Por: EFE. 11/02/2021
Los estados emocionales de los ciudadanos son un anticipo de las opiniones y un factor determinante en la toma de decisiones, pero siguen siendo ignorados por la política tradicional, ha lamentado en declaraciones a Efe el asesor de comunicación y consultor político Antoni Gutiérrez-Rubí.
Gutiérrez-Rubí es autor del libro “Gestionar las emociones políticas”, último título de la serie “#Más democracia”, de la editorial Gedisa, presentado esta semana en Pamplona.
En la obra, el autor analiza un factor determinante de la toma de decisiones políticas de la ciudadanía: lo irracional, lo volátil, los sentimientos y emociones que necesariamente entran en juego en el análisis político.
El consultor ha asegurado en ese sentido que la política debe de comprender mejor los estados emocionales de la opinión pública y, a partir de ahí, establecer “un nuevo vínculo” de carácter empático con la ciudadanía.
Se trata, ha explicado, de tener “un mejor conocimiento del cerebro” y de “comprender mejor las emociones que siente la gente, que son el anticipo de lo que acaban pensando” los ciudadanos.
Hasta ahora, ha apuntado, para conocer las opiniones se ha venido utilizando la demoscopia, tanto cualitativa como cuantitativa, pero “me parece que hay que introducir nuevas variables” o herramientas de trabajo.
Por ejemplo, ha destacado, las búsquedas en internet dan “una información profunda” sobre las preocupaciones de la gente, al igual que la “escucha activa” en redes sociales, una labor que, si se hace “profesional y seriamente”, aporta “mapas de calor emocional, mapas semánticos, información sobre los contornos emocionales en los que se está moviendo un concepto, una idea, una persona, una administración”.
También es muy interesante, ha agregado, todo lo relacionado con las herramientas que permiten hacer “autochequeos” ideológicos o de comportamiento, así como el “merchandising” o la relación entre la compra de un determinado bien o servicio y una emoción o momento político.
“Son varias áreas que lo que hacen es mirar qué hace la gente, no tanto qué piensa o qué dice”, ha resaltado Gutiérrez-Rubí, quien ha estimado que “el análisis de comportamiento es más profundo y amplía la comprensión de los estados de ánimo de la gente”.
De hecho, ha aseverado, “lo que estamos viendo recientemente es una creciente divergencia entre lo que dice y opina la gente cuando se le pregunta en una encuesta y lo que hace y acaba pensando la gente”.
Por eso, algunas encuestas “están fallando estrepitosamente, porque no se dan cuenta de los movimientos de fondo que hay en las sociedades que quieren interpretar”, ha declarado.
Gutiérrez-Rubí ha afirmado que la llamada “neuropolítica” es una disciplina “lamentablemente poco conocida” en la política, no tanto entre los profesionales de la comunicación política, y esto “es una tarea pendiente” a solucionar, porque “buena parte de los errores políticos que se cometen vienen o bien por la sobrerrepresentación de las emociones o por la minusvaloración de las mismas”.
En España, ha opinado, se dan los dos extremos: “Hay fuerzas políticas que están estimulando constantemente las emociones y las pasiones y otras que a veces las ignoran o no comprenden su profundidad y su capacidad movilizadora”.
Para el autor del libro, la política debería tener “una mirada menos prejuiciosa hacia los estados de ánimo, que a veces se subvaloran desde una cierta arrogancia técnica o ideológica, y entender que estos estados de ánimo están generando opiniones y acciones”.
“Con las emociones piensas, con las emociones actúas”, ha manifestado Gutiérrez-Rubí, quien ha considerado que la neurociencia es una disciplina que “debería ocuparnos más tiempo para entendernos mejor” entre todos.
Respecto a las “fake news”, ha señalado que son una manipulación emocional “en toda regla” y “una demostración de por qué las emociones son importantes”.
“Las ‘fake news’ se viralizan porque apelan a una emoción, y las emociones las compartes con tus entornos de proximidad, con tus burbujas de referencia”, ha comentado.
Javier Rodrigo.
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Fotografia: EFE