Damos la Bienvenida formal al Portal Insurgencia Magisterial a los Colegas de la UPN-Ajusco, quienes a partir de este artículo publicarán todos los miércoles su Columna de análisis titulada CORTOCIRCUITOS. Los invitamos a leer, analizar y difundir sus artículos.
Por: Roberto González Villarreal, Lucía Rivera Ferreiro y Marcelino Guerra Mendoza. UPN Ajusco.
Vivimos tiempos sombríos. Tiempos aciagos. Tiempos revueltos. Los propios de un cambio de época. Cuando lo nuevo apenas barrunta en el horizonte, mientras lo viejo no acaba de morir. Tiempos de desafíos y de remilgos. Tiempos azarosos.
Son tiempos que no caben en los conceptos, que desafían las explicaciones, que trastocan los sentidos y pervierten la razón. Nada es seguro, sólo la terca negativa de la comprensión con las nociones del pasado. Las que nos trajeron hasta aquí.
¿Cómo salir de la oscuridad utilizando el saber que la produjo? ¿Cómo enfrentar a los poderes usando sus mismas teorías, sus mismas prácticas, sus mismos artilugios? ¿Cómo cambiamos el destino de las luchas si repetimos las fórmulas que conducen siempre a la derrota?
Quizá lo primero que hay que hacer es cuestionar nuestros principios, nuestros valores, nuestras formas de pensar y de sentir. Este ha sido el papel de la crítica. Pero posiblemente también la critica tenga que cambiar. Durante demasiado tiempo se ha hecho con los mismos instrumentos del poder. Ha sido parte, ha sido cómplice. Ha seguido sus principios: a partir de una premisa sigue el razonamiento que dicta lo que se debe de hacer.
El intelectual ha tenido esta función. Ha sido la conciencia de la época. La voz que descubre la verdad muda de las cosas y la trasmite a quienes no la conocen, no la pueden descubrir o no tiene voz para hacerlo. La voz de los que no tiene voz, se ha nos dicho demasiadas veces.
El intelectual ha representado, ha re-presentado, es decir, ha sustituido, se ha presentado en lugar de quienes luchan. Asesor, líder espiritual, confesor y programador del futuro inmediato. ¡Hay tantos! ¡Y tantas!
Lo que estos críticos no dicen es que forman parte del poder. De ese poder transversal, de izquierda a derecha, que sustituye a quienes luchan. Lo que no cuestionan es el régimen de poder que los produce.
Así, forman marcos de referencia, desvalorizan información, ejercen todas las triquiñuelas posibles para ganar, para imponer, para cegar, para negar, para trucar, para truncar. Son la imagen especular del adversario: son las formas producidas por el poder, con otros nombres, con otros signos, con otros ropajes. Pero lo mismo.
Así ha sido la critica a la reforma educativa en México. Asesores que explican, que declaran, que dicen lo que hay que pensar y decir; consejeros del otro poder, quizá del mismo que produjo la reforma.
La crítica debe cambiar. Con demasiada frecuencia sólo atiza al poder, le exige eficacia y eficiencia. Le demanda congruencia y pertinencia. Por eso siempre va atrás de los poderosos. Por eso conduce a la derrota y luego dirige los ajustes de cuentas.
Hay que cambiar. Hacerlo como siempre conduce al fracaso. Es algo sencillo, pero doloroso: si siempre perdemos, ¿por qué seguir haciendo lo mismo, lo que nos conduce a la derrota? De las fórmulas de siempre no surge nada nuevo.
Nosotros apostamos a otra cosa. A otra función, a otra práctica y a otros valores de la crítica. Este es nuestro código:
- La crítica no es un dictado alterno, no le dice a los poderosos lo que debe hacerse o lo que debían haber hecho. La crítica es un “desafío a lo existente”. Es un instrumento de quienes luchan y no toleran lo existente.
- El crítico no es el que habla por los demás, descubre verdades ocultas y pregona la verdad subyacente de las cosas. Llamamos críticos a quienes desafían el orden existente y cuestionan las formas de sujeción y los regímenes de poder.
- La función intelectual no consiste en re-presentar a quienes luchan, mucho menos ser la conciencia crítica de la ´época, sino denunciar todas las formas de poder donde trabaja, donde es su instrumento y su personaje: en el saber, en la verdad, en el conocimiento.
- La práctica intelectual, no le dice a los demás qué hacer, cuándo o cómo. No sustituye a quienes luchan ni programa su acción política. La práctica intelectual escudriña lo existente y reta los saberes del poder.
- La crítica ha sido el trabajo solitario del intelectual. Nosotros cuestionamos este solipsismo y concebimos el trabajo como una práctica de lo heterogéneo que se desafía a sí mismo para producir algo en común. Es un trabajo de los distintos que producen algo en común sin dejar de ser distintos.
- Para quien se interese en los detalles: somos un colectivo heterogéneo que produce textos en común, a partir de discusiones permanentes, a veces a todas horas del día, establece acuerdos y asigna responsabilidades concretas, cuyos productos se revisan y se publican en común. Por eso los estilos de redacción pueden ser distintos, pero el resultado está escrito y pensado en conjunto.
- No se encontrarán aquí programas ni leyes, pero si procedimientos, instrumentos, técnicas, interpretaciones en las que se dice cómo se pensaron y cómo se hicieron las cosas.
¿El título? Lo decimos sin ambages. Proviene de una frase de Foucault: “Todos mis libros son pequeñas cajas de herramientas. Si la gente quiere abrirlos, usar tal frase o tal análisis como un destornillador o una pinza para provocar un cortocircuito, descalificar o quebrar los sistemas de poder, incluidos aquellos de donde eventualmente salen mis libros… ¡Mucho mejor!”.