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Del níquel al litio: Nornickel, derechos indígenas y el dilema de la economía verde en el Ártico

por RedaccionA junio 16, 2025
junio 16, 2025
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Por: DEBATES INDÍGENAS. 16/06/2025

A medida que el mundo se orienta hacia los vehículos eléctricos y la energía renovable, la demanda de litio se ha disparado. Como el Ártico es un área rica en reservas de litio aún no explotadas, sus Pueblos Indígenas están en el centro de esta fiebre por el “oro blanco”. En este contexto, la gigante rusa Nornickel presenta una doble identidad: una autoproclamada defensora del futuro energético verde de Rusia, al mismo tiempo que una notoria responsable de la destrucción ambiental y la violación de derechos de los habitantes del Ártico. Ante los costos que enfrentan las comunidades y la fragilidad de los ecosistemas, es momento de cuestionar las narrativas de sostenibilidad que depredan los recursos naturales.

El Ártico es una región de impresionante belleza y extrema vulnerabilidad, pero se ha convertido, una vez más, en un campo de batalla por la extracción de recursos. Entre estos recursos, se destaca el litio, un mineral vital para las baterías de vehículos eléctricos y el almacenamiento de energía renovable, que ha convertido a la región en un actor clave de la economía verde global. Sin embargo, la aparición de “la frontera del litio” en el Ártico plantea un dilema crítico: avanzar en soluciones climáticas mientras se pone en peligro uno de los ecosistemas más frágiles del planeta a través de la degradación ambiental y la disrupción social.

En el centro de esta tensión se encuentra Polar Lithium, una empresa conjunta entre la corporación Nornickel y la estatal rusa Rosatom, responsable del desarrollo de Kolmozerskoye, el mayor yacimiento de litio del país, ubicado en la región de Murmansk, en la frontera con Finlandia. Aunque el proyecto promete fortalecer la posición estratégica de Rusia en el mercado mundial del litio, también genera importantes preocupaciones para el pueblo Sámi, cuyos territorios ancestrales se ven directamente afectados.

El rol del litio en la economía global y el nuevo enfoque de Rusia

El litio suele ser denominado como el “oro blanco” o el “nuevo petróleo” de la revolución renovable y está transformando los mercados globales. Actualmente, la producción de baterías representa el 74 por ciento de la demanda mundial de este metal y se estima que crezca drásticamente a medida que aumente la adopción de vehículos eléctricos y los sistemas de almacenamiento de energía renovable. Para 2030, se espera que la demanda de litio aumente 18 veces con respecto a 2021 y se proyecta un asombroso incremento de 60 veces para 2050. Cabe destacar que el 80 por ciento de los yacimientos globales de litio se encuentran en tierras de importancia histórica para los Pueblos Indígenas.

Conociendo que la creciente demanda de materias primas puede reconfigurar el poder geopolítico, Rusia ha priorizado el desarrollo de su capacidad doméstica para reducir la dependencia de las importaciones. Además de poseer grandes reservas del mineral, que representan el 10 por ciento del total mundial, el país tomó control de dos de los cuatro yacimientos de Ucrania luego de la invasión de 2022. Yacimientos previamente abandonados por falta de viabilidad ahora son considerados críticos para fortalecer la cadena de suministro nacional. Por ello, Rusia está impulsando proyectos de minería de litio en los yacimientos Zavitinskoye, Polmostundrovskoye, Kovyktinskoye, Yaraktinskoye y Kolmozerskoye, con planes de desarrollo acelerado entre 2023 y 2030 para cubrir la creciente demanda interna.

En febrero de 2023, Polar Lithium recibió los derechos exclusivos para explotar Kolmozerskoye. Este proyecto se ubica en la región de Murmansk y forma parte de los planes geopolíticos de Rusia para reducir la dependencia de las importaciones de litio y de componentes de baterías. Se espera que el yacimiento produzca 45.000 toneladas anuales de carbonato e hidróxido de litio, materias primas clave para la fabricación de baterías. Adjudicado mediante una subasta por la Agencia Federal Rusa para la Gestión de Recursos Subterráneos, el proyecto cuenta con una licencia de uso de 20 años con una inversión inicial de 19 millones de dólares.

Durante 2023 y 2024, Polar Lithium completó perforaciones exploratorias extensas en la región: un total de 184 pozos que suman más de 40 kilómetros. Este ambicioso plan indica un posible giro estratégico de Nornickel desde la explotación del níquel hacia la minería de litio. Rosatom también está construyendo una fábrica en Kaliningrado que producirá baterías para 50.000 vehículos eléctricos por año a partir de 2025. Además, se planea una segunda planta, aunque su ubicación todavía no ha sido revelada.

La amenaza de Nornickel a las comunidades árticas

Nornickel es el principal productor mundial de níquel, paladio y platino, y la mayor empresa minera y metalúrgica de Rusia. Impulsada por las tendencias del mercado global y las presiones geopolíticas, esta gigante minera (que cuenta con un polémico historial de daños ambientales y sociales) se posicionó rápidamente como un actor clave de la minería a nivel mundial y de la extracción de litio en el Ártico.

Aunque la infraestructura existente y su dominio en la minería ártica le otorgan una ventaja, la historia de Nornickel es preocupante. Incidentes como el catastrófico derrame de diésel en Norilsk en 2020 evidencian su negligencia ambiental. La empresa también ha emitido metales pesados a la atmósfera y vertido aguas químicas residuales en ríos cercanos. Estos antecedentes plantean dudas sobre si su incursión en la energía verde es realmente un paso hacia la sostenibilidad o, simplemente, una nueva fase de explotación de recursos con el único objetivo de aumentar sus ganancias.

Así como el proyecto promete grandes beneficios económicos y estratégicos, también plantea graves riesgos para los ecosistemas árticos y las comunidades indígenas que habitan tradicionalmente en la región. La construcción de infraestructura e instalaciones que permitan la extracción de los recursos representa una amenaza creciente para las comunidades indígenas nómadas dado que reducen significativamente sus áreas de caza, pesca y pastoreo de renos. Si bien Nornickel ha adoptado los principios Environmental, Social, and Governance, sus inversiones en reducción de emisiones han sido criticadas por superficiales y no abordar el daño ambiental sistémico. En este contexto, Kolmozerskoye corre el riesgo de perpetuar ciclos de injusticia social.

La minería del litio también representa un nuevo camino de daño ambiental y amenaza ecosistemas ya afectados por el cambio climático y la actividad industrial. En efecto, la técnica de extracción prevista será la minería a cielo abierto que es una de las más destructivas. Este método implica la remoción masiva de vegetación, suelo y roca, lo cual contamina el aire y las fuentes de agua, y causa una gran pérdida de biodiversidad. Además, estas operaciones podrían acelerar la degradación del permafrost (suelo que permanece congelado) y liberaría gases de efecto invernadero atrapados. En conjunto, estas operaciones desestabilizarían aún más el clima.

Derechos indígenas y la ilusión del consentimiento

Las formas de vida de las comunidades indígenas del Ártico dependen del pastoreo de renos, la pesca y la caza, y son especialmente vulnerables. De hecho, la minería de litio ya ha desplazado comunidades y ha erosionado prácticas culturales ligadas a la tierra. La región de Kolmozero, que albergaba campamentos de pastoreo y una estación meteorológica vital para los pueblos Sámi y Komi, ha sido profundamente afectada: al anunciarse la extracción del mineral, las comunidades se vieron obligadas a abandonar sus tierras ancestrales. La cooperativa Tundra, que cuenta con 20.000 renos, corre el riesgo de colapsar debido a la destrucción del hábitat y la contaminación.

La desconfianza persistente hacia los proyectos industriales se ve agravada por la participación superficial de las comunidades indígenas. Las decisiones sobre la industria extractiva suelen tomarse a puertas cerradas, sin una consulta real sobre las necesidades o intereses de los pueblos afectados. Aunque Nornickel asegura que promueve un “mundo más limpio” y que involucra a los Pueblos Indígenas, los residentes sámi han denunciado la superficialidad del proceso: sólo se consultó a 50 personas sámi, a pesar de que la región alberga a unas 2.500 personas.

Si bien Nornickel afirma respetar el principio de Consentimiento Libre, Previo e Informado (CLPI), en la práctica, las comunidades suelen quedarse sin opciones. En lugar de establecer un diálogo genuino, Nornickel presenta “acuerdos preferenciales”, que presionan de facto a las comunidades a reubicarse. Peor aún, las estructuras de gobernanza existentes, incluidas las leyes rusas y marcos internacionales como el Consejo Ártico, han fallado en proteger los derechos indígenas y han dejado a las comunidades en una situación de vulnerabilidad frente a la explotación y el desplazamiento. Al evitar una consulta genuina, las operaciones de Nornickel refuerzan esta brecha.

De más está decir que estas prácticas que simulan el consentimiento socavan la soberanía indígena y perpetúan la injusticia sistémica. Aprovechando la vulnerabilidad económica de las comunidades, las empresas ofrecen incentivos menores, mientras que la simulación de consentimiento legitima sus actividades. El resultado es una transacción profundamente desigual que deja a las comunidades indígenas con las promesas incumplidas y la carga de la explotación. En manos de empresas como Nornickel, el Consentimiento Libre Previo e Informado se convierte en un mecanismo que oculta la coerción subyacente y la erosión sistemática de los derechos y la autonomía indígenas.

Claves para una transición que respete los derechos indígenas

El enfoque de Transición Justa enfatiza la equidad y la inclusión de las poblaciones más postergadas en el camino hacia una economía verde. En el Ártico, este enfoque debe asegurar que las comunidades indígenas, los ecosistemas y los actores locales sean priorizados en lugar de marginados, y debe incluir:

Gobernanza participativa: los Pueblos Indígenas, incluidos los sámi, deben estar activamente involucrados en todos los niveles de toma de decisiones de los proyectos extractivos. Esto requiere mecanismos formales de consulta y consentimiento con poder de veto sobre proyectos que afecten sus tierras.

Mecanismos de reparto de beneficios: los ingresos generados por la extracción de litio deben distribuirse equitativamente con las comunidades. Esto puede materializarse a través del pago de regalías, inversiones en infraestructura local y financiamiento de programas de preservación cultural. Parte de las ganancias de proyectos como Kolmozerskoye debería destinarse a iniciativas comunitarias en energías renovables, educación y salud, con el objetivo de empoderar a los Pueblos Indígenas para forjar su propio futuro sostenible.

Protección legal de los derechos indígenas: se deben fortalecer los marcos legales que designen zonas prohibidas para la actividad industrial en áreas cultural o ecológicamente significativas.

Custodia ambiental: las operaciones mineras deben cumplir con estrictas normas ambientales, auditorías independientes y obligatorias, y monitoreo en tiempo real de los impactos ecológicos.

Hacia una Transición Justa

A medida que las naciones buscan cumplir sus objetivos climáticos, los riesgos para los ecosistemas y pueblos del Ártico nunca han sido tan altos. La región es vista como un sitio clave para proyectos de energía verde, como parques eólicos, energía solar e hidroeléctrica. Las comunidades indígenas, una vez más, quedan atrapadas en medio de las guerras verdes.

En este contexto, Nornickel se presenta como el líder de la ambición energética verde de Rusia, pero arrastra un legado de destrucción ambiental y violaciones a los derechos indígenas. El proyecto Kolmozerskoye subraya la necesidad de un diálogo global sobre la ética de la extracción de recursos en el Ártico. Las preguntas clave siguen abiertas: ¿se escuchará la voz de los Pueblos Indígenas del Ártico en la discusión sobre el futuro de sus territorios o la energía verde se alcanzará a costa de sus ecosistemas? Estas preguntas son relevantes dadas las presiones económicas y geopolíticas que impulsan la extracción, incluyendo la participación de corporaciones respaldadas por el Estado.

Como ocurre con otros megaproyectos extractivos intensivos, el desarrollo de proyectos verdes tiene el potencial de generar conflictos con las comunidades locales. Así, puede reproducir procesos históricos de despojo y colonialismo, y socavar décadas de avances arduamente logrados. La frontera del litio en el Ártico refleja las contradicciones de una economía verde dependiente de prácticas intensivas en recursos, y encarna la paradoja de la sostenibilidad: los recursos necesarios para construir un futuro sostenible podrían contribuir a la destrucción del planeta. El desarrollo sostenible requiere más que innovación tecnológica: exige equidad, responsabilidad y respeto ecológico. Sin estas medidas, la búsqueda del “oro blanco” podría dejar como legado la devastación en lugar del progreso.

Debido al contexto político que vive el país, los autores prefieren mantener el anonimato.

LEER EL ARTÍCULO ORIGINAL PULSANDO AQUÍ

Fotografía: Iwgia

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