Por: Victor Ortega. 27/03/2025.
La literatura proletaria es un movimiento literario que Henry Poulaille, fundador del Grupo de Escritores Proletarios de lengua francesa, también conocido como “escuela proletaria” (término desaprobado por Poulaille), fue el primero en definir y organizar en Francia en la década de 1930.
Es definido por Poulaille, como autor proletario a cualquier autor: nacido de padres trabajadores o campesinos, autodidacta (haber abandonado la escuela antes de tiempo para trabajar o, en caso de necesidad, haber recibido una beca, generalmente para convertirse en maestro en el sistema primario, “la escuela de los pobres”, en el momento en que coexistían dos sistemas escolares) y que da testimonio en sus escritos de las condiciones de existencia de su clase social.
La primera definición también especifica que el autor proletario debe seguir ganándose la vida como trabajador o como campesino, pero varios autores son excepciones a esta regla (empezando por el propio Poulaille que trabajó en diversos oficios desde los 13 a los 27 años, pero luego dedicado a actividades menos “obreras” en la edición y el periodismo) son, sin embargo, considerados como autores proletarios, porque sus obras y su acción siguen orientadas a la defensa del proletariado y de una expresión literaria específicamente obrera.
La literatura proletaria, entendida como “escritores interesados en el proletariado y que escriben sobre él”, no se limita, por tanto, al grupo iniciado por Henry Poulaille en la década de 1930. Se ha desarrollado y sigue expresándose en diversas formas. La literatura proletaria incluye muchísimos autores. Thierry Maricourt presenta 381 de ellos en su Diccionario de autores proletarios, Paul Feller había enumerado 850 en un catálogo establecido en 1960.
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En los 30’s, en EU se discutía sobre la noción de “escritor proletario”. La designación de esa noción a una novela se definía genéricamente por “protestar contra las condiciones de vida de los trabajadores en el capitalismo”.
De este modo Charles Miller definía a Bruno Traven como escritor proletario porque era proletario y escribía sobre proletarios y tomaba partido por los proletarios. Sin embargo, Michael E. Bauman puso en duda esta afirmación en 1985 en su B. Traven: no hay sino un Bruno Traven colectivo y ficticio; los personajes de Traven son más bien de extracto lumpen y además stirnerianos. Se sabe por una carta de 1925 que Traven real detestaba la designación de “escritor proletario”. Ni que decir de Ret Marut, de quien se dice que era hijo del Káiser. De esta manera, la noción de “literatura proletaria” se debilita por su normativismo esencialista.
José Revueltas hizo seañlamientos al sentimentalismo ramplón que caracterizaba varias producciones más o menos inspiradas en Upton Sinclair.
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Gerardo de la Torre (retrospectivamente desde 1980): escribe sobre la desintegración del movimiento obrero clásico después de haber sido un obrero del petróleo.
Lara Cázares en La vida que yo viví (1954): militante magonista que escribe sobre la militancia experimentada.
Bruno Traven en La rebelión de los colgados (1950): ente literario que escribe sobre los esclavos del sur de México y a favor de sus posiciones y luchas.
José Revueltas en Los días terrenales (1949): militante comunista que escribe críticamente sobre la militancia nacionalista revolucionaria.
Andre Malraux en La condición humana (1933): un escritor profesional escribe sobre la derrota de una insurrección popular.
Nicolai Ostrovski en Así se templó el acero (1932): joven proletario que vive la revolución de 1917 en Rusia y escribe sobre ella en retrospectiva.
Yakiji Kobayashi en El camarada (1932): militante comunista asesinado que escribió sobre sobre la militancia clandestina del Japón.
Alfred Doblin en Berlín Alexanderplatz (1930): escritor que escribe sobre la marginalidad y se deslinda de la denominada “literatura proletaria” en Alemania.
Bertolt Bretch en la Ópera de los tres centavos (1930): escritor y militante que escribe sobre la dialéctica de la vida cotidiana de la clase trabajadora alemana.
Jack London en El vagabundo de las estrellas (1915, y en 1911, el cuento del boxeador magonista El Mexicano): escritor con simpatías por la clase trabajadora cuyos textos no necesariamente giran alrededor de la vida de la clase trabajadora norteamericana.
Máximo Gorki en La madre (1907): escritor con tema alrededor de la vida de la clase trabajadora en formación militante en Rusia.
La literatura proletaria parece que está se circunscribe al momento en que el estalinismo domina la política mundial de la clase trabajadora, canta sus hazañas y martirios, la escriben jóvenes que vivieron la primera guerra, la revolución de octubre y sus impactos planetarios.
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Los surrealistas fueron lo que, políticamente, más cerca estuvieron de la literatura proletaria, así como los que más lejos estuvieron, estéticamente, de la misma en tanto subproducto del estalinismo mundial. En el Congreso de Karkov de 1931, dónde se funda la Unión Internacional de Escritores Revolucionarios y su órgano, Literatura de la Revolución Mundial, Louis Aragon capitula a las posiciones surrealistas (sendas paralelas e inconfundibles de la revolución social y la investigación de los poderes totales del hombre).
En la Tercera Internacional gana posiciones el “confusionismo humanitario-sentimental” de Le Monde con Henri Barbusse como representante, que terminará con la fundación de la Asociación de Escritores y Artistas Revolucionarios, de la que será excluido el surrealismo a pesar de su petición de afiliación.
A su regreso, Aragon escribe Front Rouge. El poema provoca la posibilidad de 5 años de prisión para Aragon por “incitación al homicidio” de los “monos sabios de la socialdemocracia”. Trescientos intelectuales firman un documento de protesta contra el peligro del encarcelamiento de intelectuales por delitos de opinión.
André Breton polemiza agriamente con Romain Rolland y André Gide, que acusan a los surrealistas de “evadir las responsabilidades” de sus actos. Breton afirma que los poemas son una totalidad y que no se pueden tomar partes aisladas de él para interpretaciones tan arbitrarias como las jurídicas.
Con todo, a Breton el poema le parece retrógrado:
“Es mi deber decir que el poema no abre a la poesía ningún camino nuevo. Sería inútil proponerlo a los poetas de hoy como ejemplo a seguir, pues es incontestable razón que en éste terreno objetivo un punto de partida objetivo no tendría más que un punto de llegada objetivo, y porque éste poema es la vuelta al tema exterior, y especialmente al tema apasionante, pese a toda la lección histórica que se desprende en la actualidad de las formas poéticas más evolucionadas. Hace un siglo (se refiere a la estética de Hegel) que el tema dejó de interesar y, más, desde entonces, dejó de poder ser planteado a priori“.
Pará Breton, si había un “drama histórico”, también había un “drama poético”, y en Front Rouge, la tentación de expresar el primero había llevado al fracaso del segundo.
Ahora bien, no era la primera vez que está cuestión se abordaba en el movimiento surrealista. Pierre Naville había planteado la transición del surrealismo al comunismo cuando no era común y sin consecuencias para los intelectuales del mundo; Aragon lo hizo flanqueado los límites que el surrealismo había trazado respecto al tema, y entonces, renegó del movimiento surrealista.