Por: Oswaldo Gianelli. 02/12/2024.
Advertencia de mucho texto.
El pasado sábado 30 de noviembre, en las instalaciones de Interdanza, pudimos disfrutar de la presencia de una institución de la literatura mexicana, el maestro Gonzalo Martré, quien viajo desde Iztapalapa hasta nuestra histórica bella y emblemática Huichapan para recibir un merecido homenaje a su larga trayectoria y vasta obra.
Este evento fue posible gracias a la intervención de la Maestra y destacada poeta Hidalguense, Martha Miranda; quien nos brindó todas las facilidades para poder contactar con el maestro Martré. Así mismo, fue la misma Martha quien hizo las conexiones necesarias para juntar a más entusiastas de la obra del maestro Martré y el homenaje fuera, no solo un cúmulo de elogios (bien merecidos), sino un espacio de divulgación de la obra del maestro, comentada de la mano de especialistas.
Quienes hemos organizado eventos de este tipo, sabemos del reto que implica organizar un magno evento, y la rabia que nace cuando tanto esfuerzo se ve minimizado por quien se dice, tiene que contar los acontecimientos dados en el municipio. Y ni hablar de las autoridades que están a cargo de la nueva y mal llamada Secretaría de Cultura de Huichapan. Ya contaré más de eso en unos párrafos más.
En fin. Que nos cae el crítico y muy buen observador, cronista oficial de Huichapan, a quien me referiré como el inspector Gerard, (de cuyo nombre real no quiero acordarme). De manera aguda, perspicaz y eficiente, nos dedicó bellas interrogantes en su crónica publicada el día de ayer, cuyo título revolucionario es: Hay que salir a la calle.
Aquí, doy respuesta a su texto:
Desde el comienzo de las gestiones para realizar este evento tuvimos muchas limitantes. Posiblemente a nuestro cronista se le olvide lo que es comenzar de cero. ¿Por qué de cero? Porque nunca, nunca, nunca; las autoridades nos respondieron las llamadas y oficios que hicimos y presentamos para solicitar una sola cosa: transporte adecuado para el homenajeado. Y que conste que insistimos, conste que lleve invitaciones de forma personal a la Presidenta Municipal, la Maestra Yeymi Solís Zavala, a la Regidora Presidenta de la Comisión de Cultura y por supuesto, a la Secretaria de Cultura del municipio, la Maestra Abril García. Nadie se presentó. Triste, ¿No?
En el evento, la siempre temeraria Martha, hizo la denuncia de la falta de apoyo a este trascendente homenaje. En la crónica oficial, no se habló de esta denuncia. Raro, ¿no?
Así como dice el inspector: “muy movidos Le Jos Uis y Gianelli”; pues, sí. (Aquí va una risa pero x, dice la chaviza) Claro que había que movernos. El mobiliario, el sonido y el espacio lo tuvimos que arreglar entre el buen Hugo (Huguiño pa´los compas) y un servidor. En “chinga” andábamos, pues, mientras Luis, Neri (su esposa) y Martha atendían al maestro, con un cafecito bien caliente. Martré, de 95 años de edad, disfrutó del sol huichapense por unos minutos antes de que lo llevaran a las instalaciones de la chingonería de Interdanza. Y bueno, Interdanza (para que sepan de esto), es un espacio cultural independiente dedicado a la enseñanza de una de las siete bellas artes: la danza. Maestros muy buenos hay ahí. COMERCIAL: si tienen ganas de aprender a bailar bien, vayan con los directores de cada una de las academias que chambean en Interdanza. ANOTACIÓN: No los mencionaré por qué capaz que los invisibilizan-bloquean-precarizan otros 3 años o les hacen lo mismo que a nosotros con el homenaje.
Pudimos comenzar el homenaje unos pocos minutos después de la 1. Grandes personalidades de la literatura nos acompañaron. El más grande poeta Huichapense, Alejandro Guerrero; mi estimado y talentoso Abraham Chinchillas, el siempre querido Andrés Cisneros, la entrañable Martha Miranda, la buena Alex de Lux, claro, el incansable Luis Tovar, (disculpen este anglicismo innecesario) A. K. A. Le Jos Uis y por último y claro, más importante de esta mesa, el Maestro Gonzalo Martré, longevo como su propia obra, que es y será eterna; lúcido y filoso como el gran Fantomas.
Uno a uno, nuestros emblemáticos personajes fueron tomando la palabra para deleitar a los gustosos por la lectura y escritura que nos acompañaron.
Perdonen la auto referencia, pero yo me emocioné mucho por qué mi papá fue un gran seguidor de Fantomas allá por su infancia y adolescencia, estuve a punto de soltarme a llorar, pero no lo hice por que no era momento para darle rienda suelta a mis nostalgias.
Ya a esas alturas del homenaje, (yo) no estaba tan movido. Estaba sentado a la derecha de Alejandro Guerrero y escuchaba con atención las intervenciones de los ponentes. De vez en cuando volteaba disimuladamente a la puerta para ver si llegaba alguna autoridad cultural, pero, pues no. En un ratito los haré brillar por su ausencia, denme chance.
Antes de la intervención final, en la mesa de ponentes, el maestro Martré comenzó a firmar algunos ejemplares de su libro: “Rumberos de ayer, hoy y siempre”. Cada uno de los asistentes (pocos, desafortunadamente) pudieron llevarse un ejemplar, además de otros libros que amablemente donó nuestro querido Abraham Chinchillas.
Un deleite escuchar hablar al maestro. De verdad. Como siempre, los aplausos, las risas y las fotos. El maestro salió de Interdanza con rumbo a la cantina de nuestro querido difunto Crispín Rojo, famoso cantinero huichapense, a quien a veces le decían “joven” a cambio de una mentada de madre. Ni tardo ni perezoso, el maestro pidió su cuba de Azteca de Oro. Bien merecida. Además, pudo comer unas sabrosas tripas que compramos con el Sr. Pascual, también una institución en el arte del cazo. Los demás, comimos las tradicionales carnitas del Cholín. Delicias del pueblo.
Hubo un silencio entre los asistentes después de bailar unas piezas musicales. Se escuchó la voz del maestro después de que hiciera una mueca de asombro al ver bailar a los amigos que lo acompañábamos. “Pongan un danzón”, dijo el maestro. Sin perder el tiempo, a la chingada bocina Alexa que a veces hace lo que quiere, le pedimos “Nereidas”. Pues que se levanta el maestro y con Lupita, su esposa, se pusieron a bailar. Otro deleite, por cierto.
Y ni hablar, ya no volteé a ver la puerta para ver si llegaba alguien de la secretaría de cultura de Huichapan (en minúsculas, por qué se quedan más cortos que nada) porque ni valía la pena. Éramos lo que éramos y ya. ¿Para qué más? Al final, el maestro, bien comido, bien bebido, bailado y querido por todos nosotros, se retiró a su hotel. (Aquí otro eterno agradecimiento a Guillermo Uribe y su chulada de balneario: El Pathecito. OTRO COMERCIAL: si quieren enjuagarse con aguas del río florido del Pathecito, vayan, pues. Échense una chela bajo el solecito y déjense consentir por el maravilloso personal que labora ahí).
Ojalá nuestro destacado inspector se hubiera dado la oportunidad de escuchar las opiniones sobre el evento, digo, para redactar una crónica que moleste a las autoridades, si no, ¿pa´qué? Quejarse siempre de lo mismo sobre eventos independientes, es decir, quejarse de que la publicidad o convocatoria no fue suficiente para que llegara más gente, es ignorar la precariedad en la que continuamos trabajando las y los artistas del municipio. Ojalá hubiera sumado su voz para denunciar esta horripilante negligencia de nuestras nuevas autoridades.
Después de un fin de semana intenso, estoy contento. Tuvimos un evento grato. Lo que más importaba era que el maestro Martré viviera la experiencia no protocolaria e institucional de habitar Huichapan después de recibir su muy bien merecido homenaje.
Un agradecimiento especial a la regidora Blanca Estela Mejía Reséndiz, por su valiosa aportación para solventar el pago del transporte del maestro Martré.
Seguiremos haciendo cosillas, aplaudo la crónica de nuestro inspector por qué había que darle difusión al evento. Y, como dijo el maestro Martré al final de su intervención: “algo es algo, dijo el diablo cuando se llevó a Marcial Maciel”.
Chau, pues. Yo escribo esto porque no me interesa que me bloqueen de la Secretaría de Cultura de Huichapan otros 3 años más. Nos vemos pronto en Chile.
Fotografía: tomada de Facebook