Por: Efeminista. 03/02/2023
La primera ministra de Nueva Zelanda, la laborista Jacinda Ardern, referente del progresismo y el feminismo en la política mundial, ha anunciado este jueves, 19 de enero, que dejará su cargo el próximo febrero por no tener «la energía» para presentarse a la reelección este año.
Ardern, de 42 años, quien en 2017 se convirtió en la mujer dirigente más joven del mundo con 37 años, ha hecho el anuncio durante una reunión del Partido Laborista, en la que ha asegura con voz trémula no tener «suficiente energía para seguir con el trabajo. Es el momento».
La carismática política, consiguió en octubre de 2020 revalidar su mandato con una aplastante mayoría y que el Partido Laborista gobernara en solitario. Algo que ninguna formación neozelandesa había logrado desde la reforma electoral de 1996.
«No lo dejo porque sea duro, lo dejo porque este trabajo conlleva una gran responsabilidad, y no tengo suficiente energía para hacerle justicia», ha explicado durante una rueda de prensa Ardern, quien, por otra parte, ha asegurado que este será siempre el cargo «más bonito» de su vida.
La política neozelandesa ha afirmado que no tiene planes una vez abandone el puesto y que aprovechará para pasar más tiempo con su familia, mientras piensa en cómo continuar «ayudando a Nueva Zelanda».
También ha añadido que ella no ha elegido sucesor, por lo que en los próximos días habrá una votación en el seno de su partido para elegir candidato, con Nueva Zelanda celebrando elecciones el próximo 14 de octubre. Un anuncio de retirada que se produce mientras sondeos de los últimos meses dan cierta ventaja al opositor Partido Nacional para las elecciones.
Pasado mormón
Nacida el 26 de julio de 1980 en Hamilton, en la Isla Norte de Nueva Zelanda, Ardern se crió en las localidades de Morrinsville y Murupara en un entorno humilde, hija de un policía y una antigua feligresa de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (un templo mormón).
Devota mormona en su infancia y adolescencia, Ardern contó en una entrevista en 2017 que renunció a su fe debido a la posición condenatoria de la Iglesia sobre la comunidad LGTBI al compartir piso con tres amigos gais. Años después, votaría a favor del matrimonio igualitario en el Parlamento en 2013.
Tras afiliarse al Partido Laborista a los 17 años y destacar rápidamente en las juventudes de la formación, se licenció en Comunicaciones por la Universidad de Waitako.
La dirigente más joven del mundo
Con el tiempo, Ardern se convirtió en la parlamentaria más joven de Nueva Zelanda en 2008, tras un periplo en el extranjero que la llevó de trabajar en una cocina popular en Nueva York preparando albóndigas a formar parte de un equipo de consultores en Londres del entonces primer ministro británico, Tony Blair.
En agosto de 2017 sucedió a Andrew Littler al frente del laborismo. Después de que el partido depositase su confianza en ella para dirigir a la formación a la victoria en las elecciones de septiembre de aquel año. Un triunfo que la hizo batir otro récord, convirtiéndose entonces, a los 37 años, en el dirigente más joven del mundo.
Su prueba de fuego llegó poco después, el 15 de marzo de 2019, cuando un supremacista blanco australiano mató a tiros a 51 personas durante un asalto a dos mezquitas de la localidad de Christchurch, en el que fue el peor atentado terrorista de la historia del país.
Ardern anunció inmediatamente una reforma de la ley de tenencia de armas. También hizo gala de empatía vestida con un velo islámico y convirtió el dolor de la minoría musulmana en el de todo el país al pronunciar la frase: «somos uno, ellos somos nosotros».
Referente feminista
Durante su primer mandato, en junio de 2018, Ardern tuvo a su primera hija con su pareja, Clarke Gayford, lo que la convirtió en la segunda mandataria en dar a luz durante su gobierno, tras la fallecida Benazir Bhutto (1953-2007), primera ministra de Pakistán.
Ardern trató de normalizar su rol como madre y líder con decisiones icónicas como llevar a la pequeña cuando era un bebé a la Asamblea General de la ONU en Nueva York en 2018. Imagen que dio la vuelta al mundo, siendo la primera vez que un dirigente lo hacía.
Más recientemente, durante la visita en noviembre de su par finlandesa, Sanna Marin, Ardern reaccionó con rapidez a la pregunta de si se reunían por «tener muchas cosas en común», inquiriendo si se habría preguntado lo mismo al expresidente de EE.UU. Barack Obama y al exlíder neozelandés John Key cuando se vieron en el pasado.
El reto de la Covid-19
Pero no todo han sido alabanzas. Aunque la respuesta del Gobierno de Ardern a la pandemia fue inicialmente aplaudida, limitando los contagios con una estricta política de control fronterizo y confinamientos, las draconianas medidas no fueron del gusto de todos.
Igualmente, el proceso de reapertura se vio salpicado de multitudinarias protestas contra las vacunas durante el pasado año.
Una crisis ante la que Ardern, a quien se ha criticado por intentar tapar las deficiencias de su Gobierno tras su carisma personal y elocuencia, recurrió en repetidas ocasiones al «leitmotiv» de su ya casi finalizado mandato: «Sed amables. Sed fuertes».
Precisamente, Arden ha presentado su despedida declarando que «se puede ser amable y fuerte, y también ser el tipo de líder que sabe cuándo es el momento de marcharse».
«Soy humana, los políticos somos personas. Para mí, ha llegado el momento», ha añadido Ardern, visiblemente emocionada, afirmando que su país está «en un mejor lugar» en varias áreas ahora que hace años, entre ellas en la lucha contra el cambio climático.
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Fotografía: Efeminista