Por: Belen Febres, Rasu Paza Guanolema
“Es fundamental que regresemos a las sabidurías ancestrales”
En Ecuador, los pueblos y nacionalidades indígenas, afroecuatorianos, y montubios abogan por un mayor reconocimiento de las filosofías originarias de la región y por un acercamiento a la salud integral a través de la medicina tradicional.
José Yánez del Pozo, también conocido en el país como Tayta Sinchi, lleva muchos años acompañando este movimiento desde el estudio y la escritura del conocimiento ancestral. Originario de la provincia de Bolívar en Ecuador, Tayta Sinchi es autor de libros como Yanantin, La filosofía dialógica intercultural del Manuscrito de Huarochiri y Allikai: La salud y la enfermedad desde la perspectiva indígena.
Rasu Paza Guanolema, profesor de quichua, uno de los idiomas ancestrales de Ecuador y Belen Febres, su alumna, se reunieron con Tayta Sinchi, quien comparte algunos de los aportes de la filosofía del Abya Yala, el nombre utilizado por algunos pueblos originarios para referirse a lo que ahora se conoce como el continente americano. «Este nombre es un símbolo de identidad y respeto por los orígenes de este territorio,» explica Tayta Sinchi.
Añade que a pesar de que él ha dedicado gran parte de su vida al estudio de este conocimiento, no fue por ahí que se adentró a la filosofía. «El primer acercamiento que tuve a la filosofía fue a través de pensadores clásicos y occidentales. Esa es la filosofía que se enseña todavía aquí en Ecuador, como si fuera la única que existiera y como si no hubiera nada más,” explica Tayta Sinchi. Sin embargo, mientras escribía su tesis doctoral fuera del país, conoció la filosofía del Abya Yala. “Encontré el manuscrito de Huarochiri, un texto que fue escrito en el idioma quechua en la región que ahora es Perú a inicios de la colonización entonces tenía un enfoque diferente al europeo que empezó a dominarnos a partir de 1492,” dice.
Tayta Sinchi explica que este texto recoge el pensamiento andino de esa época y plasma las respuestas a algunas interrogantes filosóficas como qué pasa después de la muerte, a dónde vamos, qué significa ser bueno o malo, y qué es la familia. Así, brinda respuestas a las preguntas que todas las personas nos hacemos, pero desde una perspectiva distinta.
“Es fundamental que regresemos a estas sabidurías ancestrales que siguen vivas en las comunidades porque ahí podemos encontrar caminos que nos ayuden con los cuestionamientos actuales,” dice Tayta Sinchi. Recalca que la manera de comprender y abordar la salud no es una excepción, pues la visión de salud que emerge de la filosofía de los pueblos y nacionalidades del Abya Yala tiene mucho que ofrecer.
“Esta filosofía habla sobre el sentido de la salud, el sentido del origen de la enfermedad y el sentido de las formas de sanación, que no corresponde a las formas occidentales,” explica Tayta Sinchi. Esto se debe a que el pensamiento de los pueblos y nacionalidades del Abya Yala parte de principios, lógicas y sistemas de valores que fundamentan estilos de vida distintos y, por lo tanto, enmarcan una visión de salud también diferente.
Tayta Sinchi explica que uno de los principales aportes que ofrece esta medicina radica en que ésta se enfoca en buscar las múltiples causas de cada enfermedad. “En la medicina ancestral no se trata de tomarse una pastilla y ya. Esta medicina comprende que la sanación no está solo en tratar los síntomas de una enfermedad sino de entender por qué tenemos esa enfermedad,” dice.
Añade que esta búsqueda de las múltiples causas de la enfermedad está ligada a un principio fundamental de la filosofía del Abya Yala: la relacionalidad. Según este principio, todos los hechos y los seres se desenvuelven en una cadena de relaciones interdependientes que deben ser recíprocas. Así, esta visión no sitúa al ser humano en el centro, sino que lo considera parte de un todo, pues mantiene que todos los seres del universo son pares y complementarios.
La concepción de salud que parte de esta filosofía es la de estar bien, en armonía y equilibrio con uno mismo, otras personas, la madre naturaleza o Pachamama, las y los ancestros o antepasados, y la espiritualidad propia. De esta manera, la salud no está relacionada únicamente al campo físico de una persona, sino que abarca la mente, el cuerpo, las emociones, y el espíritu del ser humano de una manera colectiva. Es decir, no solamente busca la salud de la persona, sino de todo su entorno.
Por este motivo, el proceso de sanación no se basa únicamente en aliviar los síntomas físicos de la persona, sino que también se fundamenta en otros elementos como la música y el canto, la danza, el lenguaje, la naturaleza o Pachamama, la gastronomía, la vestimenta, las invocaciones o rezos, y las prácticas y rituales medicinales. A través de estos fundamentos se busca lograr la armonía corporal y espiritual de la persona y sus relaciones consigo mismo, los demás, y todo lo que le rodea.
Debido a todos los aportes que esta medicina puede ofrecer, Tayta Sinchi considera que se debería abrir espacios para un intercambio profundo de saberes. Para ello, piensa que habría que cambiar la manera en la que se enseña medicina. “Las facultades de medicina deberían enseñar las diferentes filosofías de salud y las distintas prácticas con la misma importancia, no partiendo de la idea falsa de que la medicina occidental sí cura y el resto son brujería o folklor. Es decir, hace falta expandir nuestra forma de entender la salud y de sanar,” expresa.
Sin embargo, cuenta que en la práctica no es así, pues encuentra que no se tiende a dar el mismo valor a la palabra y el conocimiento de los pueblos y nacionalidades indígenas, afroecuatorianos, y montubios que habitan en Ecuador. Considera que esto lleva a que los recursos públicos no se repartan equitativamente, y que esto debe cambiar. “Necesitamos juntarnos en lugar de juzgar y separarnos. Solo así podremos mejorar nuestra salud de manera integral y ampliar nuestra perspectiva como sociedad,” concluye Tayta Sinchi.
LEER EL ARTÍCULO ORIGINAL PULSANDO AQUÍ
Fotografía: Globalvoices