Jorge Salazar García. 26/04/2021
Pareciera que ningún partido tuviese dirigencia alguna cuyas decisiones hayan emanado de consultas o asambleas democráticas. Pues en esos elefantes blancos no funcionan sus órganos de gobierno con la formalidad y transparencia que la ley les exige. Siguen administrándose como agencias de colocaciones, casinos, casas de subastas, agencias de negocios; tal como lo han hecho desde hace décadas. Una vez recibidas las prerrogativas, la promoción de la democracia desaparece de sus objetivos y de sus prácticas. Deja de importarles los problemas de la gente y abandonan el contacto con ella hasta que vuelven a necesitar el voto. Sin excepción, las estructuras partidarias son utilizadas para negociar los puestos de representación popular, colocar a familiares y parientes, vender candidaturas y, claro, enriquecerse en el menor tiempo posible, sin trabajar. Al no cumplir su finalidad legal de “promover la participación del pueblo en la vida democrática” (Art. 3º, LGPP) AGOTAN SU LEGITIMIDAD, quebrantan sus principios y traicionan sus promesas. El PRI tardó 89 años en pudrirse (1929-2018); el PAN lo consiguió en 73 años ( 1929-2012); el PRD se corrompió en 29 años (1989-2018); y MORENA, con todo y tener militantes realmente participativos, está hundiéndose en el descrédito en tan sólo ¡7 AÑOS! (2014-2021).
Desde las poco honorables legislaturas (locales y federales) o cualquier puesto de gobierno, ya encumbrados los militantes dedican vida y hacienda a hacer todo lo necesario por mantenerse en el hueso (reeligiéndose) utilizando el presupuesto destinado a ellos. Cierto, hay excepciones. En pueblos chicos existen líderes naturales que después de ocupar la presidencia se retiran sin más bienes que los ganados honradamente. Pero nadie ha conocido a diputado, senador, gobernador, presidente municipal de ciudad grande, que haya TRANSPARENTADO sus ingresos; ni mucho menos renunciado a su puesto por haber cometido alguna transgresión en el ejercicio de sus funciones. Al disponer, como dijera Fidel Herrera, “de todo el pinche poder”, hacen lo que les viene en gana maiceando jueces o cualquier otra autoridad que les investigue. Por esa causa, la gente que se alquila por un salario, aún en la ignorancia política inducida desde el poder económico y político sintetiza esa podredumbre de los políticos en dos expresiones: ¡Todos son rateros! y ¡todos son iguales! . Afortunadamente, hay indicios de que cada vez son menos quienes aceptan con resignación egótica votar por los mismos que “roban; pero reparten” o “roban; pero poquito”.
Otra realidad es que en la clase media, enterada sobre el despilfarro y saqueo de sus impuestos, crece aquella misma indignación que abruma y confunde en los menos informados. La inconformidad vuelve a brotar por doquier calentando los ánimos sociales. Los cuerpos de inteligencia estatal lo saben porque mediante sus informantes, (policías, soldados, orejas, etc., constantemente miden la temperatura del caldero político. En lo inmediato, el actual proceso electoral está sobrecalentando el ambiente, 65 asesinatos políticos y 262 personajes agredidos lo prueban (Jornada 26/40/2021), el uso ilegal de recursos públicos y la parcialidad facciosa de los órganos electorales (INE, TEPJF, FEPADE) al grado que ya se habla de reformar al sistema electoral. El desprestigio de los partidos y el de las autoridades electorales crece como bola de nieve, su falta de credibilidad y onerosos despiflarros les hace socialmente repudiables.
El debate de ideas y propuestas serias, construidas con y desde la sociedad que paga por sus dispendios, se ausentaron por completo. Por lo que, nuevamente será necesario colocar otra válvula emergente (reformas) que permita bajarle presión a la olla a punto de reventar. El problema es que dichas reformas volverán a realizarse desde la cúpula, por los mismos que toleraron la corrupción de esas instituciones, incumplieron las leyes e ignoraron la voz de los agraviados, antes. El ciudadano debe exigir que en la próxima reforma electoral sea acompañada de otras medidas, tales como la confiscación de bienes y reclusión carcelaria sin derecho a fianza para esos delincuentes de cuello blanco que cínicamente se dan vida de sultanes con el dinero que con tanto esfuerzo genera el pueblo mexicano a través de sus impuestos. Además, debe promoverse una REAL ciudadanizacion en la vigilancia integral de esos elefantes blancos. Así, la válvula podría disminuir la presión y inestabilidad de la olla.
En 2018, la presión en el caldero había llegando al límite máximo. Millones de mexicanos asumían como verdades absolutas que la honradez era una ficción y que no existía instituciones públicas confiables. AMLO mismo, ante la amenaza de otro fraude de Estado, usó la metáfora del tigre para referirse al enojo popular: “Si sueltan al tigre no seré yo quien lo amarre” dijo. Fue ese descontento generalizado lo que obligó al sistema a realizar la reforma electoral (IFE->INE) y aceptar el triunfo de AMLO. De los partidos; nada, siguieron igual.
El triunfo de MORENA apaciguó la indignación y aminoró el desprecio que el pueblo tiene por los políticos y sus partidos. Se recuperó la ESPERANZA de tener funcionarios honestos, amables, sensibles, eficientes, con vocación de servicio, etcétera. Lamentablemente, la mayoría de esas deseables cualidades son, en no poco funcionarios surgidos de MORENA, meras utopías. La razón de esa descomposición se debe a que, quienes logran treparse a la dirigencias lo hacen para utilizar al partido en su beneficio, reprimiendo o desplazando a quienes intentan dignificar la política.
Lo trágico del asunto es que el Presidente, aún conservando la mayoría legislativa, carecerá de aliados confiables con los cuales negociar las reformas pendientes para separar el poder político del económico. Entonces serán los intereses de los grandes empresarios (dueños de partidos y amos de los infiltrados en MORENA) los que prevalezcan.
MORENA, no sólo aprendió en 7 años todos los vicios contra los que luchó, los desarrolló con insólita eficacia. Sus bases fueron olímpicamente ignoradas y los principios partidarios magistralmente pisoteados. Por todo el país se escuchan los reclamos de militantes condenando el reparto cupular de las candidaturas. Su clamor de ¡NO IMPOSICIÓN! contribuirá, sin duda a calentar la olla, dándoles el tiro de gracia a esas cuevas de ALÍ BABÁ (INE, TEPJF, FEPADE). De ese modo, lo que se esperaba fuera un oasis de renovación ética se tornó en un charco de aguas hirvientes y fétidas. Habrá consecuencias porque una olla en ebullición nunca avisa el momento exacto de la explosión.