásica. De la Antigüedad al Renacimiento. Obtenido de biblioteca.clacso.edu.ar: http://biblioteca.clacso.edu.ar/clacso/se/20100609122906/4dri.pdf
González, L. A. (Julio-Agosto de 1997). Las ideologías políticas en América Latina en el siglo XX. Obtenido de www2.uca.edu.: http://www2.uca.edu.sv/publica/eca/585art1.html
González, L. A. (2015). Sociedad y política. Reflexiones desde El Salvador. San Salvador: Universidad Don Bosco.
González, L. A. (20 de Noviembre de 2021). La siempre necesaria clarificación conceptual. Obtenido de insurgenciamagisterial.com: https://insurgenciamagisterial.com/la-siempre-necesaria-clarificacion-conceptual/
Naser, A., Williner, A., & Sandoval, C. (2021). Participación ciudadana en los asuntos públicos. Obtenido de repositorio.cepal.org: https://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/46645/1/S2000907_es.pdf
Rosales Valladares, R., & Rojas Bolaños, M. (2012). Poder, política y democracia. Obtenido de www.corteidh.or.cr: https://www.corteidh.or.cr/tablas/28806.pdf
Sartori, G. (2004). ¿Hacia dónde va la ciencia política? Obtenido de www.politicaygobierno.cide: http://www.politicaygobierno.cide.edu/index.php/pyg/article/view/330/240
Sistema de Información Legislativa. (s.f.). Sistema político. Obtenido de sil.gobernacion: http://sil.gobernacion.gob.mx/Glosario/definicionpop.php?ID=226
Sorj, B., & Fausto, S. (Julio de 2010). Dinámicas geopolíticas globales y el futuro de la democracia en América Latina. Obtenido de www.plataformademocratica.org: http://www.plataformademocratica.org/Arquivos/Dinamicas%20Geopoliticas%20Globales.pdf
Weber, M. (1991). Escritos políticos. Madrid: Alianza.
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