Por: Gabriela Zabala. 16/03/2021
Docentes exigen presencialidad cuidada en las aulas porteñas. Los peligros de la presencialidad en la escuelas tal como se está dando y sin informar a las familias.
Quienes volvieron a las aulas el 17 de febrero del corriente 2021, personal docente y no docente, han debido planear, por sugerencia del Gobierno de la Ciudad, un retorno seguro desde cada institución educativa. Dicha responsabilidad ha sido puesta en este difícil contexto pandémico en las espaldas de docentes y auxiliares sin acompañamiento alguno por parte de los responsables ministeriales.
Escuelas en obras, sin agua, espacios no aptos para contener a los estudiantes en una presencialidad cuidada.
Las aulas sin ventilación son el principal problema porque lo que sí hizo el gobierno de la Ciudad fue poner a disposición una cuenta matemática con la cual se podía calcular cuántos chicos y chicas entrarían en las aulas según medidas en metros cuadrados y protocolo de distanciamiento. Esta ecuación dejó aulas super pobladas, algunas en las que pasan horas dieciséis personas, incluyendo al / la docente. Sin embargo en la Ciudad de Buenos Aires continúan recomendando que no se junten más de diez personas en un espacio cerrado por ser las actividades sociales, las reuniones de amigos y familiares, donde podría circular el virus con mayor facilidad.
En la práctica real era evidente al organizar el aula que las personas allí trabajando eran demasiadas y con esos números sugeridos de alumnos por aula era imposible también preservar el espacio destinado al docente: cuatro metros cuadrados.
Profesionales de la salud han determinado que la ventilación de las aulas debe ser “cruzada”, es decir que debería haber dos ventanales enfrentados que garanticen, si hay corriente de aire, la ventilación del ambiente. En los relevamientos y aprobación de aulas habitables bastaba con que haya algunas ventanas en el aula para habilitarla como espacio seguro para niños y docentes.
Hoy en día cuesta mucho permanecer en ellas con la obligación y la necesidad de tener que usar el barbijo. Una de las protecciones más efectivas de los y las docentes son las máscaras que realmente van siendo dejada de lado con el correr de los días ya que es imposible dar clases y a la vez conservar la voz tras el uso de barbijos y máscaras de forma constante. Los docentes han optado por barbijos descartables y más finos para poder hablar y respirar. Los compran ellos mismos en las farmacias, y se siguen preguntando si es suficiente.
Los docentes fueron declarados trabajadores esenciales pero que jamás fueron tenidos en cuenta en el plan de vacunación de la Ciudad de Buenos Aires, ni aún habiendo comenzado a trabajar en la presencialidad, hasta la reciente negociación de las paritarias donde el acuerdo incluyó la apertura de una agenda de vacunación para docentes.
¿ Porqué las familias no reclaman? Porque está todo muy bien pensado: parte del protocolo indica que las familias no pueden cruzar la puerta de la escuela para evitar la circulación de más personas. De esta manera desconocen cómo viven sus hijos e hijas la presencialidad en la escuela, los mandan confiados, pero no ven lo que sucede. ¿Alguna vez se preguntaron qué pasa realmente, o si están protegidos en la escuela en relación a evitar contagios? Podemos asegurar que si ven una clase en vivo y en directo descubrirán entonces que hay más riesgo que prevención. El acohol sanitizante se termina y no llegan repuestos, hay baños sin jabón y sin toallas descartables de papel. La mayoría de los termómetros que usan para medir la temperatura al ingresar a las escuelas funcionan mal. Pregunten y vean qué temperatura marca su hijo/a al ingresar y ser darán cuenta. Empiecen a reclamar que garanticen cuidados antes de que el virus entre a sus casas.
Los chicos sí están expuestos al igual que sus docentes.
NOS MINTIERON, NO ESTÁN CUIDANDO A NADIE.
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Fotografía: Hamartia