Por: TERCERANEXUS6. 13/08/2021
Cuando se habla del impacto de redes sociales se suele poner el foco en la cantidad de personas que participan activamente en éstas. Es un factor importante que sale siempre que se discute sobre el uso e impacto de redes privativas. Esta discusión aparece en muchos contextos pero generalmente cuando aparece las opiniones son muy absolutas, porque en general ha sido una decisión ya asumida. Da la sensación de que una usuaria activa en una red que reconoce el impacto de las redes privativas sobre la gobernanza digital se contradice de algún modo. Y la postura «contraria» de rechazo no suele ir acompañada a una alternativa a esta popularidad, si no que suele ofrecerse como una especie de sacrificio digital. Cuando se llega a una postura que roza la tradición religiosa cabe preguntarse qué falla, sin perder el rumbo de los valores. Cabe entonces plantearse si puede discutirse del concepto de red social y cómo se utiliza; no sólo la elección del mal menor. Las ventajas y desventajas de lo que tenemos están claras en ambos extremos, pero a veces lo absoluto de estas posiciones puede eclipsar las posibilidades futuras de las redes (¡las redes las hacen las usuarias!). En una red más descentralizada es posible que la información viaje más lentamente pero se refuerza la lucha contra el ableismo o el respeto en general por las otras personas que beben de las mismas fuentes. El individualismo a veces nos hace teorizar en el peor de los escenarios cuando la realidad es que, de forma quizás más silenciosa y menos morbosa, varias usuarias (entiéndase usuarias como plural masculino y femenino) están dispuestas a aprender nuevas tecnologías que ayuden a evolucionar de forma menos tóxica junto a la tecnología. Incluso si una red está basada o inspirada en otra, puede darle la vuelta que necesita para hacerla más propensa a encajar en el mundo de forma «amable», es decir, para contextos diversos.
Algunas comunidades no centradas en la tecnología llevan años de adelanto en lo que a flexibilidad se refiere. El feminismo ha entendido varios feminismos, al igual que movimientos de barrio por la mejora de calidad de vida de las vecinas. El equilibrio entre no perder el rumbo de un objetivo y adaptarlo a las personas en un mundo real es una maniobra complicada, que personalmente he vivido y vivo contantemente desde Interferencias (la asociación que co-fundé hace unos años sobre privacidad y derechos digitales). Las empresas juegan a crear realidades, pero el software libre debería ser la opción para abarcar todas las realidades. En «Diseñando el desorden», un ensayo sobre el impacto del diseño de las ciudades sobre la vida de sus habitantes y la sociedad, se explica que una estructura flexible y abierta que permite a las vecinas adaptar el espacio a sus necesidad creará una cooperación mucho menos forzada. Las redes digitales deberían beber de este concepto, y en lugar de copiar comportamientos de lo que ya conocemos, promover la experimentación de espacios que requieran crearse para encontrar sentido. Ramesh Srinivasan, que investiga el impacto social de la tecnología desde una perspectiva lo menos centralizada posible, explica en «Después de Internet» como una colectivo por la tradición de varias comunidades nativo americanas crearon un software llamado Paz Tribal adaptado a sus necesidades. Esto quiere decir que estaba adaptado a sus roles, a sus tradiciones y a su jerarquía, y les funcionaba mucho mejor de lo que les podría funcionar Facebook, llegado el caso. El proyecto no hubiera sido posible si el valor técnico no hubiera dejado espacio al valor de los requisitos de la comunidad.
¿Cuál sería el objetivo de las redes en este caso? ¿Es el mismo que lo que existe ahora? Cuando se hace una disección pausada de las redes, aunque se planteen como métodos de comunicación y movimiento (que lo son), plantean una comunicación precaria, corta y fugaz, en la mayoría de los casos. Tan rápida, tan corta y tan fugaz que a veces no hay tiempo de plantearse si es esa la comunicación que se quiere establecer realmente. Es aquí donde realmente la cuña de las redes sociales privativas tiene más peso para mi, en realidad: Una empresa privativa creará realidades en las que encajar, el objetivo es que las usuarias se adapten a ello para prevalecer en el flujo de información. Es el sistema perfecto porque las personas que no fluyen al ritmo que se dicte quedan fuera del algoritmo y se invisibiliza esa necesidad. Esto es lo que hace que se necesiten proyectos como Paz Tribal, porque no todas las personas ni todas las comunidades siguen las mismas reglas. En este momento es donde el espíritu del conocimiento y las licencias libres tiene la relevancia real más allá de un hobby de DIY, si no que crece para crear realidades; no sólo es una competencia gratuita para las redes privativas, si no una comunidad que crea para adaptarse a realidades.
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Fotografía: Alfabetización Digital – Red Educativa Mundial