Por: Ricardo Marin. nodal. 10/02/2020
“Esta no es una historia cualquiera o un trabajo cualquiera, es más bien una lucha contra el olvido”, le dijo Ernesto Guerrero a Andalusia K. Soloff. Hablaban sobre su libro Vivos se los llevaron, un reportaje periodístico en forma de cómic que relata, desde varias aristas, contextos y personajes, la historia de los 43 normalistas desaparecidos en Ayotzinzapa en 2014.
Ernesto es sobreviviente de los ataques del 26 y 27 de septiembre que culminaron en la desaparición forzada de los estudiantes. Es además un personaje central en este libro, cuyo objetivo es seguir pidiendo justicia ante uno de los sucesos más trágicos en la historia contemporánea de México.
Este libro comenzó a existir en la cabeza de la escritora a pocos meses del suceso y hoy es un testimonio entre la ilustración y el reportaje.
“El cómic tiene la capacidad de llegar a una audiencia a la que no llegan los libros de texto, o incluso los documentales. Las imágenes lo hacen todo más ligero y permiten contar historias de una manera más íntima”, explica la periodista sobre su decisión de formato.
Soloff, originaria de Pittsburgh, solía pasar horas leyendo novelas gráficas en la biblioteca de su ciudad . “ Ayer fui a Chimalhuacán a una marcha de protesta contra los feminicidios […] si hubiera escrito un libro de puro texto sobre Ayotzinapa hubiera sido más difícil que lo quisieran leer, pero al enterarse de que era un cómic, me pidieron que lo lleve para venderlo”, recuerda la autora.
Andalusia vive en México desde hace diez años y financió el libro de forma completamente independiente, haciendo traducciones y vendiendo tanto mezcal como adelantos del cómic en formato más pequeño. Durante su presentación en la biblioteca Rosario Castellanos, Soloff habló al respecto. “No quería que dinero del Estado, aparato que permitió y tiene culpabilidad en la tragedia, apoyara la creación de este libro”, dijo.
Marco Parra también tenía una motivación muy específica para ilustrar este cómic. “Lo mío siempre ha sido la historieta y la narrativa gráfica, pero siento que trabajar ficción es como dar puñetazos al aire. Siempre supe quería quería dedicarme a la no ficción”, explica. Vivos se los Llevaron retrata eventos que, como muchos otros ciudadanos, Parra vio en los noticieros, como el informe del exprocurador general de la República, Jesús Murillo Karam, donde exclamo el infame “ya me cansé”; o las manifestaciones en el Zócalo donde se pintó en el suelo la frase “Fue el Estado”.
Vivos se los Llevaron busca también interpretar sucesos de los que no existe una documentación exacta, como la primera “verdad histórica” que dieron las autoridades, sosteniendo que los estudiantes habían sido incinerados y arrojados al río San Juan. Una versión que de acuerdo a varios organismos resulta científicamente improbable. También se retrata lo sucedido en 2011 en Chilpancingo, donde estudiantes de la Normal de Ayotzinapa Raúl Isidro Burgos se manifestaron contra el nombramiento de su director y el violento resultado dejó dos estudiantes muertos.
Estas ilustraciones trazan el contexto del estado de Guerrero, atrapado en una crisis de violencia en la que están entrelazados grupos guerrilleros y luchadores sociales. Todo es posible en un país que ha normalizado la corrupción y los crímenes de Estado.
El libro está compuesto por 15 capítulos y cada uno tiene un objetivo específico. Desde ligar los sucesos de Ayotzinapa con las narcoelecciones, o mostrar la participación del ejército en la noche del 26 de septiembre.
Durante años de reporteo, Andalusia recolectó decenas de entrevistas y material de utilidad, que con una ingeniosa construcción gráfica entregan una visión novedosa de los hechos.
“El incluirme como personaje o no, siempre fue un dilema”, recuerda Andalusia. “Siento que es válido que aparezca la periodista, pero yo no quería ser el personaje principal. Yo no soy la historia”.
El objetivo de incluirse en la historia fue mostrar el trabajo extenuante que implica llevar estas historias a los lectores. A lo largo del libro, Soloff, el personaje, duerme en el piso, atraviesa zonas peligrosas y en pone en riesgo su vida para reunir los testimonios de personas cercanas al caso. Todo con tal de retratar el interminable dolor de los afectados.
“La mayoría de los libros se enfocan en el ataque y en quiénes son los 43. Pero no hay muchos que hablen de las familias. Decidí enfocarme en eso porque noté esa ausencia los reportajes”.
“Ni yo ni nadie que lea mi trabajo va a pensar que una soy periodista objetiva porque no lo soy. Llámenme lo que quieran, periodista-activista, periodista-militante, periodista no sé qué”, dice Andalusia. “Yo cuento esta historia porque no quiero que más personas desaparezcan, ni sufran lo que han sufrido sus familias y para lograr esto, creo es muy válido hablar de emociones”.
Imágenes cortesía editorial Plan B.
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Fotografía: Expansión Política.