Por: Roberto González Villarreal, Lucía Rivera Ferreiro, Marcelino Guerra Mendoza. 06/11/2018
Para Yami, Nati, Ado, Santana y la magisteria acapulqueña
Ciertamente, no hay que adelantar vísperas; pero las señales son cada vez más claras. El compromiso de cancelar la reforma educativa se va a cumplir. Hasta el mismísimo Esteban Moctezuma ha abandonado su ambigüedad capulinesca: no lo sé, quizá, tal vez, a lo mejor, quién sabe, se va a modificar, se va a conservar lo que sirva, se va a derogar, no sé…(Esteban Moctezuma contesta que no). Ese discurso se acabó en los Foros. Conforme se acerca el 1 de diciembre, la retórica es más contundente, las ideas más puntuales, los ejes más detallados.
Desde luego, todavía falta un mes para el nuevo gobierno, todavía pueden pasar muchas cosas; pero a juzgar por las declaraciones de AMLO, Esteban, diputados y senadoras, lo que se vislumbra como el CONTENIDO de la cancelación va más o menos así:
- Una reforma constitucional para eliminar la evaluación de desempeño; lo que en los hechos significaría cortar el lazo evaluación – empleo. Sería la respuesta de AMLO a la “evaluación punitiva”. ¡Un gran triunfo de las resistencias, sin duda!
- En la misma iniciativa constitucional, la desaparición del INEE; por desperdicio de recursos, por ser un organismo que duplica funciones, porque representa un gasto excesivo, entre tantas otras cosas.
- Abrogación de las leyes del INEE y General del Servicio Profesional Docente.
- Revisión del FONE.
- Impulso a la capacitación del magisterio.
- Campañas de desagravio a los maestros de México.
- Programas de aumento salarial, reconocimiento a prestaciones perdidas y promesas de bilateralidad (sic) a la CNTE, al SNTE y a varios más.
- Anuncios de que ahora si se va a construir una reforma verdaderamente educativa que consulte a todos los sectores sociales.
Más o menos así se va perfilando la cancelación de la reforma educativa. ¡Sería un triunfo! No hay que escatimar nada. ¡Un triunfo histórico! Lo peor que podríamos hacer es negarlo. Hay que reconocerlo y festinarlo. Obvio: cuando se dé. Pero nada lograremos si algunos lo reclaman como exclusivo. Esperemos que no haya una empresa monopolista de la victoria; que no se pretenda convertir en el patrimonio de unos cuantos. ¡Es un éxito de la magisteria revoltosa! La de aquí, allá y acullá. De TODA. No sólo de algunos sectores movilizados; por más que crean que es suyo exclusivamente. Calma. Calma. Prudencia.
Recordemos: si bien fue el magisterio -en lo que llamamos la gremialización de las resistencias- quien levantó la voz, realizó protestas de todo tipo, en muchas partes, durante largo tiempo, la posibilidad de que la abrogación fuera convertida en programa de gobierno se logró por el triunfo en las urnas de la “Coalición Juntos haremos historia”.
Resistencias múltiples, con múltiples modos de protesta y movilización del magisterio, pero también de padres de familia y comunidades, que encontraron en la campaña presidencial una oportunidad para dirigir institucionalmente el cambio: esos fueron los componentes de la victoria electoral y del programa para cancelar la reforma. No escatimemos triunfos, ni reconocimientos, pero tampoco permitamos que se conviertan en propiedad privada. Todavía falta mucho por hacer.
¿Por qué la advertencia, si con esos elementos se cumplen los compromisos con el magisterio? ¿Por qué preocuparse, si la evaluación punitiva (sic) se manda al basurero de la historia? ¿Por qué la prudencia, si nos desembarazamos de ese organismo fifí llamado INEE?
Por tres razones.
- Se dejaría incólume el criterio de calidad como máximo logro de aprendizaje. Esa es la verdadera trampa político-cognitiva de la reforma; pues obliga constitucionalmente a reducir la educación al entrenamiento de mentes, cuerpos y corazones según el dictum neoliberal de la responsabilidad de sí mismo. Además de reducir de la educación a aprendizajes claves y modos conductistas-cognitivos de control político y subjetivo. Para no hablar del flanco abierto a demandas por el cumplimiento efectivo de un criterio constitucional.
- Se dejaría abierto otro flanco: el Nuevo Modelo Educativo; peor aún, se correría el riesgo de utilizarlo como referente para la famosa capacitación del magisterio. De ese modo continuarían –eso sí: mejorados-, todos los programas que el NME ensambla y potencia. Quizá podríamos expresarlo mejor de un modo provocador: se quitarían los aspectos agresivos de la reforma –la evaluación punitiva (sic) y el INEE-, para que continuara ese plexo programático, conceptual e institucional llamado Nuevo Modelo Educativo. En su momento llamamos a eso pasar del neoliberalismo a la Nuño (es decir, a chingadazos), al neoliberalismo a la Slim (es decir, en tono agridulce).
- Se deja sin especificar lo que muchxs han llamado la Nueva Reforma Educativa, la verdadera, la de la IV Transformación Nacional. Se ha dicho que se hará, que se sustituirá con algo mejor pero todavía no sabemos qué, cuándo, ni para qué. No hay en los lineamientos, ni en el programa alternativo de nación, nada que se parezca a la unidad conceptual de los neoliberales. Pero urge hacerla, porque si no, la IV Transformación terminará removiendo los obstáculos de legitimación e implementación de la reforma neoliberal.
Así que, cuando ocurra la cancelación, festejemos, celebremos los logros, pero sólo como el preámbulo para abrir un período de transición y emprender la reconstrucción del Sistema Educativo Nacional. Será una gran victoria, pero sólo para iniciar en mejores condiciones la lucha contra la educación neoliberal en América Latina.