Por: Egbert Méndez Serrano. 30/11/2024.
El miércoles 27 de mayo de 1992, el periódico Norte de Ciudad Juárez, en Chihuahua, publicó una breve nota titulada “Una escuela ecológica cuida la selva lacandona”, se entrevistaba al entonces profesor Andrés, quien hacía publicidad de la Escuela Campesina Técnica y Ecológica para solicitar ayuda, la cual podía ser “técnica, material, escolar y económica, como guantes de carnaza, palas, azadones, botas de hule, libretas, cuadernos, libros técnicos, lápices, plumones, juegos de geometría, cajas de gises, borradores, mapas murales, ilustraciones de geografía, historia botánica, zoología”. Los donativos los recibiría la otrora profesora Martha, en San Cristóbal de las Casas, Chiapas.
Aunque vienen citas textuales del profesor en el contenido de la nota, no son palabras de él, fueron colocadas por Rodia —otro militante de las fenecidas Fuerzas de Liberación Nacional (FLN), para ese momento organización matriz del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN)— con el que charló, pero seguramente Lucía (también militante de dicha organización) le indicó a este último cómo tenía que quedar la redacción final. Después, la información se la proporcionaron al reportero que la publicó, el cual no tenía nada que ver con la organización.
Sobre la fundación de la Escuela se dice que “nació gracias a la ayuda de los pueblos que forman la Asociación Regional de interés Colectivo (ARIC)”, cosa que es falsa, como se aprecia en Crónicas intempestivas. Historia del ascenso del EZLN 1987-1994, pero presentarla así sirvió como fachada para proteger al EZLN.
Si alguien hubiese tenido el interés de rastrear la historia de la Escuela, al escasear información, lo más probable es que, si encontraba la nota, de primeras no tendría por qué vincular a militantes de Ciudad Juárez con los de Chiapas, pues la historia oficial recluye el EZLN exclusivamente a Chiapas; tampoco podría saber que las citas no son textuales, ya que fue redactada por el militante de Juárez, con los señalamientos de Lucía. Lo más lógico es que pensara que la Escuela fue fundada por la ARIC, cuando de hecho eran ellos los que no la querían dadas las divisiones de las comunidades que estaban emergiendo en aquellos años.
Para rematar, el nombre que se da en la nota es Escuela Campesina Técnico Ecológica, pues era el nombre que el profesor le había dado, pero le impusieron otro (Escuela Campesina Técnica y Ecológica), porque Lucía decía que Técnico no suena a Técnica, sino a una persona que desempeña aquella función.
Como se ve, en un mar de desinformación, se pueden armar muchísimas historias diferentes del mismo proceso, algunas más verosímiles que otras, con un enfoque u otro. Por eso, en el libro de Crónicas intempestivas desacreditamos el libro de Carlos Tello Díaz, La rebelión de las cañadas (o La rebelión de las cañerías, apodo certero que le puso la izquierda anticapitalista desde hace muchos años), no solo por su carácter contrainsurgente, sino por la innumerable cantidad de omisiones y errores que contiene.
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En el registro civil, se dice que aquel profesor nació el 30 de noviembre de 1944 —hace ochenta años—, provenía de la sierra de Puebla. De los trece a los diecinueve años de edad, estudió en la entonces Normal Rural «Basilio Vadillo» de Zaragoza —ahora extinta—, donde se formó en un entorno muy politizado, pues era zona de influencia de Lucio Cabañas, al que conoció en compañía de un cubano y un ruso, pues impartían cursos para politizar a los estudiantes de su escuela.
En 1979 lo reclutaron las FLN, no tardó mucho tiempo para que él y su compañera se convirtieran en militantes profesionales, es decir, que se dedicaran por completo a las tareas que prepararían la revolución socialista. Renunciaron a la vida cómoda que les ofrecía el magisterio mexicano adscrito a la Secretaría de Educación Pública (SEP), en vez de eso donaron gran parte de su vida a la revolución, incluida —quizá— la casa más grande que tuvo la organización en las redes urbanas después de la represión de 1974 —año en que el Estado mexicano aseguró la casa de seguridad ubicada en Nepantla— y de la de 1983, en que caía la casa de Puebla capital.
No eran los únicos que tomaron riesgos, las FLN contaban con un amplio núcleo de profesores anticapitalistas que jugarían uno de los roles protagónicos para formar el EZLN. Desde finales de los ochenta, les tocaría resistir la ofensiva ideológica del capitalismo que se consolidó con la caída del Muro de Berlín y la URSS, entorno que replegó trágicamente a muchos marxistas; vieron la deshonrosa conversión de muchos de sus camaradas a la socialdemocracia o de plano al neoliberalismo, Mario Rivera Guzmán me dijo recientemente que Roger Bartra, en los años ochenta, como marxista se comía el fuego a puños, hoy es un neoliberal más. Por desgracia, varios de los que se mantuvieron en sus posiciones, quedaron atrapados en ese repliegue, todavía hoy hay marxistas que se la pasan acusando a todas y todos de reformistas y traidores, saboteando internamente cualquier intento organizativo que quiere nacer.
Años más tarde, no tardó mucho para que el capitalismo expresara su crisis, esta llegó en 2008 y con ella su triunfalismo de los noventa se fue por los suelos, mostrando que la alternativa anticapitalista sigue latiendo en el corazón de la humanidad, hay comunistas otra vez.
«Madre, ya no estés triste, la primavera volverá»
Fotografías: tomadas del diario Norte de Ciudad Juárez.