Por: Eloy A. Gómez Motos. Iberoamérica Social. 28/06/2017
La crítica del poder le viene a Foucault desde un punto de vista mucho más personal que a los autores que podríamos denominar clásicos.
Siguiendo con la línea de anteriores escritos sobre el tema del sistema de producción occidental1, y de los sistemas filosóficos de la modernidad2, algunos de los cuales se asientan sobre la teoría crítica fundamental al sistema de producción capitalista en general (esto es, el antagonismo burguesía-proletariado en Marx, algo más compleja en autores posteriores o contemporáneos como Jurgen Habermas3), no puedo menos que echar una ojeada histórica sobre los análisis que algunos grandes filósofos del siglo XX hicieron sobre los sistemas del poder reinantes.
Foucault criticará las ciencias sociales emanadas de la tradición fundamentalmente ilustrada (a la filosofía antigua dedicará otro de sus libros, como sus estudios sobre la sexualidad en la antigüedad), ya que las considera directamente vinculadas a las tecnologías del poder contemporáneo, sobre las cuales se asienta el modelo de organización social de la modernidad: Ejército, Iglesia, Gobierno, Estado, etc. Que para Foucault deriva fundamentalmente de un análisis sesgado de la realidad de los individuos, la cual es, sin embargo, mucho más compleja, como así deja ver por ejemplo en “Vigilar y Castigar”, libro en el que estudia los sistemas de poder desde un punto de vista mucho más individual (o micro-histórico) de lo que se nos ha contado hasta ahora por ciencias sociales como la Historia o la Sociología, por poner un par de ejemplos.Michel Foucault fue un filósofo peculiar dentro de la historiografía del siglo XX europeo. Sus escarceos con el mundo de la rebeldía social tienen su origen, según algunos como Habermas4, en su interés tanto por lo sexual, como por la problemática de la enfermedad mental, todo lo cual introdujo en Foucault el concepto nietzscheano de crítica a la razón legada por los ilustrados (aunque Foucault es un filósofo más sofisticado que Nietzsche, si bien no por ello mejor filósofo).
La crítica del poder le viene a Foucault desde un punto de vista mucho más personal que a los autores que podríamos denominar clásicos, así como de otras corrientes como por ejemplo el idealismo moderno de autores como Hegel. Foucault, en cambio, centra su estudio sobre el poder principalmente en sus efectos sobre el individuo5, y, más particularmente, en los centros de internamiento contemporáneos (fundamentalmente la fábrica, la cárcel y la escuela), en los cuales el poder establecido basa su legitimidad, emanada directamente del ejercicio supuestamente legítimo de la violencia por parte de los poderes establecidos.
De este u otros modos, las ciencias sociales, según Foucault, a través de un ejercicio de simplificación y de justificación del poder por parte de los organizadores de la sociedad moderna, caen en la trampa del idealismo alemán del pensamiento puro (o como dijo Nietzsche, “tontería pura”), o bajo el pretendido objetivismo científico de otros como Marx y muchos de sus seguidores. Foucault, en cambio, parece centrar sus estudios más en el sujeto individual (a pesar de que él mismo perteneció durante un corto período de tiempo al partido comunista francés). Del mismo modo, del racionalismo organicista de otros como Max Weber, Foucault parece rechazar igualmente ese ejercicio de simplificación y supuesta objetivación de la realidad, la cual solo beneficia a los organizadores de la sociedad moderna (principalmente Estado, Ejército e Iglesia, en términos freudianos6). Ello parece, sin embargo, establecerse sobre débiles cimientos filosóficos, ya que elementos como el sistema de organización productiva capitalista suelen merecer un estudio más genérico que el emprendido por parte de Foucault, lo cual, a su vez, nos vuelve a llevar al marxismo, así como a otros autores –como por ejemplo los anarquistas clásicos-, si queremos entender, en toda su complejidad y amplitud, el elemento sociopolítico e ideológico que es el poder de la edad contemporánea.
La influencia de Foucault sobre los historiadores de finales del siglo XX ha sido enorme, como así recoge Fontana en su libro “La Historia de los hombres” (Crítica, 2002). Todavía hoy se deja sentir con mucha fuerza sobre los científicos sociales en general, los cuales se siguen preguntando, a día de hoy, si ciencias como la historia no forman parte de lo que se ha dado en llamar una “reliquia del pensamiento humano”, lo cual es, en buena medida, fruto de las disertaciones de M. Foucault sobre las características del poder de la modernidad, y su relación con las ciencias sociales7.
Por último, hay que concluir el carácter inequívocamente científico que tienen las ciencias sociales. Algo que Foucault no rechazaba en pleno, si bien les otorgaba un carácter servil con respecto al poder, como instrumentos de organización social y, sobre todo, como instrumentos de represión a través de su utilización como parte de las tecnologías del poder contemporáneo. En cualquier caso, si leemos “Vigilar y Castigar” nos daremos cuenta de hasta qué punto los verdugos de la Historia han dependido tanto más del poder, y mucho menos de la ciencia (siempre que aceptemos que las ciencias sociales también son ciencias propiamente dichas, lo cual resulta una obviedad hoy día).
Notas
1. | ↑ | Gómez Motos, E.A: El individuo frente a su Historia más actual. 2015. |
2. | ↑ | Gómez Motos, E.A: Filosofía, conciencia e inconsciencia durante el siglo XX. 2016. |
3. | ↑ | En base fundamentalmente a los estudios sobre El Capital. |
4. | ↑ | Habermas, J: El discurso filosófico de la modernidad. Katz. 2008. |
5. | ↑ | Estamos hablando fundamentalmente de su libro “Vigilar y Castigar” |
6. | ↑ | Freud, S: Psicología de las masas y análisis del Yo. RBA. 2002. |
7. | ↑ | Foucault desarrolla esta idea fundamentalmente en otro de sus libros, titulado Las palabras y las cosas. |
Fuente: http://iberoamericasocial.com/hacia-una-historiografia-poder/
Fotografía: Iberoamérica Social