Por: Leonardo Meza Jara. Maestro-Investigador de la UPN Chihuahua. 06/06/2025
I.- Desde hace décadas la categoría de lucha de clases ha sido enlatada. La izquierda que llegó al poder en 2018, es uno de los actores que cargan con la responsabilidad de enlatar la lucha de clases. Hay una deshistorización de la lucha de clases. La izquierda partidista ha comenzado a ser parte de una historia, que le abona a la disolución y el olvido de la lucha de clases en México. Esta causa de la izquierda ha sido desplazada, encubierta e incluso suplantada.
Los discursos y las políticas de la izquierda partidista han puesto en marcha una serie de mecanismos para enlatar la lucha de clases. Se evita hablar del “proletariado”, los “obreros” y la “burguesía”, para hablar del “pueblo”, los “chairos” y los “fifís”. Se deja a un lado el término de “lucha de clases”, para usar una multiplicidad de conceptos técnicos que se refieren a la “pobreza” (“pobreza absoluta”, “pobreza relativa”, “pobreza coyuntural”, “pobreza extrema”, “vulnerabilidad”, “brechas”, etc.). Se habla de una presunta “transformación”, mientras se reafirman las relaciones entre el poder político y el poder económico, que protegen los intereses de los banqueros, especuladores y empresarios que hacen negocio con las pensiones de los(las) trabajadores(as).
La lucha de clases ha sido conceptualmente desplazada por un lenguaje progresista que le sirve de disfraz al neoliberalismo. La lucha de clases ha sido políticamente encubierta por el mecanismo de las becas del bienestar, que no resuelve la explotación capitalista y cuyo objetivo es formar una clientela para alimentar la maquinaria electoral de Morena. La lucha de clases ha sido ideológicamente suplantada por una izquierda que presume una transformación que no ha tenido lugar, que es más imaginaria que real. A esto último se refiere el título de uno de los libros de Carlos Illades, el historiador más reconocido de la izquierda mexicana: “La revolución imaginaria. El obradorismo y el futuro de la izquierda en México” (2024). En este libro se hace un balance general del gobierno de AMLO:
«López Obrador tuvo la oportunidad de hacer un cambio sustantivo en el país y la desperdició. Entre el conservadurismo hasta la médula y la visión providencialista del devenir nacional del presidente, el arribismo común a aliados y partidarios, el obradorismo se diluyó como proyecto de izquierda y fue acentuando las taras de la cultura priista en su seno, sin salvar el legado institucional y la disciplina partidaria del antiguo partido del régimen. El remanente de la izquierda socialista MORENA mostró la incapacidad intelectual y su inoperancia política para perfilar una opción socialista dentro de la coalición gobernante plagada de advenedizos y de rémoras de un sistema caduco.»
El balance resulta demoledor para los militantes que forman parte de la izquierda histórica, que tiene un perfil socialista proveniente del Partido Comunista (PC), el Partido Socialista Unificado de México (PSUM) y el Partido Mexicano Socialista (PMS). Estos partidos políticos que operaron hacia la segunda mitad del siglo XX, que alzaron la bandera de la lucha de clases y terminaron su vida activa hacia la década de 1980, fueron absorbidos y diluidos entre los laberintos ideológicos y políticos del PRD y Morena.
Illades subraya la “incapacidad intelectual” y la “inoperancia política” de la izquierda histórica, de raíces socialistas, que accedió al poder con Morena. Este segmento de la izquierda que milita en Morena, no ha tenido el arrojo para establecer una agenda de corte socialista, que reforme el sistema pensionario de las Afores. Lo que se deja ver, es la disolución de la izquierda histórica que optó por la vía partidaria. La militancia de la izquierda morenista abdica ante el pragmatismo del poder, que prefiere los votos clientelares y margina las causas profundas de la izquierda, que establece alianzas con personajes impresentables mientras abandona la agenda de las luchas históricas de la izquierda.
Detrás de la pregunta: ¿Dónde está la lucha de clases? Se hace patente otra pregunta que resulta incisiva: ¿Dónde están los militantes de la izquierda histórica afiliados a Morena y la 4T, que pueden impulsar una reforma de fondo a la Ley del ISSSTE-2007, que establezca alternativas reales al neoliberalismo y ponga en marcha una agenda socialista? Unos pocos de los militantes históricos de la izquierda en el poder, han mostrado abiertamente su respaldo hacia la lucha de la CNTE, que reclama abrogar la Ley del ISSSTE-2007.
Muchos de los cuadros de la izquierda histórica que están en Morena, se han convertido en detractores de la CNTE, y de esta forma, le abonan a la deconstrucción de la lucha de clases y de la propia izquierda. Cuando la izquierda que toma el poder hace a un lado la lucha de clases, se abandona y destruye a sí misma. En la historia que se proyecta a mediano y largo plazo, este es un mecanismo que terminará alimentando las tripas del neoliberalismo, que devoran a la izquierda que ha comenzado a traicionarse a sí misma.
II.- Las acciones de la CNTE y la Red de Defensa Magisterial Chihuahua, han desenlatado la categoría de la lucha de clases. Esta es la brújula más luminosa en las luchas de la izquierda del siglo XXI. El filósofo Slavoj Žižek lo refiere con una frase enfática: “Es la lucha de clases, estúpido…” De ninguna forma se desestiman otras categorías de lucha de la izquierda que tienen vigencia en el siglo XXI, como las luchas feministas, las demandas de las poblaciones indígenas y afrodescendientes, los reclamos de las minorías sexuales y, la agenda ecologista. Pero en el marco del siglo XXI, se subraya el peso ideológico y político que sigue teniendo la categoría de la lucha de clases para la izquierda.
La lucha magisterial de mayo de 2025 visibilizó la categoría de “lucha de clases” de tres formas:
A) Se evidenció con datos duros y argumentos consistentes la maquinaria neoliberal que está detrás de las Afores, que no solo explota al magisterio, sino a la clase trabajadora en su conjunto. El negocio de las Afores es uno de los mecanismos de explotación neoliberal que son más cínicos en sus formas de hacer negocio con el dinero y las vidas de los(las) trabajadores.
B) Se mostró la manera en que se siguen enriqueciendo desmesuradamente unos cuantos banqueros, especuladores y empresarios, que son los dueños de las Afores. Tan solo en 2025, se proyecta que el negocio de las Afores acumule una ganancia de 35 mil millones de pesos, que estarán aumentando la riqueza de unos cuantos mexicanos mencionados en la lista de la revista Forbes.
C) Se abre el debate sobre las incongruencias de un gobierno progresista, que dice defender a la clase trabajadora, pero que protege los intereses de los banqueros, los especuladores y los empresarios, que son la primera línea del ejército neoliberal en México. Se ha demostrado que el Fondo de Pensiones del Bienestar (la reforma pensionaria del 2024), es un mecanismo insuficiente que alimenta el neoliberalismo de las Afores, carece de viabilidad financiera y, ha sido usado como coartada para decir que el problema pensionario en México ha quedado resuelto. El Fondo de Pensiones del Bienestar es un remedo neoliberal, que no resuelve el problema pensionario y, que constituye una burla para los(las) trabajadores(as) del IMSS y el ISSSTE que están aforizados.
Visibilizar la lucha de clases, nombrarla de forma ostensiva, subrayarla con color rojo en la agenda del siglo XXI. Es una de las tareas de mayor calado para la izquierda en las décadas venideras. Esa tarea ha sido retomada por las luchas de la CNTE y la Red de Defensa Magisterial Chihuahua. La lucha de clases, que remite a Carlos Marx y los debates marxistas, es una de las razones históricas fundamentales de la izquierda. Ahí está lo más denso del espíritu histórico de esta fuerza política, la utopía que no debe ser abandonada, la agenda que se debe hacer presente sin titubeo alguno.
Hay que alumbrar el camino de la lucha de clases. Cuestionar al poder gubernamental que le da la espalda a los(las) trabajadores(as). Plantarse en el Zócalo. Paralizar los aeropuertos y vías del tren. Tomar las casetas y oficinas públicas. Hay que marchar sobre las calles y resistir, seguir resistiendo los embates del neoliberalismo. Porque los(las) maestros(as) tienen historia en las luchas de la izquierda. Porque el magisterio sabe luchar y poner en juego el pensamiento crítico más allá de las aulas. Porque se traza una agenda de lucha que tiene una vigencia incuestionable: Hasta abrogar la Ley del ISSSTE-2007…