Por: JAIME REVÈS. 10/07/2023
Como diría Obi-Wan Kenobi, se percibe una conmoción en la Fuerza. De momento es solo el aleteo de una mariposa. El tiempo dirá si acaba siendo un huracán. Más allá del griterío de las tribunas del congreso y las cabeceras de los periódicos, hay algo que está cambiando en el debate de fondo. En la izquierda existe hoy un cierto desencanto provocado por el fin de ciclo del 15-M, el agotamiento de Podemos y la enorme brecha que existe entre la agenda progresista y las necesidades reales de las clases medias. La izquierda anda perdida en debates sobre eutanasia y leyes trans, mientras el común de los mortales ve cómo su salario mengua, su trabajo es cada vez más precario y la factura de la luz crece de forma inexplicable.
Esa sensación de malestar que se respira en la orilla izquierda es la que explica el éxito de Feria en España. Ana Iris Simón ha acertado con las teclas del piano. En su libro la escritora reflexiona (como quien no quiere la cosa) sobre los inexplicables problemas que tiene la izquierda con temas que para la mayoría de los mortales son naturales. Su desdén por la familia, su alergia a los símbolos nacionales o su obsesión por difundir un falso feminismo que entiende la emancipación de la mujer con su capacidad para llegar a casa sola y borracha.
LA POLÉMICA DE LA TEMPORADA
En los ambientes culturales, Diego Fusaro es uno de los nombres que empieza a sonar como posible brújula para superar la desorientación de la izquierda. Fusaro (Turín, 1983) se presenta en Twitter como “discípulo independiente de Hegel y Marx” y afirma posicionarse “más allá de la derecha y la izquierda, contra el turbocapitalismo”.
Hace un par de años Esteban Hernández publicó una entrevista a Fusaro en El Confidencial. En ella el pensador italiano denunciaba que “muchos tontos que se dicen ‘de izquierda’ luchan contra el fascismo, que ya no existe, para aceptar el totalitarismo del mercado”. Y añadía que la izquierda ha traicionado a los trabajadores. “Las izquierdas ya no son rojas sino fucsias, ya no son la hoz y el martillo, sino el arco iris”. Fusaro animaba a fortalecer los vínculos que podían contener la expansión del capitalismo globalizador y cosmopolita: la familia, el sindicato, la escuela, la universidad y el Estado-nación. El ex diputado de Unidas Podemos Manolo Monereo invitaba a todos en las redes sociales a conocer las ideas de Fusaro. Por supuesto, los haters le saltaron a la yugular.
Al mes siguiente, Steven Forti llamaba a Fusaro en CTXT “caballo de Troya de la extrema derecha” y criticaba a esa izquierda “todavía minoritaria” que se siente fascinada por las ideas del italiano. Alberto Garzón afirmaba haber leído a Fusaro y no haber encontrado en sus páginas ni una sola idea de izquierdas.
Hasel París Álvarez publicó en la revista marxista El Viejo Topo un artículo llamado “Íñigo Errejón, ¿el Fusaro español?”. En esta pieza el autor se metía de lleno “en la polémica intelectual de la temporada” y salía en defensa de Fusaro, “el pensador de izquierda acusado de tener varias ideas de derecha”. Este artículo ajustaba cuentas con esa izquierda hegemónica cuya agenda social estaba haciendo una tarea de demolición del Estado, la identidad nacional y la familia que conducía a la atomización y precarización de la sociedad y, por tanto, facilitaba el dominio de las élites plutocráticas internacionales.
El sismógrafo del sector editorial debió notar las vibraciones del subsuelo porque esta pasada primavera Alianza decidió publicar Historia y conciencia del precariado. Siervos y señores de la globalización. Esto es importante, porque hasta la fecha Fusaro había sido publicado en español por El Viejo Topo (marxista) y Fides (posfascista).
Finalmente, el pasado mes de junio Víctor Lenore hacía una entrevista completa a Fusaro en las páginas de Vozpopuli. El italiano, cada vez más provocador y políticamente incorrecto, sostenía que el auge de las derechas como la de Le Pen se debía a la traición de las izquierdas. “Traicionaron a Gramsci, a Marx y a la clase trabajadora para convertirse en los guardianes arco iris del gran capital: lo que defiende la izquierda de la costumbre es lo mismo que quiere la derecha del dinero.”
Pero no se quedaba aquí. El filósofo afirmaba que “tanto si gana la derecha azul turquesa como si gana la izquierda fucsia, de todas formas el que sale ganando es el capital, que justamente tiene un ala derecha y un ala izquierda”. Y añadía algo que resume bien su pensamiento de matriz comunitarista y nacional-popular:
“La geografía política ha cambiado: ya no hay derecha ni izquierda, sino arriba y abajo: el ‘arriba’ de la élite turbofinanciera exige apertura a sus actividades, desregulación económica y antropológica, globalismo y flexibilidad en todos los ámbitos, desde el laboral hasta el de género; en cambio, el ‘abajo’ debería luchar por un Estado soberano nacional democrático y por la eticidad en sentido hegeliano, es decir las ‘raíces éticas’ de la comunidad, desde la enseñanza hasta los sindicatos”.
La potencia de este discurso está poniendo de los nervios a la clase política y a la intelligentsia de izquierdas. Les molesta que nunca haya militado en una organización de izquierdas ni haya compartido manis y sentadas con ellos. A Fusaro le han llamado de todo: cantamañanas egocéntrico, rojipardo o –directamente- neofascista.
Ahora bien, ¿qué tiene este marxista cuyas ideas asustan más a la izquierda que a la derecha?
La síntesis de pensamiento de Fusaro ofrece resultados sorprendentes. Fusaro defiende la nación, la familia y las tradiciones populares. Pero su respuesta no viene “desde la derecha”, sino desde Marx y Gramsci, desde Hegel y los griegos.
DEFENSA DE LA NACIÓN
Fusaro entiende que la única forma de proteger los intereses reales del “precariado” (entendido como clase de los derrotados por la globalización) es la defensa del interés nacional como unión solidaria y laboriosa de trabajadores y pequeño empresariado local contra el “parasitismo del capital financiero y de la aristocracia financiera apátrida”. Cualquiera que se cuestione la idea de nación atenta contra los intereses de los trabajadores, ya sea la izquierda fucsia o las ONGs biempensantes que operan con subvenciones internacionales.
VALORES DE DERECHA, IDEAS DE IZQUIERDA
Si el “Señor globalista”, que está en lo alto, es de izquierda en los valores (globalismo, libertinismo, radicalismo libertario, eliminación de fronteras) y de derecha en las ideas (competitivismo, desregulación, privatización, despolitización), el Siervo nacional-popular, el de abajo, debería ser lo contrario. Debería asumir valores de derecha (arraigamiento, patria, honor, lealtad, trascendencia, familia, eticidad) e ideas de izquierda (emancipación, derechos sociales, igual libertad material y formal, dignidad del trabajo, socialismo democrático en la producción y en la distribución). Este enfoque no es tan distinto del de algunas formaciones de derecha identitaria o soberanista, como el Frente Nacional, que defiende “la derecha de los valores y la izquierda del trabajo”.
PROTECCIÓN DE LA FAMILIA
Para el italiano, la familia es una comunidad que se opone al capitalismo absoluto porque “impone un altruismo particular impermeable a la lógica utilitarista y al individualismo adquisitivo”. Por si hubiera alguna duda, Fusaro aclara que, para él, la familia es la comunidad inmediata basada en el amor, en la confianza, en la diferencia natural de los sexos y en la crianza educativa de los hijos.
En El nuevo orden erótico. Elogio del amor y de la familia, Fusaro carga contra la promiscuidad y falta de compromiso como un reflejo del consumismo capitalista aplicado a las relaciones afectivas. Fusaro cita a Chesterton cuando sintió que el capitalismo sería la fuerza real que destruiría o trataría de destruir a la familia. Fusaro sostiene que hoy en día “casarse es un acto revolucionario” y llega a afirmar que “mientras haya familia, hay esperanza”.
En un artículo sobre Don Juan dice lo siguiente:
“Siguiendo el mito de lo nuevo, Don Juan, como sus actuales sucesores posmodernos, únicamente repite siempre la misma experiencia de goce acéfalo y autista, que nunca se estabiliza en formas éticas y duraderas (…) El hic et nunc (aquí y ahora) del plusplacer sin interdicciones y con constante desinterés por el otro constituye la esencia del solipsismo erótico propio del neolibertinismo coherente con la acumulación flexible”.
CONTRA LA EUTANASIA
Para Fusaro los vientres de alquiler son la última expresión del capitalismo, que lleva incluso a mercadear con la vida y a convertir el cuerpo de la madre en un bien de consumo más. Al mismo tiempo, se opone a la “tanatopolítica de la eutanasia como libre suministro de la muerte”.
MANTENIMIENTO DE LAS TRADICIONES POPULARES RELIGIOSAS
En su lógica de oposición frontal al turbocapitalismo, Fusaro cuestionaba en un artículo el consumismo que estaba acabando con las celebraciones navideñas italianas. “Con obtusa euforia y superficial entusiasmo, celebramos el Black Friday –ápice de la alienación- y nos irritamos donde todavía está el pesebre”.
¿UNA NUEVA VÍA?
La aparición de una voz como la de Diego Fusaro tal vez sea la señal de que el debate sobre el sentido de la política, la economía y la cultura necesita ser repensado. No sabemos si las ideas de Fusaro se desarrollarán en España. Puede que todo se quede en el aleteo de una mariposa o que coja la fuerza de un huracán. No sabemos si en el futuro podrá haber una alianza de patriotas de derecha y patriotas de izquierda para afrontar los problemas del siglo XXI. Pero el simple hecho de imaginar una salida a la confrontación guerracivilista resulta refrescante. No tengan miedo: lean a Diego Fusaro.
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Fotografía: Revista centinela