Por: Leo Augusto. El Gráfico. 06/08/2016
Como usted sabe, se cumplió un año del multihomicidio en el departamento 401 en el 1909 de la calle Luz Saviñón, de la colonia Narvarte, en la Ciudad de México, que no CDMX porque Miguel Ángel Mancera con ese hashtag que sólo un mercachifles llamaría “marca”, quiere esquilmar al ciudadano.
Uno de los acaecidos en el crimen a sangre fría, escribiría Truman Capote, era el fotoperiodista Rubén Espinosa, desplazado del estado de Veracruz a la capital del país al saberse perseguido por el gobierno represor de Javier Duarte de Ochoa.
A su llegada a la ciudad, Rubén buscó a Pedro Valtierra, director de la prestigiada agencia de fotografía Cuartoscuro, con el fin de pedirle ayuda y un lugar en el equipo de fotógrafos, una plaza, empleo, una chamba fija, elija usted el nombre.
En respuesta, Valtierra aplicó la conseja ‘Di que sí, pero no digas cuando’. Y así lo trajo, a vuelta y vuelta, hasta que el director de Cuartoscuro se enteró de lo que serían las últimas noticias de su colaborador. Para acallar los crecientes rumores al respecto entre el tradicionalmente solidario gremio de fotógrafos, Valtierra dijo, después del crimen que Espinosa, que sí lo había buscado para pedirle una plaza. Pero que su equipo estaba completo, es decir, no. Y le ofreció colaborar como ‘freelance’. Mentira, según fuentes cercanas a la víctima.
La segunda caída de Rubén Espinosa rumbo al calvario fue con la revista Proceso donde también colaboraba como corresponsal en Veracruz. Al momento de su muerte, el semanario adeudaba a Espinosa 20 mil pesos por concepto de colaboraciones.Marco Antonio Cruz, editor de fotografía y director de la agencia Procesofoto, cuenta a este espacio que sí existía el adeudo, pero debido a que a Espinosa justo esa semana le entregaron sus recibos de honorarios. Falso, la factura electrónica sustituyó al recibo impreso desde el 1 de abril de 2014. Es decir, un año antes de los lamentables hechos.
Pero Rubén no solamente tenía que lidiar con su situación de riesgo, las evasivas de Valtierra y la burocracia administrativa de Proceso. También estaba el asunto de los risibles precios que paga Proceso por el material fotográfico. A decir de Marco Antonio Cruz, el tabulador es “diverso”. Poco antes de sacarlo de quicio, finalmente ‘suelta la sopa’. Por ejemplo, una foto publicada en la edición impresa se paga a 500 pesos; un paquete de cinco fotografías por cubrir una asignación, a mil del águila. Pero, aquí hay otro pero, si el material se publica inicialmente en su portal de internet, apriete su cinturón, Proceso paga 10 pesos por archivo. “Pero les compramos varias”, Marco Antonio Cruz, ese ‘Ebenezer Scrooge’ de la lente, se defiende como gato boca arriba y niega haberle dicho a Espinosa en vida: “yo no te dije que te vinieras (de Veracruz al DF)”, como respuesta a su solicitud de pago.
Pongamos el caso de un fotoperiodista, como Rubén, que asume los riesgos y cubre un enfrentamiento armado en su localdad. Envía su material a Proceso, que elige cinco fotos para su plataforma digital y paga 50 pesos a quien puso en riesgo su vida. Esta es la situación actual para los colaboradores de una de las publicaciones de tipo político con mayor circulación, que no prestigio, en nuestro país.
El caso del multihomicidio en la Narvarte parece que no será resuelto, al menos no en la administración de Miguel Ángel Mancera. Tampoco se percibe en el corto plazo un cese de las agresiones a periodistas en México.
Periscopio. No se pierda el agarrón entre el senador perredista Miguel Ángel Barbosa yEnrique Ochoa Reza, presidente del PRI, por los incrementos en las tarifas de la CFE. Barbosa en realidad busca reflector que alumbre su camino a la gubernatura de Puebla en 2018, donde seguramente lo mandarán a perder frente al ordinario Javier Lozano.
Bitácora de lo absurdo. ‘¿Quién mató a Bantú? Vivo lo anestesiaron, vivo lo queremos’, grita la consigna tuitera. Hasta en estos casos de mínima justicia predomina la impunidad.
Fuente: http://www.elgrafico.mx/columna/03-08-2016/ruben-espinosa-10-por-foto-en-proceso
Fotografía: sott.net