Por: Ángel Melgoza. 14/11/2024
“Nueva York no es una ciudad de los Estados Unidos, sino de todos nosotros y de todo el mundo. Es decir, que los Estados Unidos no tienen derecho a prohibir y ni siquiera a autorizar las entradas a Nueva York, porque creo que es una ciudad del siglo XX, una ciudad de toda la humanidad. Con una semana en Nueva York, uno queda al día en cine, teatro, espectáculos, librerías… Puedo pasar días enteros descubriendo cosas”, Gabriel García Márquez, “Espejismo con Puerto Rico”, El Mundo/Octubre 1985
Más estresante que enriquecedora, así se ha descrito la primera estancia de Gabriel García Márquez en Nueva York en el año 1961. El gobierno de los Estados Unidos había cortado sus relaciones diplomáticas con Cuba y los periodistas e intelectuales afines a la revolución recibían amenazas de muerte. García Márquez no fue una excepción. Después de cinco meses de vivir en la metrópoli volvió a México y no regresaría a Nueva York sino hasta diez años más tarde.
Uno pudiera creer que, por su declarado antimperialismo, y amistad con los movimientos y gobiernos socialistas de América Latina, García Márquez tenía un sentimiento antiestadounidense. “Pero es todo lo contrario”, explica Jaime Abello Banfi, director general y cofundador de la Fundación Gabo, al inaugurar el taller ‘Narrar Nueva York’, impartido por el maestro Felipe Restrepo Pombo en el marco de la Feria Internacional del Libro de la Ciudad de Nueva York.
Y es todo lo contrario porque Gabriel García Márquez se fascinaba con una ciudad estadounidense como Nueva York, e incluso escribía sobre ella varios años antes de visitarla. Para él era un universo que contenía un patrimonio de la humanidad, y por ello el taller buscó despertar el infinito poder inspirador de Gabo y ampliar su mirada desde esta ciudad. Esto ocurre dentro del programa “De 10 a 100”, que honra la memoria del escritor a diez años de su fallecimiento, ocurrido en abril del 2014, y celebra el próximo cumplimiento de los 100 años de su natalicio, acaecido en marzo de 1927.
Una meta del taller y de la Fundación es que las y los participantes culminen sus propuestas narrativas en textos que puedan ser recopilados dentro de este programa, y qué mejor que hacerlo con historias de personajes que habitan esta ciudad donde Gabo podía pasar días enteros alimentando su inagotable curiosidad.
Pensando en despertar los sentidos que nutren esa capacidad de curiosear, Felipe Restrepo le pidió a cada participante buscar un espacio donde pudieran pasar veinte minutos poniendo toda su atención en uno de sus cinco sentidos: oído, vista, olfato, tacto o gusto. Después el reto era describir el espacio a partir de ese sentido.
Muchas veces a los periodistas se nos olvida que lo primero que tenemos que hacer es pensar, dijo Restrepo a los talleristas, “porque el ejercicio de hacer periodismo es pensar, hacer que la gente que nos lee, piense”. Y ese también era el reto del ejercicio, encontrar un lugar, un momento, concentrarnos, percibir y pensar en cómo vamos a transmitir la descripción de ese lugar desde uno de nuestros sentidos.
Las participantes nos llevaron de la mano a tocar la rugosidad de unas fibras de celulosa, eran documentos tan antiguos que solo con palparlos podíamos darnos cuenta de que nos encontrábamos en un archivo o una vieja biblioteca; nos acercaron al ensordecedor sonido metálico del metro de Nueva York y al taconeo de los pasajeros que suben, bajan y se pasean por el vagón; nos contagiaron de la imagen de un gusano enorme que se arrastra por calles y avenidas, los buses-lombriz que transportan humanos en su interior; y nos mostraron la inverosímil imagen de una mujer revestida de un esponjado abrigo rosado que tenía (¿o no?) una capucha con orejas de osito.
El ejercicio quería trascender el lugar común con el que solemos salir al paso al escribir una nota o una historia, nos retaba a entender un espacio desde un sentido único. Dicho de otra manera, nos invitaba a cerrar los ojos para ampliar la mirada, porque como Restrepo dijo, “no hay que decirle tanto al lector, hay que hacerlo sentir”.
Y hay que hacerlo pensar. Que piense con nosotros, siempre desde un lugar de respeto y honesta curiosidad, porque el lugar del periodista es privilegiado al contar con la confianza de distintas personas que nos cuentan su testimonio, su historia, un pedacito de su vida. “Este es un oficio en el que se puede olvidar que hay que sentir empatía”, nos dijo Restrepo, y uno de los mayores riesgos es que vayamos por ahí sin pensar, sin sentir.
El taller Narrar Nueva York se llevó a cabo del 9 al 12 de octubre del 2024 dentro del programa de la Feria Internacional del Libro de la Ciudad de Nueva York, organizada por el Instituto de Estudios Mexicanos de CUNY (The City University of New York).
Felipe Restrepo Pombo es maestro de la Fundación Gabo. Ha sido seleccionado como uno de los mejores autores jóvenes de Latino América por el Hay Festival, y recibió el Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar en 2021. Ha publicado seis libros y dirigió la revista Gatopardo durante seis años. También fue editor en Capital Digital (México, América Latina). Y actualmente es el editor general de la colección Crónicas de la Editorial Anagrama (España, América Latina), y es el Coordinador y Jurado del Premio de Periodismo Anagrama.
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Fotografía: Fundación gabo. María Ortizribo