Por: André Tosel. Marxismocritico. 19/06/2019
Sin ánimo de provocar modificamos el título de la célebre autobiografía que Louis Althusser escribió luego del asesinato de su esposa en 1980 y de su entrada en la noche de los muertos vivos.
El futuro de Althusser dura mucho. La época de la crisis del capitalismo globalizado ya ha traído de regreso al espectro de Marx, como su amigo Derrida había tenido el coraje de hacer notar por aquellos años (1993). Por su trayectoria tormentosa, por su aptitud para plantear las cuestiones cruciales luego del fracaso de la revolución comunista, el pensamiento de Althusser aún se presenta como capaz de producir armas intelectuales para afrontar nuestro tiempo. No se trata tanto de una mera vuelta como del ingreso en una nueva órbita. En verdad, esta nueva órbita es un giro que se realiza sobre el doble luto por las formas de experiencia adoptadas por los movimientos antisistema, prioritariamente el luto por el movimiento obrero, el único que, en sus diferentes variantes, socialdemócrata o comunista, ha existido duraderamente a lo largo de la modernidad, y, ligado al mismo, el luto por el movimiento anticolonialista y antiimperialista que en su momento supo encontrar apoyo en el comunismo.
Ahora que el tiempo está fuera de sus goznes, la obra teórica de Althusser, esa bisagra, puede salir del silencio total que la cubrió durante los años 1980-1990, y ser recuperada para ayudar a abrir una nueva perspectiva y producir los elementos indispensables para la nueva crítica de los tiempos que todo pensamiento emancipador requiere. Esta obra está en condiciones de hacerlo, en particular a partir de la problemática de la historia en la que produjo una ruptura en la época en la cual ella pretendía tener por destinatario, imposible e impotente, al movimiento comunista hoy (auto)liquidado. Althusser, como filósofo autocrítico de la filosofía, ha querido darle al materialismo histórico la Dzforma de la cientificidaddz con la cual la teoría del modo de producción capitalista, objeto de El capital, abrió la ciencia del continente de la historia, explicitando su estructura conceptual, la dinámica interna, las leyes de tendencia y la transformación posible en otro modo de producción.
El aporte de Pour Marx y de Lire le Capital, considerado retrospectivamente, marcó a su época. La historia, la disciplina erudita de las res gestae, de las producciones pasadas de la acción humana ya realizada, con sus articulaciones de prácticas, entraba con estos textos e intervenciones, a través de la crítica del historicismo y el humanismo, en una elaboración estructural. Pero, al mismo tiempo, y en contra de lo que sostenía una crítica apresurada fundada en el primado otorgado a la praxis voluntaria de los humanos, la historia que se construye así misma no era eliminada. La teoría de las estructuras, que eliminaba el sujeto trascendental o antropológico, se combinaba con el saber operatorio y singular de las coyunturas en la coyuntura, es decir, con el análisis concreto de las situaciones concretas caro a Lenin, el lugar en que se libra la lucha de clases, donde aquellas se forman y se transforman en instancias de dominancia y de dirección, o de sumisión y de subalternidad. Es necesario recordar los objetivos políticos de esta empresa que tuvo un impacto mundial sobre la intelligentzia marxista antirrevisionista entre 1965 y 1975. Se trataba de formular las condiciones teóricas y filosóficas de la refundación revolucionaria del comunismo en una URSS liberada del estalinismo y de sus consecuencias en el movimiento internacional. La esperanza de un recomienzo del comunismo se apoyaba en la China de Mao y la revolución cultural. La refundación de la dialéctica como teoría materialista de las contradicciones en términos de la categoría anti-economicista y anti-determinista de la sobredeterminación sonaba como el comienzo de lo que se creía que sería de una larga marcha para el comunismo y el marxismo en Occidente.
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Fotografía: marxismocritico