Por: Marcelino Guerra Mendoza, Roberto González Villarreal, Lucía Rivera Ferreiro. 05/06/2019
Conforme pasa el tiempo, las acciones políticas del jefe máximo del Estado mexicano, se presentan con mayor claridad, fuerza y determinación. No solo en sus conferencias mañaneras fija la agenda diaria del país y aprueba o reprueba los planteamientos, críticas y posiciones de distintos sectores sociales. También se da a la tarea de incidir políticamente, para hacer avanzar acuerdos importantes que incluyen trabajos conjuntos con distintos sectores. Es el caso del magisterio.
Recordemos rápidamente los hechos recientes: la tarde del lunes 20 de mayo, AMLO se reunió con los integrantes de la Comisión Nacional Única Negociadora (CNUN) de la CNTE; ahí, los líderes de la disidencia magisterial expresaron su rechazo a la reforma educativa de la 4T aprobada por el Congreso federal y los estatales. Dos días después, AMLO sostuvo una reunión similar, pero ahora con el líder del SNTE. Una semana después, 27 de mayo para ser precisos, sostuvo una segunda reunión con la CNTE en palacio nacional.
Pasamos ahora a los detalles de ambos encuentros y su significado político.
Por un lado, al realizar estos encuentros de carácter eminentemente político, AMLO logra avanzar, fija los límites de la cancha y las reglas del juego. Es el caso de los lineamientos generales de lo que él mismo ha llamado gran acuerdo educativo nacional.
En la primera reunión con la CNTE, fue él quien perfiló las reglas del juego para ir avanzando en la que aparecería posteriormente, como una estrategia política clara: comprometer a dos sectores antagónicos del magisterio para reunirse y unirse en la redacción de las leyes secundarias. Por eso, la consigna en el primer encuentro con la disidencia magisterial, fue “dialogar, no buscar la confrontación” (AMLO dialogará con líderes de la CNTE y el SNTE).
Según se informó en medios, la reunión del 22 de mayo con la dirigencia del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), tenía como objetivo continuar el diálogo entre el sindicato y el actual gobierno, iniciado en noviembre del año anterior, cuando el ejecutivo federal aún no tomaba posesión.
Podría decirse entonces que el primer avance político de AMLO, fue comprometer tanto a la CNTE como al SNTE; ambos dijeron estar dispuestos a trabajar conjuntamente con el gobierno federal en la redacción de las leyes secundarias.
Como siempre, el diablo está en los detalles. En la reunión del día 22 entre AMLO y el SNTE, se acordaron otras cosas importantes como, por ejemplo, darle mayor transparencia a la asignación de las plazas y cerrar filas con el mandatario. Cabe señalar que el secretario general estuvo acompañado por los 55 secretarios generales del SNTE e integrantes de los Órganos Nacionales de Gobierno. El presidente de la república, según declaración del propio Cepeda Salas, reconoció la representación institucional del sindicato (AMLO y el SNTE acuerdan transparentar adjudicación de plazas).
Pero eso no fue todo. El líder del SNTE enfatizó que “entre sus principales planteamientos se encontraba la basificación a miles de maestros que no tienen plaza de base y no tienen los derechos, que se modifiquen los criterios para la promoción, que no sea un solo aspecto el que se considere sino también la experiencia, la antigüedad, la labor en la comunidad de los maestros, hay maestros que han fundado dos tres escuelas y no se les considera”, expresó (SNTE anuncia que participará en leyes secundarias de reforma educativa)
Esto último resulta fundamental para contar con un panorama amplio y una perspectiva crítica acerca de lo que significaron, más allá de falsas interpretaciones festivas, los encuentros del ejecutivo federal con la CNTE. Leyendo detenidamente el párrafo entrecomillado anterior, es factible identificar que los lineamientos generales de las leyes reglamentarias de la reforma educativa se establecieron y acordaron con el SNTE en reunión previa; además, el acuerdo de trabajar conjuntamente con los diferentes sectores del magisterio y el gobierno federal, ya lo tenía amarrado AMLO desde el 20 y 22 de mayo con cada una de las instancias gremiales.
De esta manera, en la segunda reunión con la CNTE, Andrés Manuel López Obrador reiteró su consideración sobre la superación de la mal llamada reforma educativa, manifestó respeto a su desacuerdo, y le propuso “iniciar a la brevedad una mesa de trabajo con representación del gobierno federal y de todos los sectores magisteriales, para redactar las leyes reglamentarias de la nueva reforma” (AMLO propone cuatro puntos a CNTE para leyes reglamentarias).
Por supuesto, el titular del ejecutivo federal y jefe de las fuerzas armadas, no desaprovechó la oportunidad para publicar en redes sociales, el encuentro que sostuvo con parte importante de la disidencia magisterial y, al mismo tiempo, hacer del conocimiento nacional la carta que le dirigió a la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación. En ella deja constancia, por un lado, de su reconocimiento a la lucha que ha librado la CNTE contra la reforma 2013; por otro, y de manera central, propone cuatro lineamientos generales a ser considerados en la redacción conjunta de las leyes reglamentarias con el gobierno federal y otros sectores del magisterio. Estos lineamientos son:
- Basificación de todos los maestros que trabajan en distintos regímenes y en el sistema de enseñanza pública;
- Federalización y homologación de plazas;
- Número de alumnos por normal pública, métodos de admisión a normales y plazas a los egresados, finalmente,
- Sistema de mejora al magisterio con tres criterios para promoción y asenso: antigüedad 40%, experiencia 40% y reconocimiento de buen desempeño 20%.
Al final de la misiva, AMLO añade un punto más que inquietante: crear un Comité Escolar de Administración Participativa (CEAP), “con el propósito de garantizar el estricto respeto al principio de gratuidad de la enseñanza….” (Carta CNTE 27 MAY 19). Agrega otros detalles importantes relacionados con dicho Comité, mismos que serán objeto de análisis en otro Cortocircuito; por ahora basta con señalar su obvia vinculación con la llamada autonomía de gestión de las escuelas, propuesta en la reforma 2013.
A estas alturas, nadie podrá negar que el presidente de la república ha atendido las demandas, protestas y desacuerdos de un sector disidente importante del magisterio; días antes ya había logrado establecer acuerdos con la dirigencia nacional del SNTE. Políticamente, era fundamental sostener un encuentro y sobre todo, un acuerdo festivo con la CNUN de la disidencia magisterial; así fue como finalmente logró afianzar la reforma educativa postneoliberal de la cuarta transformación.
Como se ha vuelto costumbre, desde hace seis meses el ocupante de palacio nacional fija la agenda a seguir en todas las esferas estratégicas de la vida nacional: economía, política y sociedad. En mayo tocó el turno a la educación y las evidencias en las redes sociales son tales que ahora será difícil, complicado y complejo, negarse a participar en esa mesa de trabajo conjunta para la redacción de las leyes reglamentarias que finalmente, institucionalizarán y luego operarán la reforma educativa del 15 de mayo del 2019, tachada por la CNTE como simulación.
Como hemos venido planteando, la reforma educativa de la IV T poco tiene que ver con la iniciativa original enviada por López Obrador a la Cámara de Diputados el 13 de diciembre del 2018. Pero cumplió con una función importante: dejar abierta la puerta a la iniciativa del Pacto por México reloaded; académicos y partidos políticos ahora opositores, tejieron a partir de la de AMLO, su propia iniciativa. Enviada a la Cámara de Diputados el 6 de febrero de 2019, integró tres ejes orientadores: mantener, mejorar e innovar la 2013 y algunos aspectos de la de AMLO.
Eso explica por qué la reforma constitucional del actual gobierno, publicada en el Diario Oficial de la Federación el pasado 15 de mayo, contiene el 80% de la Peñista y sólo el 20% de la iniciativa de AMLO. Así lo declaró la diputada del PRI, Cyntia López Castro, destacando que se logró mantener el concepto de calidad con el de excelencia, así como la evaluación, solo que sin estar condicionada a la permanencia de los profesores (Reforma educativa conserva un 80% de la del 2013).
De ahí que sostenemos: la reforma educativa 2013 no cayó, conserva su espíritu neoliberal; la 2019 lo afianza y potencia mediante distintas acciones que ya se están llevando a cabo; antes de que se elaboren las leyes reglamentarias, ya se están fijando, profundizando o fortaleciendo determinadas formas de trabajo de los maestros al interior de las escuelas públicas mexicanas.
Luego de este recorrido, nos surgen distintas preocupaciones:
- El gran acuerdo educativo nacional plantea cuatro lineamientos generales para redactar de manera conjunta las leyes reglamentarias entre el gobierno federal y el SNTE y la CNTE, porque son los sectores del magisterio con los que se ha reunido el ejecutivo federal haciendo notar y, en los hechos, reconociendo que no hay más disidencia en el magisterio que merezca su atención. Cuestión que permite invisibilizar, nuevamente, otras expresiones disidentes en resistencia y, desafortunadamente, tendrán que cargar con los embates de las leyes reglamentarias de la reforma 2019. ¿por qué se permite y avanza en la homogeneización de la resistencia y disidencia magisterial? ¿cómo visibilizar a las otras expresiones de resistencia magisterial?
- Mientras se espera el llamado del jefe máximo para la redacción de las leyes reglamentarias, como en otros sexenios, de forma paralela y simulando un trabajo conjunto, se dan a la tarea de encaminar su propio proyecto educativo que al paso del tiempo allane el territorio educativo para enquistar el modelo neoliberal para la formación de las nuevas y jóvenes generaciones nacionales. Tal es el caso de la creación de un Comité Escolar de Administración Participativa que abre la puerta de par en par a lo planteado por Moctezuma Barragán en la Nueva Escuela Mexicana. ¿La autonomía de gestión llegó para quedarse? ¿Nuevamente la participación de los padres de familia será a partir de sus aportaciones económicas para cubrir necesidades escolares? ¿Por cuánto tiempo podrá el gobierno federal sostener la entrega directa de recursos a las escuelas?
- La idea de una educación de excelencia se afirmó en la reforma 2019; se contará con un solo calendario escolar de 190 días de trabajo al año, en busca de una mejora continua de los aprendizajes de los alumnos en su capacidad crítica y relación con la escuela y comunidad. Los instrumentos de esta formación serán materias no solo para el desarrollo cognitivo sino también de carácter socioemcional y cívico para lograr una educación de calidad (Reforma educativa se traducirá en educación de calidad). ¿El Nuevo Modelo Educativo de la reforma 2013 será utilizado para mantener, mejorar e innovar, y finalmente afianzar la educación neoliberal en la 4T?
- El centro de atención nuevamente es el aprendizaje de los alumnos y no los procesos socio educativos dentro de la escuela, que dicho sea de paso, no debiera limitarse a desarrollar aprendizajes académicos, sino también lazos, vínculos, relaciones de cohesión entre las distintas personas que interactúan permanentemente en el territorio escolar, potenciando el desarrollo integral de las personas involucradas. Cabe preguntarse entonces: ¿qué tipo de aprendizajes son los esperados en la reforma de la 4T? ¿Prevalecerán las pruebas estandarizadas para medir los aprendizajes de los alumnos? ¿Los maestros continuarán dedicando buena parte del tiempo escolar para entrenar a los alumnos en responder este tipo de pruebas y reunir evidencias que nadie revisa?
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