Por: Raúl Prada Alcoreza. 06/05/2022
En un mundo globalizado, cada vez más globalizado. Mundializado desde la conquista de Tenochtitlán, cuando se pone el cimiento de la modernidad, tal como la como la conocemos ahora, como sistema mundo capitalista. Los problemas, las problemáticas, los temas y las temáticas, los que acucian a los pueblos, las crisis, son compartidas ciertamente en circunstancias históricas singulares, coyunturales y contextuales. Dependiendo de la localidad, de la nación, es decir, de la geografía política nacional, de la región, pero también, obviamente, de la coyuntura. Sin embargo, estas diferenciales hablan también de sus analogías y diferencias, de contenido, de forma de expresión y, obviamente, de la composición de los planos de intensidad, que hacen a una realidad concreta.
Tomando en cuenta lo que acabamos de decir, es indispensable entender qué es lo que le ocurre a una parte del mundo, mucho más si se trata de una parte, de un lugar específico del planeta, es decir, de un nicho ecológico. Lo que le pasa a un nicho ecológico, a una parte del planeta y a una parte del mundo, nos afecta a todos de manera planetaria. A todos nos irradian los efectos de esa crisis y de esa problemática en cuestión. Es así que tenemos que comprender que lo que sucede en Kurdistán, es decir, en los distintos fragmentos espaciotemporales y recortes geográficos, que están repartidos en distintas geografías políticas, a esa referencia territorial y cultural que llamamos Kurdistán, que conserva la lengua, que conserva la cultura, lo que significa conservar la memoria, es un proyecto no estatal de sociedad, un proyecto comunitario no estatal, de integración no estatal, que pasa por la revolución de las mujeres, por matar al hombre. De lo que se trata es construír una democracia plena, que se denomina Confederalismo democrático. Este proyecto emancipatorio convoca a ser un proyecto nuestro, de todos los pueblos y sociedades del mundo.
Lo que pasa en el continente de Abya Yala, lo que pasa en la Selva Lacandona, la resistencia, proyección e irradiación de la reconstitución, desplazamiento, transformación y metamorfosis del horizonte de la nación y pueblos mayas, expresado en la formación enunciativa zapatista, del Ejercito de Liberación Zapatista, nos interpela y convoca a todos, nos compromete en su lucha, en la guerra anticolonial, convertida en guerra contra el sistema mundo capitalista, nos afecta en el alcance de la responsabilidad de defender la vida, la armonía sincronizada de los ciclos vitales planetarios.
Lo que pasa en la geografía política transandina, en los territorios de la nación mapuche, en las cartografías costeras y cordilleranas de las poblaciones mestizas chilenas, en las alianzas dinámicas de jóvenes libertarios, ácratas, rebeldes heterodoxos e iconoclastas, nos convoca a continuar las luchas sociales y territoriales, las proyecciones políticas, económicas y culturales de los autogobiernos, en la perspectiva de la conformación de una Confederación de Pueblos y Autogobiernos de Abya Yala.
Lo que pasa en el contexto vital del levantamiento juvenil, social, popular e indígena colombiano, nos convoca a la movilización general, a liberar la potencia social, a dar apertura a horizontes nómadas, creando mundos alterativos y alternativos al sistema mundo capitalista, a la civilización moderna, civilización de la muerte.
Lo que pasa en la geografía política del Estado Plurinacional de Bolivia y en la geografía política de La República Federativa de Brasil, con las movilizaciones de las naciones y pueblos indígenas amazónicos y chaqueños, en defensa de los bosques, de los territorios, de los ríos, de las cuencas, de los ecosistemas exuberantes, de los nichos ecológicos vitales, nos interpela, nos convoca y exige nuestra responsabilidad ante la vida y el porvenir del planeta, del mundo efectivo, de las sociedades orgánicas, entre ellas, de las sociedades humanas, y de los pueblos. En el caso boliviano se lucha contra una forma de gubernamentalidad clientelar y corrupta, al servicio de las empresas trasnacionales extractivistas y del conglomerado de burguesías ecocidas; en el caso brasilero, se lucha contra una forma de gubernamentalidad de la burguesía gamonal, heredera de la oligarquía “café con leche”, que administra una forma de gubernamentalidad ultraconservadora y racista. La guerra anticolonial, anticapitalista y antimoderna de las naciones y pueblos indígenas es una tarea de todos, convoca a nuestra responsabilidad ética, moral y cultural ante el planeta y las futuras generaciones.
Vivimos en el mismo mundo, en el mismo planeta, compartiendo una misma coyuntura en crisis, crisis múltiple del Estado y crisis múltiple ecológica, que amenaza la sobrevivencia de la humanidad. Vivimos un momento de convergencia de la crisis y de los desenlaces del sistema mundo capitalista, de la crisis de la civilización moderna, que es la civilización de la muerte. En esta convergencia abrumadora del mundo efectivo requerimos de una evaluación crítica de lo ocurrido en historia de la modernidad, en las historias de la modernidad, en las historias políticas de la modernidad, pero también en las historias económicas, sociales y culturales de la modernidad, comprendiendo sus distintas singularidades, sus distintos recorridos singulares y específicos. Esta evaluación crítica alumbra sobre los recorridos que nos han llevado a la situación calamitosa de la crisis múltiple del Estado, así como a la situación contextual de exterminio generalizado, dados en pleno crepúsculo de la modernidad. Esta crisis múltiple tiene que ver con los nacimientos de las genealogías del poder, es decir, de las genealogías de las dominaciones, que tienen en común una forma destructiva incubada, que corresponde a los nacimientos del patriarcalismo; en otras palabras, a la usurpación, por parte de las fraternidades masculinas, por parte de las coaliciones de machos. Usurpación de la administración de los bienes comunes, dirigida por las mujeres.
Se trata de comprender, entender y conocer el comienzo de esta macrohistoria de las civilizaciones, asentadas sobre ciudades metropolitanas, que se convierten, después, en imperios; posteriormente, este comienzo y su devenir sufren metamorfosis, en el desenvolvimiento de su crisis de irradiación, transformándose en el modo de producción capitalista. Por lo tanto, en modo de distribución y de consumo capitalista. Asistimos pues a la experiencia compartida de un sistema mundo en crisis. Es esto lo importante, que comportamos no solamente el momento, la coyuntura, sino que compartamos a partir precisamente de nuestras diferencias. Este compartir las diferencias nos permite el desciframiento de las codificaciones de la problemática, desde distintas perspectivas, desde las distintas historias específicas, singulares y concretas. Lo que enriquece, posibilita y potencia la comprensión de la coyuntura de la crisis ecológica y de la crisis del sistema mundo capitalista, la crisis de la civilización moderna.
Crítica de la crítica de la economía política
La crítica de la economía política se basa en la crítica de la diferenciación, de la separación, entre valor abstracto y valor concreto, entre valor de cambio y valor, aludiendo a que esta diferenciación y esa separación deriva en la valorización de lo abstracto y en la desvalorización de lo concreto. Valorización del valor de cambio y desvalorización del valor de uso, sobre todo de la fuerza de trabajo, es decir, de la capacidad de valorización de la fuerza de trabajo en el ámbito de la producción. Sin embargo, como hemos dicho antes, la crítica de la economía política no sale del horizonte circunscrito de la teoría del valor, no deja este horizonte abstracto. Vuelve a caer en lo que critica, en la valorización abstracta, en vez de concentrarse en las condiciones de posibilidad existenciales, histórico-políticas-culturales de lo que llama a fuerza de trabajo, que, en realidad, es el cuerpo, es decir, la capacidad corporal, la potencia corporal vital. Capacidad vital que contiene múltiples posibilidades de fenomenologías corporales, entre ellas la fenomenología de la percepción. En consecuencia, la crítica de la economía política se queda a mitad del camino, no sólo por lo que dijimos antes, porque no completa la crítica de la economía política, en el contexto de la crítica de la economía política generalizada; sin entender que no se trata solamente de la economía política, restringida al ámbito económico, que es un recorte abstracto analítico. Sino porque, en todo caso, se trata de los distintos ámbitos de la economía política generalizada; la economía política religiosa, que separa alma de cuerpo, valorizando el alma y desvalorizando el cuerpo; la economía política de género, que separa hombre de mujer, valorizando al hombre y desvalorizando a la mujer; la economía política del Estado, que separa el Estado de la sociedad, valorizando la sociedad política, que es el Estado, desvalorizando a la sociedad plural, de donde ha emergido el Estado. En otro contexto, más amplio y de mayor alcance teórico, economía política del poder, que separa poder de potencia, valorizando el poder abstracto, la máquina abstracta de poder, desvalorizando la potencia, que es de lo que se apropia el poder, las máquinas de captura del poder.
Es menester revisar la teoría del valor y la crítica de la teoría del valor, la crítica de la economía política, no solamente por lo que acabamos de anotar, sino también por que es indispensable empezar a preguntarse si es posible sostener una economía política y la crítica de la economía política, inclusive en su condición generalizada. Teniendo en cuenta la historia efectiva, de la que vamos a hablar, historia efectiva que tiene que ver con la colonización generalizada, la conquista colonial generalizada, que tiene como uno de sus núcleos fundamentales y fundacionales del modo de producción capitalista, del sistema mundo capitalista, de la civilización moderna, que consisten en el despojamiento colonial generalizado y en la esclavización generalizada, sobre todo la esclavización del África subsahariana. En el contexto mismo de la conformación del sistema mundo moderno, no parece sostenible la teoría del valor y la crítica de la teoría del valor, la crítica de la economía política.
De partida, teniendo en cuenta esta conformación del sistema mundo moderno, este nacimiento de la modernidad, nacimiento que se da en la matriz colonial, en pleno substrato de la conquista, del colonialismo y de la esclavización, podemos comprender que lo que instaura, constituye, conforma, construye y estructura el sistema mundo capitalista es la dominación de los cuerpos, de los territorios y de los bienes comunes. Primero es la dominación y después el procedimiento mecánico y técnico, pero también ideológico, de la separación de lo abstracto respecto de lo concreto. En el nacimiento de la modernidad este procedimiento mecánico tiene que ver con la colonización generalizada del quinto continente, es decir, de Abya Ayala, tiene que ver con la esclavización del África subsahariana. Entonces la dominación se da en esos términos, en los términos de oleadas de conquista, de guerras de conquista, extendidas por todo el continente. He aquí el acontecimiento colonial; tenemos las oleadas de conquista y de colonización en el continente de Abya Yala; tenemos la constante y dilatada conquista y colonización del África, dada por oleadas, partiendo de los bordes, de las orillas, de los puertos negreros, que pueden considerarse cabezas de playa, que van a servir de dispositivos operativos y administrativos intermediarios de los tráficos de cuerpos, de los tráficos de esclavos. Suponen ya la genealogía de la esclavización, genealogía compleja de poder, que acaece con diferentes nacimientos, desde antes de la modernidad, en relación al norte del África, región del desierto y de predominante religión musulmana; empero, en este caso se da de manera circunscrita, no de una manera desbordante y descomunal, además generalizada, como en el caso del nacimiento de la modernidad.
En lo corresponde a la esclavización generalizada del África subsahariana, la misma concurre desde la costa, afectando al interior a través de meditaciones e intermediaciones, provocando efectos devastadores en el interior de continente, desatando cadenas de esclavización e itinerarios dramáticos de poblaciones esclavas. Entonces los flujos de esclavos arrancan desde el interior hasta la costa. Comprometiendo a reinos, a autoridades africanas, a dispositivos intermediarios, por un lado, y por otro a compañías esclavistas, “negreras”, conformadas a través de acciones. Impresionantes máquinas de despojamiento, desposesión y esclavización; compañías esclavistas que van a dirigir, conducir, administrar y modificar la genealogía de la esclavización, todo el tráfico de esclavos, su comercialización y su demoledora explotación en el continente rebautizado como América. En la conformación de estas compañías esclavistas están comprometidos los estados europeos, así como particularmente los estados coloniales europeos. Después de la conquista del continente, en pleno nacimiento del sistema mundo capitalista, se van a requerir de contingentes de poblaciones de cuerpos humanos, usados como “fuerza de trabajo”, pero “fuerza de trabajo” esclava, no renumerada, no asalariada, no reconocida como tal. Despojada de sus derechos, a pesar de la declaración de los “derechos del hombre” de la revolución francesa. Población reducida a la condición de objeto, no reconocida como humana, no incorporada a la humanidad, a pesar de haberse dado el renacimiento. Entonces, esclavos reducidos a condición de objetos. Empero, lo que acaece va más allá. Los objetos se suponen que son inanimados, en cambio los cuerpos son vitales. En consecuencia, se captura la vida, para que sea usada en los procesos desatados de la acumulación originaria de capital y, después en la acumulación amplía de capital. Se puede entender a la modernidad en el sentido de la explotación inicial del modo de producción capitalista; se trata de la instalación misma de los cimientos del sistema mundo capitalista, de la economía mundo. La esclavización generalizada es el núcleo inaugural del sistema mundo moderno, es la piedra fundamental del sistema mundo capitalista. Los cimientos de la civilización moderna consisten en la colonización y en la esclavización. Como inmediata consecuencia teórica, consecuencia epistemológica, si se quiere, tenemos la obligación de revisar las bases conceptuales mismas de la teoría valor y de la crítica de la teoría del valor, es decir, revisar las bases mismas de la crítica de la economía política. La separación entre el valor abstracto y el valor concreto no puede darse sin que anteceda el control mismo de los dispositivos de esta separación, de los mecanismos de esta separación, de los procedimientos de esta separación, que son mecanismos y procedimientos institucionales. Diagramas de poder, estructuras de poder y cartografías políticas coloniales y capitalistas. Por lo tanto, lo que tenemos no es exactamente una economía política, sino una proliferante genealogía de las dominaciones, dinamizadas y efectuadas por máquinas concretas de poder, respecto a cuerpos, territorios y bienes comunes. Tenemos, por un lado, cuerpos, territorios y bienes comunes, y por otro, dispositivos de dominación.
Las preguntas son: ¿Cómo se dan estos dispositivos de dominación? ¿En qué momento se dan de las múltiples historias desplegadas por las sociedades humanas? Al respecto, contamos con una hipótesis interpretativa, que tiene que ver con los orígenes del patriarcalismo, hipótesis que ya hemos mencionado en otros ensayos. Suponiendo que sea así, lo que importa ahora, en este contexto histórico, relativo a la formación de la ciudades, en principio pequeñas, circunscritas, que, después, se vuelven, algunas de ellas, en ciudades metropolitanas, centros de imperios. Sistemas regionales antiguos, que suponen no solamente estructuras de poder, que, en términos concretos, suponen el nacimiento del Estado y, por lo tanto, una jerarquía institucional. Además de estructuras de poder también suponen la configuración de estructuras “ideológicas”, que aparecen como estructuras religiosas. En la conformación de los imperios se perfilan composiciones jerárquicas y meditaciones trascendentales; por ejemplo, se instituyen mediaciones sacerdotales, así como mediadores escribas, lo que supone la usurpación de la memoria social. El apoderamiento de la memoria social, por parte de intérpretes y comedidos escribas. Transcriben la memoria social de una manera sesgada, inscribiendo el relato de lo que viene a ser la legitimación del poder, es decir, la “historia”, en el sentido antiguo. Relato de la “historia” de los reyes, en otras palabras, de la dominación edulcorada, encubierta en el mito y la leyenda. Esta escritura del poder implica, fundamentalmente, la “legitimación” del poder del rey, del monarca, del déspota, encarnación simbólica del hijo del sol, del hijo de Dios, que efectivamente implica la encarnación simbólica del imperio. Estamos asistiendo a la conformación proliferante de la institucionalidad del poder, cuya mecánica inmanente, que conlleva, inherentemente, objetivos y finalidades, funcionamientos que tienen que ver básicamente con la reproducción del poder y su realización concreta como institucionalidad. También tienen que ver con distintas estratificaciones estructurales, tanto en la administración de las dominaciones, de la administración del poder, así como de la administración de la “legitimidad”. Estas estraficaciones estructurales redundan y repercuten en la estratificación social, es decir, en la diferenciación social. Asistimos pues a la realización proliferante de estructuras inherentes a las civilizaciones, que ya suponen la conformación del Estado. La estructuración sofisticada del poder, del ejercicio del poder, de la usurpación, que, a su vez, supone la inscripción de la deuda infinita. Uno de los primeros mecanismos de inscripción de la dominación, de las genealogías de las dominaciones polimorfas, del sometimiento y la subordinación de las poblaciones a la figura simbólica del déspota. Subordinación y sometimiento a las estructuras de poder vigentes, en el contexto civilizatorio de que se trate.
Entonces, podemos decir que estas estructuraciones del poder, en distintos planos de intensidad, dándole consistencia los espesores de intensidad de estas sociedades y civilizaciones antiguas, que después van a repercutir, de una manera actualizada y contemporánea, en la civilización moderna, se dan de una manera diferida, en términos de procesos singulares. Estos procesos se dan como redes concatenadas, que se van articulando, que se van conformando como conglomerados de conjuntos de mallas institucionales, que atrapan a los cuerpos, a los territorios y a los bienes.
Volviendo a los conceptos de la crítica de la economía política, sobre todo, al concepto que habla de “fuerza de trabajo”, concepto que contiene dualismo, a la vez, un dilema, el establecido entre la diferenciación entre valor de uso y valor de cambio, mostrando su inherente contradicción. Por un lado, se contabiliza a la fuerza de trabajo como valor de cambio, a partir del valor de cambio de las mercancías necesarios para su alimentación y su reproducción social; empero, efectivamente la fuerza de trabajo se usa, en el proceso producción, como valor de uso. Esta es la dicotomía establecida por Karl Marx y sostenía después por el marxismo. Es una dicotomía elemental, reducida a una dualidad rutinaria, a un esquematismo dualista, que no tiene solución. No termina de explicar la explotación de lo que llama fuerza de trabajo, que viene definida como capacidad física, intelectual y psíquica para el trabajo, como si el cuerpo, desde un principio, biológicamente, estuviera destinado al trabajo. Lo que, obviamente, no es cierto. El cuerpo es vida, es capacidad de vivir, es memoria e inteligencia sensible. El cuerpo correspondes dinámicas moleculares, a dinámicas atómicas, a dinámicas psíquicas y sociales, a dinámicas corporales de la vida. En tanto cuerpo es todo una complejidad dinámica, articulada e integrada vitalmente. Se mueve en combinaciones complejas, complementariedades y transmisiones entre espesores de intensidad del genotipo y planos de intensidad del fenotipo. Entonces, no debería ser una sorpresa que el cuerpo sea capaz, en primer lugar, de creación; la vida es potencia creativa. En segundo lugar, ciertamente, el cuerpo puede dedicarse a actividades, a prácticas, a labores, a técnicas, a la artesanía, a la alfarería, al arte, como dicen los griegos antiguos, a la techné, que es una concepción amplia de arte y de técnica combinadas. Por lo tanto, en determinadas condiciones sociales, en determinadas órdenes de relaciones sociales, el cuerpo puede estar dedicado al trabajo, pero, no por esto el cuerpo es esencialmente fuerza de trabajo. Este es el error de Marx. Por eso no resuelve el dilema, por eso no termina de resolver el problema de la valorización; aunque tampoco puede resolverse en el espacio abstracto de la teoría del valor o de la crítica de la teoría del valor. Para resolver el problema es indispensable salir de estos espacios abstractos, de estos campos abstractos del análisis económico; esto significa considerar los distintos planos de intensidad y espesores de intensidad corporales y sociales, que hacen a las complejidades dinámicas y a las dinámicas complejas de la vida. Volver al cuerpo.
No se puede entender como el modo de producción capitalista disocia valor de uso y valor abstracto, disociación que no podría darse si no de manera imaginaria, de manera abstracta, de manera ideológica. Aquí radica la crítica más importante de Marx, quizás la única crítica importante de Marx, la crítica del fetichismo de la mercancía, la crítica de la economía como ideología, la crítica que establece que no hay relaciones entre cosas sino todas las relaciones son relaciones sociales. Nosotros podríamos ir más lejos, decir, que, en realidad todas las relaciones son relaciones vitales. Desde este punto de vista, desde esta perspectiva ampliada, desde el enfoque del substrato vital, podemos resolver el problema; lo que captura el “modo de producción capitalista”, para seguir con el concepto marxista, es la vida.
Para seguir todavía, a modo de ilustración, con esa visión línealista de la historia, está visión evolutiva marxista, también pasa con otros “modos de producción”, que capturan la vida. Las sociedades de la historia de las civilizaciones, en sus procesos de reproducción social, han capturado la vida, han usado la vida capturada, han usado la potencia de la vida en función de determinados objetivos y finalidades. Lo mismo ha vuelto a ocurrir en el “modo de producción capitalista”; la sociedad capitalista, la civilización moderna, ha conformado dispositivos de captura, máquinas heurísticas de tecnologías de poder, instituyendo estructuras de captura de la vida, que sirven en el uso de estas fuerzas para la reproducción de las estructuras de dominación. El secreto del dilema o de la dualidad dialéctica se resuelve saliendo del esquematismo dualista y de la interpretación dialéctica, abriendo otro horizonte epistemológico, el de la perspectiva dinámica de la complejidad. Hablamos de la perspectiva ecológica.
No puede ser una sorpresa que el comienzo de la civilización moderna este plagado de acontecimientos de alcance e irradiación mundial, acontecimientos violentos de ruptura y quiebre, respecto a las ancladas instituciones tradicionales y costumbres de las sociedades antiguas, por así decirlo, no capitalistas, así como sociedades en transición precapitalistas. Éstas rupturas estos desplazamientos se dan en los términos que conocemos en la historia de la modernidad; en su nacimiento, las sociedades modernas nacen el fragor, el fuego y la sangre derramada en las oleadas de conquista, en las oleadas de colonización del quinto continente; así como en la particular forma de conquista y de intervención diferida de la colonización, sobre todo, de la esclavización del África subsahariana. Lo que tenemos en el nacimiento de la civilización moderna, lo que se llama el sistema mundo moderno, también se nombra como sistema mundo capitalista, es pues este acontecimiento traumático de colonización y esclavización planetaria. Esta sociedad naciente y emergente moderna actúa como un conglomerado de máquinas de guerra, un conglomerado de máquinas de captura, un conglomerado de máquinas de poder, que capturan fuerzas vitales, cuerpos territorios y bienes comunes. La diferencia con otras civilizaciones, si se quiere, con las civilizaciones y sociedades antiguas, incluso con los imperios antiguos, es que, esta vez, se lo hace de manera planetaria, global, mundial. Se actúa, de manera simultánea, sobre distintos cuerpos, territorios y bienes comunes. Si antes las sociedades agrícolas domesticaron el genoma de las plantas y extendieron plantaciones destinadas a la alimentación, a mayor escala que la situada en las aldeas, que combinaban caza, recolección y agricultura a escala doméstica, las sociedades de la civilización moderna, las sociedades de la valorización abstracta, lo que despliegan desmesuradamente es una domesticación generalizada de los cuerpos, de los genomas, de todas las corporeidades, no solamente las plantas. Además, de manera sorprendente, se da lugar a desplazamientos, despliegues y desenvolvimientos, de una capacidad destructiva a escalas también gigantescas. Para construir macroplantaciones de caña, de tabaco, de café, de arroz, para conformar explotaciones mineras a gran escala, se ha tenido que expandir demoledoramente la capacidad de destrucción, también, si se quiere, de domesticación de territorios, de montañas y de los usuarios.
Entonces, estamos ante fabulosas máquinas de captura, de mucho más alcance que las anteriores máquinas de captura de las sociedades antiguas; lo que ha aumentado respecto a las sociedades antiguas, en lo que corresponde a la sociedad moderna, es su capacidad de destrucción, para conformar, como dicen Gilles Deleuze y Felix Guattari, el desierto capitalista. En otras palabras, en la de esta reutilización, en una escala desmesurada, de lo que ocurrió en la sociedades antiguas. Hablamos de la desterritorialización generalizada, global y planetaria, mundializando el desierto capitalista. Donde la sociedad moderna, la civilización moderna, el sistema mundo capitalista, cuyo núcleo puede ser el modo de producción capitalista, sostenido por el substrato de la colonización generalizada y la esclavización generalizada, desarrollan la revolución industrial, acompañadas por las revoluciones científicas y tecnológicas, al servicio de la acumulación de capital, alcanzando las transformaciones de la revolución cibernética, la revolución de la nanotecnología y revolución de la biología molecular. Todos estos procedimientos, todas estas técnicas, todos estos conocimientos, todas estas ciencias instrumentales, son, en definitiva, máquinas de captura de la vida; máquinas de captura cada vez más minuciosas, más detallistas, más especializadas y más profundas. En la medida que se introducen e inmiscuyen en las dinámicas moleculares, más acá y más allá aún, se internan en las dinámicas atómicas, incluso destruyen estas dinámicas moleculares y estas dinámicas atómicas, para lograr efectos catastróficos, como los de las armas de destrucción masivas, por ejemplo, bomba atómica.
Volviendo al tema estamos pues ante la expansión, intensificación y transformación de las máquinas de captura, a escala planetaria. Este es el desarrollo del modo de producción capitalista, este es el desarrollo de la sociedad capitalista y de la civilización moderna; en definitiva, capturar la vida, en todas sus dimensiones, planos de intensidad y espesores de intensidad, para usar su potencia en la consecución de los fines abstractos y objetivos abstractos, demoledores del capitalismo y de la modernidad. Todo esto se da en términos de los alcances culturales y civilizatorios, en la conformación de un sistema mundo cultural de la banalidad, en la etapa tardía del la modernidad. Un sistema mundo cultural de la trivialidad, tal como dice Gilles Lipovesky.
Es indispensable deconstruir la crítica de la economía política puesto que esta crítica no llega a deconstruir la economía política; por así decirlo, se queda en el camino. No la traviesa el marco de la teoría del valor, se queda atrapado en la episteme moderna, cuyo zócalo es la física newtoniana. No llega a conformar un crítica de la economía política, en su sentido radical, sino que se queda a mitad del camino; atrapada en el propio círculo vicioso de la propia economía política, que es, como hemos dicho, la teoría del valor. La crítica la economía política no sale de la circunscripción teórica de la valorización abstracta y de la “metafísica” económica; queda atrapada en lo mismo que critica, en la valorización abstracta, en la ideología. Más aún, convierte a la esfera de la producción, que consiste en procesos técnicos, contenidos en el fenómeno de la subsunción de los insumos de materias primas, por la vía de la ingeniería industrial, en lo que respecta a la transformación de las condiciones iniciales de la producción, es decir, que consiste en transformaciones físicas, en un fenómeno abstracto del calculo económico capitalista. La crítica la economía política convierte a los fenómenos productivos físicos, de la transformación material, en el fenómeno de la valorización abstracta de la contabilidad económica capitalista. Supone que en la valorización abstracta acontece el proceso de creación del plusvalor, del excedente económico, dando lugar al tiempo de trabajo excedente, que no se repone al trabajador. Todo esto, que parece una crítica de la economía política capitalista y de la explotación del trabajador, termina siendo una crítica abstracta, como si la explotación fuera también abstracta, cuando es concreta. Tanto el proceso de producción, así como el proceso de explotación, son, en realidad, procesos cualitativos, de transformación física y de explotación corporal. De ninguna manera corresponden a procesos abstractos, salvo en su conceptualización. En consecuencia, la crítica de la economía política subsume los procesos cualitativos de producción y de explotación a los procesos aritméticos de valorización dineraria. La crítica de la economía política se queda no solamente a mitad del camino, sino que se queda atrapada en el mismo horizonte de lo que critica, en el horizonte de la teoría del valor. Queda pendiente la crítica radical del sistema mundo capitalista. Podemos nombrar este dramatismo teórico círculo vicioso de la teoría del valor, que, obviamente, no mella el proceso de explotación capitalista. Por lo que dijimos, se requiere construir la crítica radical de la economía política, no solamente en los términos de la crítica de la economía política generalizada, sino en el alcance de la crítica radical de la macrohistoria y del pensamiento complejo.
Para comenzar diremos que si el proceso de producción corresponde a la transformación física de materias primas, en las condiciones de posibilidad técnicas de la industria, que supone dinámicas técnicas y científicas, la explotación del trabajo, es decir, la participación y usufructo del cuerpo del trabajador en el proceso de producción, corresponde a procesos y máquinas de captura de la potencia de la vida. Es así, efectivamente, como se dan lugar el proceso de producción y el proceso de explotación. Se trata de la explotación efectiva, que concurre mediante procesos cualitativos. No se trata de la apropiación abstracta del tiempo de trabajo excedente, no devuelto al trabajador, sino de la apropiación física y social de la energía corporal, que acaece como desgaste corporal. Fragmentos de vida del trabajador se incorporan, en el proceso cualitativo de producción, a lo que llama el marxismo valorización. Si es esto lo que ocurre entonces debemos analizar las condiciones iniciales cualitativas de la producción y del explotación, éstas tienen que ver con la relación desigual no solamente entre el propietario de los medios producción y el trabajador, propietario, por así decirlo, de su cuerpo y de sus capacidades, sino tiene que ver también con otros órdenes de relación contextuales, que anteceden y sostienen la relación desigual entre propietarios de medios de producción y trabajador, no propietario de medios de producción. Estas otras relaciones, estos otros órdenes de relaciones, tienen que ver con las mallas institucionales, con los contextos sociales, con las estructuras de poder, con la conformación del Estado y la expropiación por parte del Estado de la potencia social.
En consecuencia, hay que volverse a preguntar sobre las condiciones de posibilidad históricas y, obviamente, sociales económicas y culturales del sistema mundo capitalista. Al respecto, no parece adecuado usar el concepto del modo de producción capitalista, que supone la relación contractual entre propietarios de medios de producción no productores y productores no propietarios; la explicación de esta relación parece, mas bien, una de las relaciones dadas en el contexto de conformación del sistema mundo capitalista. Sobre todo en el contexto de lo que se encuentra en los inicios del sistema mundo capitalista, en el acontecimiento colonial, en la colonización y en la esclavización generalizada. Por lo tanto, tendríamos, en todo caso, que hablar de un modo de producción esclavista y de un modo de producción colonial. En estos contexto inaugurales se da lugar la relación contractual del trabajo, entre patrones propietarios de medios de producción y trabajadores no propietarios. Considerando la relación contractual, se reduce el cuerpo a fuerza de trabajo, y a la actividad del trabajo se la reduce a categoría abstracta de la contabilización aritmética de la economía capitalista. Se reduce el cuerpo a la categoría de fuerza de trabajo, reduciendo al cuerpo del trabajador y sus capacidades a mera mercancía. A estas reducciones “metafísicas” se las puede considerar como eventos de la cosificación; reducción de procesos cualitativos corporales y de producción al fetichismo de la mercancía.
Resulta comprensible, en el contexto mayor del modo de producción esclavista, la reducción ideológica de los cuerpos capturados, atrapados y convertidos en esclavos, es decir, en “objetos”, en mercancías. Por otra parte, cuándo la colonización expropia territorios indígenas, el continente conquistado, se reduce sus poblaciones a la condición de servidumbre. Entonces lo que tenemos es una esclavización en función de la producción capitalista de mercancías, que se da en las plantaciones azucareras tabacaleras, de arroz y de café, también se da en la explotación minera. No se puede confundir pues esta esclavización generalizada, en el contexto del nacimiento del sistema mundo capitalista, con las esclavización de las sociedades antiguas. Las finalidades y objetivos, en los contextos de las sociedades antiguas, son diferentes; el fenómeno de la esclavización es cualitativamente y socialmente distinto, a las que acontece en el contexto mundial del sistema mundo capitalista. El uso lingüístico de los términos esclavización, esclavo, esclavizar, no nos ayudan a descifrar de lo que acontece, en realidad, con el fenómeno mundial, es decir continental, de la esclavización generalizada.
Lo que se desata es una violencia generalizada contra los cuerpos, contra la vida, contra los territorios, una captura generalizada de cuerpos, territorios y vida, usando la potencia de la vida en función de la mercantilización, es decir, de la producción de productos destinados al mercado. Este es el sentido de la esclavización y de la colonización en el nacimiento de la civilización moderna. No es pues el proletariado, entendido como propietario de su cuerpo, reducido a la categoría de fuerza de trabajo, sin propiedad de medios de producción, ni instrumentos de trabajo, obligado a venderse al mercado de trabajo, el que explica el desarrollo del capitalismo. Más bien existe proletario porque ya de dio lugar la colonización y la esclavización generalizada, como acontecimiento trágico y dramático inaugural del sistema mundo capitalista. El proletariado es, mas bien, el sujeto social , se constituye como tal, a partir de un sustrato fundamental y primordial en el nacimiento del sistema mundo capitalista, que es la colonización generalizada y la esclavización generalizada. Es decir, el despojamiento y la desposesión generalizados en función de la acumulación originaria de capital y de la acumulación ampliar el capital.
Colonización y descolonización
Hay que volver al concepto de descolonización, concepto por cierto polisémico, dependiendo no sólo de la connotación sino también de los contextos, de las temporalidades y, sobretodo, de la singularidad de las situaciones. En estas condiciones es indispensable, entonces, comprender que cuando hablamos de colonización y de colonialidad, debemos situarlas también en sus distintas temporalidades, coyunturas, periodos, contextos y, también, singularidades. De la misma manera, la descolonización, respecto a las colonizaciones, a las colonialidades diferenciales, es también diferencial, ocasionando distinciones, dependiendo de los contextos, los planos y espesos de intensidad. La proliferación de singularidades, es lo que ocurre en la realidad efectiva, sinónimo de complejidad; el acontecimiento es multiplicidad de singularidades, aunque tengamos, por razones de lenguaje y por exigencias del discurso filosófico, de la formación enunciativa y teórica, inclusive de la teoría crítica, que hablar y recurrir a analogías; así tengamos que hacer connotaciones generalizantes, cuando hablamos de colonización, colonialidad y descolonización. No hay que olvidar que las analogías se sitúan en condición de metáforas antes que de conceptos. Se trata, en el transcurso de metamorfosis lingüística y la metaforización, de la construcción de configuraciones teóricas.
En este sentido, tenemos que movernos con cuidado en los recorridos del lenguaje teórico y en su aplicación, sobre todo cuando desplegamos el análisis, cuando buscamos la interpretación, la realización de la decodificación, el análisis de los hechos, de los sucesos, de los eventos y del acontecimiento. En consecuencia, el acontecimiento descolonizador implica, por lo menos, en contextos amplios y en horizontes extendidos, dos perspectivas. Una, la que hemos mencionado en la exposición “Descolonización radical”, dónde hemos dicho que no puede haber descolonización a través del Estado, que no puede haber descolonización si no es a través de la de construcción y destrucción, la salida, de la civilización moderna. En este sentido, apuntamos, en la perspectiva del horizonte abierto, a la conformación de sociedades ecológicas. Donde y cuando se reinserten los pueblos y las sociedades humanas a los ciclos vitales planetarios. Que se conciban más allá de toda civilización, en condiciones de posibilidad históricas, culturales y sociales de lo que podemos denominar la transcivilización.
En segundo lugar, es indispensable volver al concepto, quizás más rico, de descolonización, que es elaborado, desplegado, configurado y refigurado por las propias interpretaciones analíticas y críticas, por la propia interpelación y composición narrativa de Franz Fanon, en los Condenados de la tierra. El libro mentado viene prologado por Jean Paul Sartre, filósofo y escritor conocido, que se encuentra altamente sorprendido ante la escritura y la narrativa intensa, el pensamiento crítico, deconstructor y develador de Franz Fanon. Sartre confiesa su conmoción, desprendiendo una reflexión y autoreflexión honesta. Despliega una meditación dialéctica crítica y autocrítica del eurocentrismo. Asumiendo la responsabilidad de lo acontecido en la historia moderna, respecto a la colonización y esclavización generalizada, después ante la guerra anticolonial argelina contra la potencia imperialista francesa.
Franz Fanon lo dice sin ambages, la descolonización es violencia, violencia devuelta al colonizador; violencia cristalizada en los huesos, durante los periodos de la colonización, sedimentada en el cuerpo, que tiene memoria sensible y contiene capacidad de resistencia. Esta violencia cristalizada en los huesos y sedimentada en el cuerpo se externaliza contra el sistema colonial y la dominación imperialista. La violencia es la respuesta radical de la descolonización, es la guerra anticolonial y descolonizadora. Franz Fanon no se queda aquí, va más lejos. Observa contradicciones en los desenlaces de la guerra anticolonial. Se trata de herencias todavía coloniales, a pesar de la victoria de la guerra anticolonial y el logro de la independencia. El colonialismo pervive en los intelectuales, en los nacionalismos, en el Estado nación, en la burocracia, que reproduce el colonialismo interno, que reproduce el colonialismo en la dependencia del Estado nación subalterno respecto a la metrópoli colonial. En este sentido, observa que la lucha contra el colonialismo continúa después de la independencia. No se trataba solamente de expulsar al colonizador, de ocupar su lugar, sino de destruir las estructuras coloniales de poder, de dominación y sociales pervivientes. Estructuras coloniales externalizadas, así como internalizadas. Por lo tanto, la tarea es deconstruir el pensamiento colonial, inscrito en los intelectuales, en los nacionalismos y en la burocracia.
En la evaluación crítica y en el análisis, Franz Fanon diferencia zonas donde no se dio lugar la lucha anticolonial de manera directa, violenta, en términos de la guerra, de la guerra de guerrillas campesina, respecto de las zonas de guerra. En las zonas donde no aconteció la guerra, de manera directa, se dieron lugar mediaciones, intermediaciones, desenvolviendo diálogos, negociaciones. En este contexto, aparecieron tendencias al reformismo, es decir, al apego al desarrollo del Estado nación subalterno. En cambio en las zonas de guerra, la guerra anticolonial inscribió una memoria vital, bañada en sangre. En este caso, la intelectualidad es absorbida por el pueblo, por las comunidades campesinas, que lucharon. Por ese nosotros, por la colectividad, por las multitudes en acción. En este caso la intelectualidad se subsume a estructuras, mas bien, comunitarias y colectivas. Estamos ante la convivencia común, a la coexistencia expuesta, es decir, comunidad expuesta, sin individuaciones, tampoco individualizaciones. Sin ocultamientos, sin inmunidad, exposición transparente.
Cuando ocurre esto, el horizonte descolonizador se abre a una concepción más radical de la descolonización. Esto implica no solamente sustituir al colono, sustituir al colonizador, ocupar su lugar, sino implica, fundamentalmente, liberar al pueblo y a las comunidades campesinas de los mecanismos de dominación, heredados y presentes. Liberar la potencia social, colectiva y de las multitudes, liberar sus memorias, sus experiencias sociales, inscritas culturalmente. Esto implica abrirse a la invención del porvenir, desde las dinámicas mismas de la memoria ancestral; lo que no quiere decir, de ninguna manera, regresar, puesto que toda regresión ya es imposible, después de la colonización, después del ingreso colonial a la modernidad, a la civilización moderna, después de la emergencia de la modernidad desde la colonización y esclavización generalizadas. En consecuencia, la deconstrucción y la destrucción de la civilización moderna, la descolonización radical es posible si se da lugar una ruptura con el sistema mundo moderno, para tal efecto es menester desandar el camino, para decirlo metafóricamente, encontrar el núcleo del trauma civilizatorio, y ocasionar no su transferencia como propone el psicoanálisis, sino su desaparición. Esta ruptura puede darse a partir de las mismas resistencias, acumuladas y recurrentes, a partir de las contra-genealogías del contrapoder. Entonces, las resistencias se convierten en las rutas de liberación.
Apuntes sobre la continuidad de la colonialidad en el momento presente
Crítica de la economía política en la singularidad de una formación espaciotemporal-territorial-social
Una mirada critica a la actualidad, la coyuntura de la crisis múltiple
Decadencia de la política institucionalizada
Mediadores ungidos entre lo sagrado y lo profano,
los sacerdocios pretenden ser puentes entre la Tierra y el paraíso prometido.
Añorado paraíso perdido debido a la caída en el pecado original.
Acusados de culpables los humanos en destierro,
están obligados a buscar en los santos iluminados el perdón.
Laboriosas metamorfosis de los sacerdocios,
que de escribas de la verdad revelada,
se transforman en los sabios de la ilustración
o en críticos de las luces de las metrópolis incendiadas,
por los flujos eléctricos, desafiantes de la oscuridad.
En los oasis académicos son monjes de la revelación de la razón abstracta.
Solitario hogar apolíneo preservado por oráculos de moda.
Hablan a nombre de las víctimas enmudecidas,
usando sus magullados cuerpos expuestos,
referencia de prestigios burocráticos institucionales.
Ceremonialidad apabullante de ferias intelectuales.
Expropiadores de experiencias comunales padecidas,
que disecan para estudiarlas como novedades desempolvadas,
ocultas a los neófitos consagrados y a los estudiantes seducidos por la exposición hermenéutica.
Prestidigitadores de los saberes populares,
clasificados en la botánica folclórica de los museos señoriales,
para uso exótico de congresos monumentales
y conferencias anunciadas para consumo espectacular del entendimiento alucinante de los aprendices de brujos.
Domesticadores de resistencias proliferantes,
de rebeliones multitudinarias,
desplegadas en la explosión apasionada de los pueblos esclavizados.
Convertida en enunciación clarividente de las vanguardias clericales.
Pastores de rebaños de oyentes atentos hasta la enajenación fanática,
pupilos disciplinados y cultos.
Insurrección volcánica y magma incandescente apagado por la interpretación sacerdotal,
una vez desaparecida a la mirada pulcra
las barrocas violencias de los condenados de la tierra.
Sebastiano Mónada: Genealogía de los sacerdocios
Festejo en agonía crepuscular
En pleno naufragio hacen una fiesta en el barco, que se hunde despidiéndose para siempre de las olas elevadas en su furia, cayendo demoledoramente sobre la cáscara de hierro de la nave oceánica, convertida en una nuez perdida en la tormenta.
En pleno terremoto invitan a una feria en la ciudad, que entierra sus edificaciones en el subsuelo abierto, como bocas hambrientas de gigantescas serpientes agitadas, tragándose a la metrópoli, obesa, insaciable, consumista hasta la degradación grotesca de los bacanales romanos.
En pleno funeral invitan a un bautizo del cadáver pestilente, dormido tristemente en el ataúd de madera barnizado por el recuerdo de los fantasmas que merodean, rezando ante el cuerpo presente y alma ausente. Viajero mudo desplazándose en el universo oscuro del olvido.
En plena estrepitosa caída al abismo invitan al regocijo por el ascenso de la fraternidad de machos cabríos, que se miran orgullosos al espejo, ajado por el uso descomedido de enjambres de mariposas. Saliendo de sus crisálidas en invierno, creyendo asistir a la consagración de la primavera.
En plena decadencia la casta política gobernante invita a la conmemoración de una revolución muerta, empero mantenida como momia. Mientras simule vida el cadáver putrefacto, envuelto en vendas envejecidas por el viento solar, el entorno crepuscular y la masa dramática de eunucos seguirán gozando a su antojo de los privilegios de los sátrapas.
Funcionamiento de la maquinaria del poder
La máquina abstracta del poder y el conglomerado de agenciamientos concretos de poder, las mallas institucionales, funcionan chirriando, como armatostes refaccionados intermitentemente, en constante mantenimiento, tapando sus averías y desperfectos. La máquina tiene que seguir funcionando con todo sus desperfectos, en condiciones de desvencijada heurística anacrónica.
La casta política gobernante y opositora, complementaria en su esquemática dualidad y enfrentamiento cómplice, requiere que el poder siga funcionando, que toda la maquinaria anacrónica y averiada siga funcionando. La casta política tiene que cumplir con su reproducción, con su crecimientos vegetativo y su crecimiento social. No puede deshacerse de la máquina desvencijada, improvisa arreglos, para que continúe sirviendo a pesar de su inutilidad.
El conglomerado de la burguesía barroca requiere que la máquina abstracta del poder y la atiborrada conjunción de agenciamientos concretos de poder, las instituciones, sigan funcionando, para seguir explotando y esquilmando al pueblo, para seguir destruyendo los ecosistemas, para seguir perpetrando ecocidios y etnocidios, que dejan hendidas las huellas ecológicas, las inscripciones de la muerte. Esta marcha macabra de la muerte deja ganancias y superganancias.
Los Cárteles y mafias territoriales, los traficantes de toda laya, entre ellos los traficantes de tierras, los traficantes de los grandes negocios del lado oscuro de la economía requieren que la maquinaria del poder, los dispositivos de las dominaciones, sigan funcionando. De este modo, atravesando y controlando las mallas institucionales del poder, pueden seguir operando y realizando sus recorridos y circuitos ilícitos. El conglomerado barroco de la burguesía se expande, apoyándose en el lado oscuro de la economía y el poder, para que el lado “luminoso”, institucional, de la economía y el poder prosiga sus tareas de encubrimiento y enriquecimiento. Es el paraíso económico y fiscal de la empresas trasnacionales extractivistas.
El sistema de extorsión generalizado, que son lo aparatos abigarrados de la administración de “justicia”, tiene que seguir funcionando de la misma manera como lo ha hecho desde tiempos inmemoriales, con toda la corrosión institucional y toda las corrupciones galopantes. De esta manera sirve al poder de turno, mucho más al Estado de la forma de gubernamentalidad clientelar del neopopulismo revivido, aunque en condiciones terminales.
Dicho en términos sencillos, los corruptos no pueden reformar, mucho menos reestructurar, a la corroída y corrupta administración de “justicia”. Se trata de otro sarcasmo grotesco de la casta política contra el pueblo, la víctima, el objeto y la materia de poder de los diagramas de poder y de las cartografías políticas de las dominaciones polimorfas, patriarcales, ecocidas, etnocidas y democracidas.
Imágenes de la casta política
Atroces personajes del teatro político de la crueldad. Se creen el núcleo del centro mismo del relato apologético de los caudillos déspotas y de los líderes mediáticos. Después de su tiempo, comprado con dinero de la arcas y lapso forzado por ceremonias estridentes, del ritual grotesco de las alabanzas y zalamerías de eunucos mediocres, nadie se acordará de ellos, salvo en las crónicas rojas y en los reportajes de lo insólito o en las notas anecdóticas de lo increíble de las persistencias de la banalización.
Pero, en un presente sin gracia, despintado y deshilachado, pueden hacer sonar la banda de música de la feria del folclore político. Salen en las noticias, sus imágenes son padecidas diariamente en los periódicos y pantallas, a pesar que dicen sandeces, que los medios repiten como eco ensordecedor.
Consideran seriamente qué hay que agradecerles por lo que hacen, por su “sacrificio” por la patria y el pueblo. Cuando son criticados e interpelados sienten que es un agravio imperdonable a la inmaculada concepción.
No se conciben fuera del gobierno y del Estado, al margen de los noticiosos, tampoco fuera de reuniones apócrifas de reconocimiento, aunque no se sepa por qué y de qué haya que agradecerles, en vez de exigirles disculpas, que le deben a la sociedad y al pueblo, por haberles arruinado durante los malos gobiernos. Empero se sienten consagrados desde su nacimiento, que es tomado como síntoma de predestinación.
Cuando se hace el recuento de sus trayectorias de vida, parecen más jinete del Apocalipsis que lo que pretenden ser, “revolucionarios” o profetas, aunque no hayan hecho ninguna revolución y sean, mas bien, “revolucionarios” de pacotilla; tampoco hayan comprendido algo de su ingrato paso por la política.
Haciendo el diagnóstico, hay que considerarlos también como víctimas, aunque hayan dejado múltiples víctimas en el camino y su espantosa huella ecológica. Son víctimas de su compulsivo oscuro objeto del deseo, el poder. Están enfermos del mal de la decadencia. No lo saben, tampoco su entorno palaciego y la masa elocuente de llunk’us, cada vez más mermada y oportunista. En realidad, su entorno palaciego y de dirigentes caducos, puestos a dedo, además de la masa elocuente de llunk’us, viven a la sombra del Caudillo, a su costa. Lo van desarropando, lo van trozando y consumiendo a pedazos dramáticos, hasta que queda solo su sombra triste y solitaria.
Convertidos en sombra quieren volver a la vida. Lo que ya es imposible, solo les queda moverse como zombis. Buscan en la política ficción renacer como el ave fénix, pagan reportajes y películas, buscando recuperar la “gloria” desvanecida. Pero, la sombra es sombra, el sol ha disecado sus cuerpos y los ha fijado como oscuro perfil fluido y sin espesor.
Hay que salir del círculo vicioso del poder
¿Qué son aquellos que aceptaron el papel inexistente de una empresa fantasma, QUIBORAX, que invirtió apenas 800 mil dólares, después estos mismos son los que promocionan la indemnización por 42 millones de dólares de la empresa mafiosa? Obviamente, son otros mafiosos. Resulta que esta conducta, tipificada por la Constitución como “traición a la patria”, es exonerada por la administración de “justicia” del denominado Estado Plurinacional de Bolivia. Los jueces, magistrados y fiscales involucrados en esta labor de esquilmar y encubrir el saqueo de los recursos naturales, son otros mafiosos y traidores a la patria.
Resulta que el actual gobierno neopopulista retornado acepta toda esta tramoya, todo este saqueo y traición a la patria. Entonces, el actual gobierno es la síntesis y el dispositivo de las mafias y de las reiteradas traiciones a la patria, como la tercera derrota de la guerra del Pacífico en la Corte Internacional de La Haya. La masa elocuente de llunk’us, que siguen con la insostenible narrativa conspirativa del “golpe de Estado”, es cómplice de estas mafias y de la traición a la patria. Cuando fue una implosión política y fueron las movilizaciones sociales, que datan desde el “gasolinazo” y se extienden hasta los movimientos de defensa de la democracia, alcanzando la intensidad de una insurrección, lo que explica el derrumbe de un régimen clientelar y corrupto. Seguido por un “gobierno de transición”, producto de negociaciones y acuerdo entre el MAS y la “oposición”, para evitar el desenlace insurreccional.
Mientras el pueblo acepte la continuidad de las formas de gobierno mafiosas, de “izquierda” o de derecha”, no hay salida del círculo vicioso de poder. Solo cuando el pueblo liberé su potencia social podrá salir del círculo vicioso del poder, dando lugar a transiciones consensuadas y autogobiernos.
Imaginario político delirante
¿Cuándo no solamente se sustituye la realidad por la ideología, sino que se llega a la asombrosa sustitución enfermiza de la realidad por el imaginario más delirante y extravagante? Cuándo ya no se tiene nada que decir, se agotó todo el arsenal de mentiras políticas, cuando el vacío es absoluto, no queda nada a mano, ha muerto el lenguaje, toda comunicación. La soledad es extrema, perdida en su laberinto sin salida. Entonces la fantasmagoría más desfachatada es el único recurso ridículo que le queda al político, en sus estertores de muerte.
Perfiles del comportamiento crápula
Facineroso, inclinado compulsivamente a la delincuencia política. Sátrapa moderno en tiempos de la decadencia y la pandemia. Cómplice de la muerte del proceso de cambio y del desmantelamiento de la Constitución. De vocación pirómano, al servicio de los traficantes de tierras, intermediarios del conglomerado de burguesías. Desde la burguesía agroindustrial extractivista hasta la burguesía rentista que gobierna, pasando por las burguesías ganadera, maderera y soyera, además de la burguesía de la coca excedentaria y de la industrialización de la cocaína. Acostumbrado a la corrosión institucional y corrupción galopante, sintiéndose impune, se atreve a emitir improperios y delirantes agresiones, devaneos de las mafias políticas. Tiene como oficio la manipulación, la extorsión y el chantaje. Los síntomas de la decadencia han llegado a extremos desorbitantes, en plena caída estrepitosa al abismo, donde se entierran los cadáveres y fantasmas de la casta política.
Complicidades políticas
Develan sus complicidades ateridas, evidencian sus concomitancias de fraternidades de machos, corroídos hasta el tuétano por el oscuro objeto del deseo, el poder.
Deseo del deseo, irrealizable. Por eso, se encuentran permanentemente insatisfechos, descargando sus frustraciones. Consciencias desdichadas, subjetividades atormentadas, desgarradas por contradicciones profundas, que los arrastran a la confusión y a la asfixia.
Mientras la corrosión institucional avanza, deteriorando todo a su paso. El sistema de extorsión de la administración adulterada de “justicia” destroza vidas, encerrándolas, torturándolas, sin juicio, preventivamente, en tanto jueces y magistrados se enriquecen a costa del sufrimiento de masas internadas en los calabozos.
Mientras la corrupción galopante se desboca, pisoteando derechos consagrados en la Constitución, que nadie hace caso, que desconocen los dueños de los dispositivos del Estado.
Burocracia corroída y el eco de los medios de comunicación
Cuando los funcionarios del gobierno no cumplen con sus funciones, cuando, en vez, se usa el puesto para ejercer dominación de manera descarada, desplegar delitos políticos descarnadamente, practicar crímenes constitucionales, ecocidio, etnocidio y democracidio, el pueblo ejerciendo la democracia participativa, directa, comunitaria y representativa, el control social, constucionalizados, debe destituir a estos funcionarios. En consecuencia, debido al comportamiento crápula, encubriendo delitos y crímenes, debe destituir al trucho fiscal general, al procurador, al canciller y ministro de justicia. Así mismo, ante la desfachatez de medios de comunicación oficialista y empresariales en su papel de desinformación, publicidad, propaganda y apología del delito político, debe suspender sus espacios atiborrados de mediocridad. Estos medios de comunicación, que pretenden, mostrar, hipócritamente, “ecuanimidad”, dan eco a las patrañas, tramoyas y complots estatales, a los voceros gubernamentales elocuentes en demagogia y astucia criolla en estrafalarios argumentos.
Perfiles de lo grotesco político
Lamentable actuación, que raya en la mediocridad, proliferante en improvisaciones, atiborradas de “argumentos” leguleyos. Confundieron un escenario internacional con un teatro político banal, plagado de burdos montajes, de algún encuentro forzado y pagado del populismo clientelar. Quedaron descuajeringados, sin poder sostener algo que se acerque a una presentación preparada, basada en argumentos y descargos. Se hizo evidente la fanfarrona pretensión del chantaje emocional. Lo que ha permitido develar nuevamente el escandaloso y grosero fraude electoral, además del ridículo montaje de un “golpe de Estado” surrealista.
Pataleos de ahogado
Pataleos de ahogado. Sin poder ocultar sus fechorías y crímenes políticos, evidenciados por los hechos, por la reconstrucción de los hechos, por la investigación encomendada, incluso por la tramoya de revisión, con el intento de montaje teatral melodramático, persisten en los estertores de muerte. Anhelantes y desesperados, mostrando en la mano la prueba del delito flagrante, sin embargo, señalado como prueba de descargo, de inexistencia. Patéticos personajes de la casta política gobernante, abatidos por las elocuentes circunstancias del develamiento ineludible, empero, testarudos en insistir en su “inocencia”, montados en el cuerpo desnudo de su escandaloso fraude. Síntomas extremos y desbordantes de la descomunal decadencia, del estrepitoso derrumbe ético y moral.
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Fotografía: Bolpress