Por: Marcelino Guerra Mendoza, Roberto González Villarreal, Lucía Rivera Ferreiro. Columna: CORTOCIRCUITOS. 23/02/2021
Estamos en tiempos de pandemia de la COVID 19 pero todo parece indicar que los virus se juntan para atacar por todos los flancos a la población. Los datos de contagios y muertes a causa de la COVID 19 nunca se aplanaron, al contrario, aplastaron a la población. Las quejas de la administración y gestión de gobiernos anteriores a la 4t no dejan de aparecer por la mañana, pero se defienden y refuerzan a ultranza por los mas fieles subordinados al señor López que dicta la agenda a seguir por cada secretaría de su gobierno transformador.
No basta con la gran avalancha de contagios y muertes que estamos padeciendo día a día por la pandemia, sino que en estos tiempos se dejan salir los otros virus para terminar de aniquilar a los que puedan salvarse de la falta de vacunas y, si llegan a existir, de un plan pensado estratégicamente desde un panorama transformador que busca el bienestar de la población. Tales virus se encuentran en la esa pedagogía de la subordinación que el sr. Lopez ha propagado a lo largo de sus tiempos de lucha por el poder y ahora que lo ejerce no deja de insistir en ella. Digamos que la subordinación es un acontecimiento que afecta y produce formas de ser, sentir y actuar sin pensar críticamente sobre la realidad que estamos viviendo.
La subordinación es trepidante, altera al máximo la forma de asumir al pie de la letra los designios del jefe supremo de las fuerzas armadas. No hay posibilidad de crítica y, mucho menos, de autocrítica para analizar y evaluar las situaciones antes de emitir juicios lapidarios ante los que consideran adversarios. La pedagogía de la subordinación funciona a la perfección como el mayor acto del ejercicio del poder actual. No se requiere de cartillas morales, solo basta con una expresión, ademán, gesto o tono de voz para que se sigan las instrucciones con plenitud de convencimiento y fidelidad hasta sus consecuencias más profundas en la aceptación de una realidad que no es tal.
Las jubilaciones son el iceberg de este virus de la subordinación que no tiene forma de aplanarse ni tampoco mitigarse, tal y como sucede con el COVID. No hay estrategia gubernamental para lograrlo pero eso, ya en estos momentos, es lo de menos; la gran problemática está en la profundidad de la pedagogía de la subordinación para defender a ultranza lo que pueda venir como gran afectación económica, familiar y de salud para los jubilados que dejen de percibir sus pagos en salarios mínimos y se los apliquen en umas.
La mayor precarización de las jubilaciones tendrá efectos devastadores en las relaciones de trabajo que se establezcan en el corto y mediano plazo. La desaparición total del contrato colectivo ya no espera mucho tiempo y, junto con él, las prestaciones que nos permitían trabajar en condiciones menos malas que las actuales y por más tiempo, para alcanzar finalmente una jubilación que nos permitiera vivir una vejez con dignidad.
Ahora las relaciones laborales se establecen sin prestación alguna y con trabajo a destajo. De todas formas, habrá siempre un ejército de reserva para cumplir con la sobrecarga de empleo y el pago mísero por ello. Más horas de trabajo, exceso de carga laboral, sobreexplotación y un salario raquítico que solo alcance para comprar lo indispensable, incluyendo las propias herramientas para seguir laborando. El agradecimiento por tener un empleo será el gran triunfo de la pedagogía de la subordinación.
A los maestros nos alcanzará el contagio mas pronto que tarde, y para desarrollar nuestro trabajo docente nos exigirán llevar nuestro gis y borrador, escoba y recogedor, jerga y trapeador, agua y jabón si queremos dar clases presenciales; pero si continúa el Aprende en Casa III, habrá que seguir pagando la energía, dispositivos, servicios, aplicaciones especiales, plataformas sofisticadas, ver los programas de televisión, atender a los estudiantes por internet, crear grupos en redes sociales para estar en contacto con las madres, supervisar las tareas que reporten las familias en la plataforma, rendir los informes correspondientes a las autoridades educativas que las soliciten, además, buscar a los estudiantes que no logres conectarse en línea y lo que sea necesario para cumplir con las imposiciones de quien recién llegó a la SEP y no cambiará nada del modelo educativo que dejo el que se fue porque lo considera de excelencia.
Y por si todo esto no fuera suficiente, ahora la Suprema Corte anuncia una sentencia que condena a la miseria a los jubilados, pues quién les manda llegar a viejos: el pago de las pensiones será en UMAS, no en salarios mínimos. Así que: ¡YA CHOLE! ¿No creen que ya está bueno de tanta demagogia y manipulación para mantener al máximo el virus de la subordinación?