Por: La Redacción del Portal Insurgencia Magisterial. 02/08/2024
Compartimos un documento que se hace público en el Portal Otras voces en Educación con sede en Venezuela, el cual es firmado por su Director General, Luis Bonilla Molina, junto con otras personalidades.
La jornada electoral presidencial del domingo 28 de julio ha culminado con una enorme decepción para la gran mayoría del pueblo venezolano. El Consejo Nacional Electoral (CNE) emitió un boletín después de la medianoche, en el cual da como ganador a Nicolás Maduro, a pesar de que Elvis Amoroso anunció que correspondía sólo al 80% de las actas escrutadas. Como la diferencia entre Maduro y González Urrutia es de sólo 704.114 votos, el 20% restante de actas por escrutar, que correspondería aproximadamente a 2.514.694 votos, es una cifra que perfectamente puede modificar el resultado final de las elecciones, de manera que el boletín del CNE con el cual proclamaron como presidente electo a Nicolás Maduro este lunes 29 de julio, no se basa en una “tendencia irreversible” de la votación, sino todo lo contrario. Por esta causa, la proclamación que ha hecho el CNE es completamente ilegal, pues las cifras aportadas no demuestran que Maduro haya ganado las elecciones.
Adicionalmente, dicho boletín no se sustentó en el informe de la comisión técnica integrada por los testigos de los representantes de los candidatos y el representante del CNE, ni fue suscrito por éstos, según lo establece el protocolo respectivo, tal como lo denunció el candidato del partido Centrado, Enrique Márquez. Pero, además, el presidente del CNE, Elvis Amoroso, realizó la adjudicación y proclamación como ganador a Nicolás Maduro como ganador de la contienda electoral sin que previamente se haya producido la totalización del 100% de las actas de escrutinio, lo cual violenta procedimientos claves para garantizar la legitimidad del ganador proclamado.
Hasta que no se haya contabilizado el 100% de las actas, y corroborado dichas actas con las que existen en manos de los testigos electorales del candidato de oposición Edmundo González Urrutia, no puede el CNE definir quién es el candidato ganador de las elecciones presidenciales. La oposición con el 73% de las actas de escrutinio emanadas de las propias máquinas del CNE ha presentado votación a favor de Edmundo González de 2 a 1 respecto a Nicolás Maduro. Es por esa razón que consideramos fundamental que el CNE permita una auditoría de la votación y publique de inmediato los resultados detallados por Estados, Municipios, Parroquias, centros de votación y cada mesa electoral.
Nos preocupa igualmente la denuncia realizada por el candidato opositor Enrique Márquez, quien afirmó este lunes que el boletín leído por Elvis Amoroso a media noche, no salió de la sala de totalización, y que por tanto el origen de ese boletín sería completamente irregular. A lo que se une la suspensión de la transmisión de actas que ejecutó el CNE a las 7 de la noche del domingo, y la expulsión de los testigos de oposición tanto del CNE principal como de numerosos centros de votación.
El pueblo venezolano, dentro y fuera del país, sabía que no estaba participando en unas elecciones totalmente democráticas ni competitivas. Con proscripción de candidaturas; presos políticos; artimañas “técnicas” como: cambiar a electores de circunscripciones de forma unilateral un día antes de la elección; disminuir la cantidad de mesas de votación para generar retrasos y por ende, el desgaste del electorado; enviar máquinas defectuosas a los centros de votación para retrasar el proceso; impedir la presencia de veeduría internacional amplia y con credibilidad; evitar la labor de los testigos electorales; impedir desde 2010 la posibilidad de inscripción en el Registro Electoral Permanente de los venezolanos migrantes en el exterior; etc, fueron sólo algunas de las tácticas utilizadas por el partido-Estado-ente electoral para aferrarse ilegítimamente al poder como fue consumado de madrugada ante la mirada estupefacta de todo un país y el mundo. Ni las dictaduras argentina y chilena, las más cruentas del siglo XX latinoamericano, se atrevieron a semejante fraude electoral cuando sus élites gobernantes organizaron las elecciones que dieron de ganador a Alfonsín y la salida de Pinochet en 1983 y 1988, respectivamente.
El resultado final de la gran jornada cívica que protagonizó el 57% del electorado, incluyó no sólo el ejercicio del derecho al voto sino una gran movilización autónoma e independiente de la sociedad que se auto organizó sin maquinaria, sin recursos, padeciendo persecuciones, chantajes, amenazas y el saldo siempre de personas detenidas que sólo ejercen su derecho a la participación política consagrada en la Constitución Nacional. Estamos, para quienes aún lo dudan, ante la consolidación de un régimen autocrático que no admitirá jamás su derrota frente a su ilegitimidad social y política, porque la miseria, la depauperación de la vida cotidiana con los servicios públicos decadentes, la pérdida de todos los derechos laborales y de la seguridad social propiciado por las políticas económicas del gobierno neoliberal de Nicolás Maduro, no le dan forma de contar con respaldo de ningún tipo. Sería absurdo pensar que una sociedad que ha padecido el éxodo del 30% de su población por la crisis económica (precedente a las sanciones internacionales contra Venezuela, que agudizan la situación), la represión y persecución por pensar distinto y el hambre, haya respaldado a sus verdugos con el voto: ese mito se lo creen sólo quienes desde el poder asumen tener el “derecho a gobernar” irrespetando la voluntad popular.
A escasas horas de este desconocimiento por parte del gobierno -y del CNE controlado por él- se generó un inmediato rechazo en las calles de todo el país, especialmente en los sectores populares, otrora bastiones del chavismo, que ya comienzan a ser duramente reprimidos, tanto por fuerzas de seguridad del Estado como por funcionarios de civil, incrementándose las prácticas de violaciones masivas a los derechos humanos de la población. En menos de 12 horas ya el Observatorio de Venezolano de Conflictos contabiliza 187 protestas en 20 estados del país. No existe contradicción entre la movilización electoral y la protesta. Exhortamos a los funcionarios policiales y militares a respetar los derechos constitucionales, especialmente: la protesta pacífica, la libertad personal, la integridad física y la vida.
Las distintas fuerzas políticas de oposición tienen una gran responsabilidad en sus manos para construir un espacio amplio de cambio que aglutine a todas aquellas personas comprometidas con la reinstitucionalización del país, para contar con las mínimas garantías políticas y construir así caminos viables para salir de la severa crisis humanitaria que padecemos. Estamos ante un Estado criminal que no cesa en su afán persecutorio y en la construcción de “enemigos” para responsabilizar siempre a otros de los errores de gestión que ellos cometen. El impulso transformador y el entusiasmo que vivimos en estos meses de campaña, más la lucha perseverante y digna que han sostenido distintas fuerzas de trabajadores como los docentes, las enfermeras, los siderúrgicos y petroleros, entre otros, deben sumarse en un amplio frente social y político antifascista/antidictatorial, para llevar adelante formas organizativas que logren un reconteo / auditoría electoral de los resultados del 28-J, tal y como han sugerido países como Brasil y Chile, con la participación de la única veeduría internacional creíble que acudió al proceso: el Centro Carter y la Misión de Naciones Unidas.
La historia de 200 años de liberación que ha protagonizado el pueblo venezolano no puede ser pisoteada por más tiempo. La fuerza del pueblo venezolano, su esperanza, su alegría y su solidaridad debe ser el centro de las acciones que guíen el camino frente a un poder totalitario amparado sólo en la fuerza de la represión, porque quedó demostrado que el pueblo perdió el miedo y todos sabemos que los resultados anunciados por el CNE no coinciden con la voluntad popular expresada en las urnas. La unidad de todos los actores políticos y sociales, para ello será fundamental. No es momento para esperar milagros ni mesías, es momento de defender el voto con todas las actas de la votación y construir un frente único en esa dirección.