Por: Julia López. 29/03/2022
Luego de que se conociera públicamente la violación grupal de seis varones a una mujer de 20 años en Palermo, periodistas, “influencers” y distintas cuentas en redes sociales comenzaron a advertir la necesidad de dejar de hablar de “violación en manada”: “No son animales, son varones”.
Marzo comenzó con una noticia que volvió a poner de relieve la violencia machista: seis varones de entre 21 y 24 años abusaron sexualmente de una mujer de 20. Sucedió en un auto estacionado en la vía pública, a las 3 de la tarde, en pleno barrio de Palermo. A raíz del suceso, reflotaron algunas reflexiones que colmaron las redes sociales, como la necesidad de dejar de llamar “violación en manada” a las violaciones grupales.
Este cambio de concepto aparece como un cambio de paradigma en la interpretación: no son violaciones “en manada” porque no hay animales de por medio, sino varones socializados en una cultura de dominación masculina. En este sentido se manifestaron en redes sociales especialistas de distintas disciplinas.
Tal es el caso de Luciano Fabbri –reconocido militante, doctor en Ciencias Sociales e integrante del Instituto Masculinidades y Cambio Social, entre otras cosas–, que destacó la importancia de dejar de hablar de “animales”, “monstruos” o “enfermos” cuando nos referimos a violadores. “Se alude a las prácticas machistas individuales y colectivas como desvíos extraordinarios y anomalías”, publicó en Twitter.
Fabbri agregó: “Desde las políticas de género, insistimos en que no se trata de comportamientos aislados ni patológicos. Las violencias de género responden a un sistema social donde los varones son socializados para creer que pueden disponer de las mujeres, de sus cuerpos, hasta de sus vidas”.
En el mismo sentido se expresó Paula Giménez, comunicadora con una vasta experiencia en temas de mujeres, géneros y diversidades. En un tuit que se viralizó rápidamente, repetía: “No violan en manada, violan en grupo. No son animales, son varones”. A continuación, explicó que esta distinción sirve tanto para dimensionar el problema como para buscar soluciones: “[Son] humanos que hacen aberraciones porque crecieron en esta sociedad. Su comportamiento, lamentablemente, es bien humano. Y por eso hay mucho que hacer”.
Si se sostiene la idea de que los agresores sexuales “son enfermos” o “están mal de la cabeza”, se patologiza –y, por lo tanto, se naturaliza– una situación que, en realidad, es cultural. “No es una mentalidad enferma, es la cultura de la violación”, afirma la periodista.
Panóptico de género, un grupo de “antropólogxs des-generando la cultura”, analizó este fenómeno desde la teoría de Rita Segato. “La violación no es un crimen sexual; es, más bien, un crimen expresivo por un medio sexual”. Y continúan la explicación de la violación colectiva: “Mediante este acto grupal, aflora una estructura que es la del orden patriarcal, un orden que ordena sacrificar una víctima para la construcción de la masculinidad de los agresores”.
Con la violación, “se revela la cofradía en la que los aspirantes a hombres necesitan recibir su título ante la mirada de otros hombres”. El caso toma relevancia porque, además, se presenta como un espectáculo en el cual los hombres aparecen como “potentes” y los medios de comunicación tienen responsabilidad en eso.
LEER EL ARTÍCULO ORIGINAL PULSANDO AQUÍ
Fotografía: Unidiversidad