“Pero si tú lo matas qué nos diferenciaría de ellos”
Jorge Salazar García
En 1972 me encontraba en una de las aulas del Instituto Tecnológico Regional de Veracruz cursando el primer semestre de la carrera de ingeniería industrial. Hasta ahí llegaron dos integrantes de la Sociedad de Alumnos a invitarnos a recibir al presidente Luis Echeverría Álvarez, (LEA, 1970-1976). Salí y, junto con mis compañeros, fui a ver al responsable de la matanza de estudiantes en Tlatelolco, 4 años atrás. Varios alumnos le llevaban casi en vilo hacia el exterior del plantel. Definitivamente me indignaba le aplaudieran los mirones. Pues apenas un año antes, el presidente apodado el predicador, había ordenado a los “halcones” masacrar a más estudiantes, (7 de junio).
El tecnológico fue fundado en 1957 por el veracruzano Adolfo Ruiz Cortines, considerado uno de los políticos más inteligentes del priismo. En este sentido se dice que al ser recibido en Chihuahua por el gobernador Teófilo Borrunda, éste, viendo caer una lluvia ligera, le dijo al Presidente: “En Chihuahua llamamos a esta lluvia “moja pendejos”. A bote pronto, Ruíz Cortines le contestó: “En Veracruz le decimos chipi-chipi, porque allá no hay pendejos”. Esto de las pendejeadas viene al caso debido a que Echeverría fue aludido de igual manera por Díaz Ordaz en 1970. En un momento de gran lucidez dijo: “A mi me hacían los chistes por feo, no por pendejo”.
En realidad LEA no era ningún tonto. Fue, eso sí, un personaje caracterizado por su hiperactividad y egolatría. Sus aduladores afirmaban, con exageración claro está, que trabajaba las 24 horas de los 7 días de la semana. Aquella mañana de su visita al Tecnológico, típicamente calurosa, sudaba a mares. Sus ojos saltones apenas se podían ver por el sudor que humedecía sus lentes de fondo de botella. Parecía extasiado y al borde del paroxismo, porque, de cierto modo, ser aceptado por estudiantes justificaba la matanza de otros.
A ningún Presidente priista le ajustó tan bien aquello de ser “oscuridad de la casa y candil de la calle”. Al poner en marcha la guerra sucia, conforme los manuales de contrainsurgencia del pentágono lo dictaban, cubrió de dolor, muerte y oscuridad a México. Sin límites, desapareció, asesinó, torturó, allanó hogares, intervino comunicaciones; dio a los detenido tratos degradantes, (torturas y violaciones sexuales); negó el acceso a la justicia y al debido proceso a decenas de miles de opositores. Haciendo vivir a los mexicanos un verdadero terrorismo de Estado. Con sistemática represión anuló la vía pacífica para cambiar el régimen y dio pie al surgimiento de grupos guerrilleros, entre los que destacan la Liga Comunista 23 de septiembre, las Fuerzas Armadas Revolucionarias, la Brigada Campesina de Ajusticiamiento y el Partido de los Pobres afines a Genaro Vázquez y Lucio Cabañas.
Hacia el exterior, pretendiendo ser luz, se proyectaba como un adalid de la izquierda. Cultivó su amistad con Fidel Castro y se erigió defensor de los pueblos del tercer mundo. Viajaba tanto que parecía no regirse por un reloj normal, sino por uno que funcionaba como ventilador, se decía. Estrechó relaciones con los regímenes socialistas; no obstante, el 17 marzo 1971, seguramente por órdenes de EUA, expulsó a 6 diplomáticos rusos acusados de actividades desestabilizadoras. Al año siguiente, estableció relaciones diplomáticas con China y promovió la Carta de los Derechos y Deberes de los Estados con la cual se buscaba establecer un nuevo orden internacional. Aunque fue aprobada en 1974, nunca fue obligatoria para nadie.
Refiriéndose al vecino del Norte, LEA dijo que “Ni nos perjudica (ba) ni nos beneficia (ba), sino todo lo contrario”. Esta simulada abyección confirmó lo revelado por Philp B. Agee en su libro Inside the Company: CIA Diary, (Dentro de la Compañía: Diario de la CIA), sobre que Echeverría colaboraba con la Agencia Central de Inteligencia teniendo el código “Litempo-8”. Igual se presume lo fueron Gustavo Díaz Ordaz, Fernando Gutiérrez Barrios y altos funcionarios de México; claro, con otros códigos.
Del 17 al 21 de abril de 1972 estuvo en Chile. Allí, el Presidente Salvador Allende y su pueblo, le dieron un recibimiento de “viejos amigos”. En reciprocidad, Allende visitó a México el 30 de noviembre de ese mismo año. Dos días después, en la Universidad de Guadalajara, estando presente Echeverría, dio un discurso en el cual aludió directamente a los Estados Unidos diciendo: “Frente a la insolencia imperialista solo cabe la respuesta agresiva de los países explotados”.
Sin duda, esta alusión (https://www.youtube.com/watch?v=hTKDVm1p8QI) molestó bastante al gobierno yanqui que ya ejercía un cruel bloqueo económico contra el primer gobierno socialista electo democráticamente en América Latina. Desde esa tribuna Allende hizo un llamado a unir las conciencias antiimperialistas y conminaba a “Entender que la lucha es solidaria a escala mundial y (a) darse cuenta que quienes caen luchando por hacer de sus patrias países independientes caen por nosotros”.
A los estudiantes les pedía no sentirse superiores por haber podido ingresar a la Universidad sino agradecidos. Y, sobre todo, comprometidos con el cambio social ya que eran los impuestos de los trabajadores que pagaban su formación. Por ello aconsejó vincular socialmente al profesional con los trabajadores y campesinos. También expresó que ser joven y no ser revolucionarios era una contradicción hasta biológica, pero que era más fácil ser agitador y mal estudiante, que ser dirigente revolucionario y buen estudiante.
Allende se despidió agradeciendo a México por comprender el drama de Chile, que era como “dijera Pablo Neruda, un Vietnam silencioso…”. Recomendó a los pueblos entender quiénes son sus amigos y quiénes sus enemigos, y agregó: “yo sé que México es y será amigo de mi patria”. Esa amistad fue ratificada por el presidente López Obrador en su reciente visita a Chile.
El 11 de septiembre de 1973, los yanquis y su sabueso Augusto Pinochet consumaron el golpe militar. Después de bombardear el Palacio de la Moneda, Allende fue acribillado. Los militares convirtieron a Chile en el primer laboratorio del neoliberalismo. Posteriormente, mediante la Operación Cóndor, impusieron en toda Latinoamérica gobiernos “de empresarios, por empresarios y para los empresarios”, (Vicente Fox, junio 2001). El poder económico reestructuró instituciones y leyes en su beneficio; legalizó privilegios, oprimió salarios, anuló derechos laborales y consolidó monopolios.
El 16 de septiembre, Echeverría dio asilo político a la esposa (Hortensia Bussi), familiares y cercanos de Salvador Allende. Lo hizo honrando su amistad pero, quizá, también lo impulsó el instinto de conservación. Pues el neoliberalismo amenazaba al nacionalismo revolucionario del PRI. Y tenía razón, la política social y la soberanía económica fueron desmanteladas por Carlos Salinas. Ya que a este Santana le urgía ser reconocido por EUA, después del fraude de 1988. Para Colosio era inaceptable continuar esa ruta entreguista, por esa razón lo quitaron de en medio, asesinándolo. LEA intervino ante Salinas para que el sucesor fuera alguien nacionalista, pero Falló. Entonces el dedazo recayó en Zedillo y los yanquis consolidaron su segundo laboratorio poniendo en práctica las recetas del Consenso de Washington hasta 2018.
La Historia muestra la siguiente coincidencia trágica entre LEA y Allende. Beatriz Allende, “Tati”, la hija más querida del Presidente, deprimida desde el golpe, se suicidó con una UZY en 1977. Y Álvaro Echeverría, hijo de LEA, se suicidó en 2020 dándose un balazo en la cabeza.
En otra coincidencia sangrienta, Luis Echeverría fue descalabrado con una piedra al salir del auditorio de la UNAM nombrado precisamente “Salvador Allende”. Este evento dio pie a que en las fiestas se bromeara ofreciendo beber “presidente con sangrita”, no con cola.
Echeverría fue el primer presidente mexicano llevado a juicio (2002) y encontrado culpable de genocidio. Aunque fue condenado a dos años de cárcel domiciliaria, la mafia del poder lo exoneró en 2009. Falleció cubierto de oscuridad a la edad de cien años teniendo abierta en la FGR otra averiguación previa.
Allende, en cambio, es luz que resplandece cada día con mayor intensidad. Su ejemplo de congruencia heroica fortalece la esperanza de quienes buscan construir una sociedad más justa, libre y humana por medio del Socialismo. La siguiente anécdota muestra la enorme estatura moral de Allende. El día anterior al golpe le pidió a su asesora Gloria Gaytán saliera de Chile. Ella misma describe ese momento.
Allende: Tienes que regresar a Colombia, el golpe va.
Gloria: ¿Es un general el que dirige el golpe o son varios?-Preguntó ella, negándose a obedecer la orden.
Allende: Es uno solo.
Gloria: Pues si tú quieres yo lo mato.
Allende: Pero si tú lo matas, qué nos diferenciaría de ellos.
Hoy, 50 años después de caer luchando por hacer de Chile un país independiente, queda claro que lo hizo defendiendo ideales orientados al amor y a la vida. ¡Hasta siempre compañero!