Por: Marlene Escobar Hernández. Doctorante por la Universidad Pedagógica Nacional. Ajusco. 17/03/2025
Se dice que los docentes trabajan poco, se piensa que su trabajo solo ocurre mientras se encuentran en las escuelas, cubriendo una jornada de más o menos cinco horas diarias de lunes a viernes. En realidad, éste es el trabajo formalmente reconocido; se olvida todo el tiempo que dedican fuera de ella para atender actividades relacionadas con su quehacer.
Para dimensionar lo anterior, en particular en el caso de las docentes, es necesario conocer de primera mano qué hace, dónde lo hace y cuánto tiempo aproximadamente destinan a realizar actividades relacionadas con su quehacer docente que no son remuneradas, más el trabajo doméstico y de cuidados que tampoco es remunerado, mucho menos reconocido.
Un día a la vez
Debido a los bajos salarios, la maestra Daniela se ve obligada a laborar en dos escuelas, cubriendo el turno matutino y el vespertino. Su jornada comienza antes de las 6:00 am Para alistarse y dejar el desayuno de sus hijos listo. Sale corriendo a las 7:30 am porque tiene que checar a más tardar a las 7:45 am.
Si el transporte público va a buen ritmo, llegará a su escuela a tiempo, pero si no, tendrá unos minutos de tolerancia, a pesar de que su horario de entrada es a las 8:00 am. Recibir a sus estudiantes y organizar la formación en el patio, son de las primeras acciones del día. Si es lunes, día de ceremonia cívica, hay que supervisar las actividades correspondientes.
Alrededor de las 8:05 am comienzan a ingresar a los salones de clase. El pase de lista, instrucciones para que los estudiantes ocupen sus lugares y saquen sus materiales. Un breve recordatorio de los contenidos vistos en días previos y retomar los proyectos. Exponer algunos contenidos, dar indicaciones de las actividades, escuchar las preguntas y responderlas, autorizar salidas, mantener el orden, supervisar las tareas de los alumnos. Así transcurren las primeras horas. Aproximadamente a las 10:00 su grupo sale al patio, es la hora del receso, treinta minutos para que los estudiantes desayunen, no los docentes, quienes deben supervisar en todo momento a sus respectivos grupos.
De regreso en los salones, da continuidad al trabajo con los proyectos. Responde dudas, soluciona algún conflicto, supervisa las actividades, autoriza salidas; sostiene diálogos constantes con sus alumnos; en caso de presentarse alguna situación, brinda contención emocional. Cuando el grupo tiene clase con otro docente, lleva a los estudiantes al salón correspondiente y está pendiente de cualquier incidencia. Si resulta que en ese horario agendó una cita con alguna madre de familia, se encarga de atenderla, hace la minuta y firma acuerdos.
Concluida la clase o la reunión, regresa a su salón, alguna actividad de cierre, dictado de las tareas, instrucciones para guardar materiales, la formación y entrega a los estudiantes en la entrada de la escuela. Si hubiese necesidad de informar alguna incidencia, aprovecha algunos minutos después de las 12:30 –al finalizar el turno matutino- y lo comenta brevemente con el familiar del alumno o alumna.
Si le toca el periódico mural, el montaje del mismo comienza una vez se han retirado los alumnos de la escuela. Para hacerlo, compra y/o hace los carteles con las efemérides, avisos y cualquier recordatorio que fuese necesario. De no tener esa responsabilidad, se retira lo más rápido posible, siempre y cuando ninguno de sus estudiantes se encuentre aun en la escuela. El traslado al segundo turno. En el camino comer algo, no hay tiempo para más.
En punto de las 13:45 pm se cierran las puertas de las escuelas y ya están los estudiantes formados para ingresar a sus salones. Comienza el turno vespertino. Instalados, el pase de lista, indicaciones para sacar de las mochilas los materiales y comenzar. El recuento del día anterior, interacciones en forma de preguntas y respuestas, autorizaciones para salir al sanitario, indicaciones para realizar las actividades previstas, supervisarlas, mantener el orden. Acompañarlos a su receso. En caso de que tengan alguna actividad en otro salón, supervisarlos. Para el cierre, dictado de tareas, indicaciones y dejar ordenado el salón. Los estudiantes se disponen a retirarse. Aproximadamente a las 6:30 pm concluye el segundo turno u horario vespertino.
Si llega alguna solicitud de información de emergencia, los conocidos bomberazos, en cualquiera de los turnos se encarga de hacer el reporte. Si ocurre alguna incidencia, la incorpora en su bitácora. Ambas actividades las realiza sin descuidar a su grupo. Si se trata de un accidente al interior de la escuela, informa al personal directivo, a la familia, activa, el Va Seguro[1], elabora un informe detallado donde explica los pormenores, lo firma, entrega copia en la dirección y guarda una en el expediente correspondiente.
El trabajo no termina con el toque del timbre que anuncia la hora de salida. La docente Dany llega a casa y aun le esperan otras labores, unas relacionadas con cuestiones del hogar y otras que tienen que ver con el trabajo escolar. El cansancio es notorio, pero no hay tiempo que perder, así que, una cena ligera y a seguir hasta que el cuerpo aguante.
El día concluye entre las 10:30-11:00 pm. Unas horas de descanso, intenta recuperar energías, deja todo listo para el día siguiente.
De las 24 horas que conforman un día, aproximadamente 13 las utilizó para atender sus labores como docente.
¿Qué hay detrás de un fin de semana de la docente Daniela?
Se supone que el fin de semana es para descansar o hacer otras actividades no relacionadas con su trabajo, pero no es así. Los días sábado y, cuando es necesario también los domingos; los dedica a elaborar la planeación y algunos materiales, revisa tareas y otras actividades de los estudiantes, elabora algún informe que hubiese quedado pendiente. Al mismo tiempo, atiende a sus hijos, lava ropa, trastes, prepara el desayuno, la comida y cena. Disfruta algunos momentos en compañía de su familia, trapea, barre, limpia. Aunque sus hijos la apoyan, siempre hay que hacer en casa.
No todos los fines de semana son iguales. Al aproximarse el periodo de evaluaciones, Dany dedica tiempo para hacer sus exámenes, los imprime y arma los paquetes para sus estudiantes. Los padres de familia no siempre envían su aportación, aun así, todo su grupo los presenta. Ese y otros gastos como las decoraciones para el salón de clases, materiales didácticos y los regalos por el día del niño y el día de las madres Dany los compra con su salario.
Concluido el periodo de exámenes, revisa y corrige lo necesario; obtiene las calificaciones. Recupera el resto de valoraciones provenientes de rúbricas, listas de cotejo, observaciones en clase, tareas, participaciones. Para facilitarse la sistematización, Dany diseña una hoja de cálculo con los indicadores y porcentajes. Listos los promedios, se encarga de las observaciones de mejora, en las boletas aparecen dos por cada campo formativo. Estas acciones las realiza de manera trimestral.
Previo a la celebración del Consejo Técnico Escolar, CTE, recibe en su correo institucional la agenda u Orientaciones. Dedica algunas horas para lectura, redacción de resúmenes o mapas mentales, ve los videos, investiga y escribe propuestas.
También prepara la orden del día para las juntas con padres de familia. Elabora e imprime alguna actividad de integración, misma que aplica durante la reunión.
De regreso en la escuela
Durante los periodos de evaluación, Dany dedica un porcentaje del horario escolar tiempo para aplicar los exámenes y el resto del tiempo continua con los proyectos y las actividades.
La organización de eventos o muestras pedagógicas conlleva una dinámica de trabajo particular. Compaginarlos es un reto, principalmente porque Dany tiene que dividir aún más el tiempo en la escuela para los ensayos y el seguimiento de los proyectos, actividades complementarias, el montaje de los escenarios, decoraciones. Incidencias, solicitudes de información, son constantes.
Por disposición oficial, los días de CTE también se dedican a los Talleres de Formación Continua. Estos últimos viernes de cada mes, Dany destina su jornada en la escuela a elaborar los productos marcados en las Orientaciones. En total, asiste a ocho sesiones ordinarias y tres intensivas (una de cinco días y dos de dos días).
Para la junta con padres de familia, expone lo que hizo el grupo durante el periodo evaluado y, de ser necesario, atiende brevemente a alguna mamá. Solicita la firma de asistencia. Cabe agregar, el grupo permanece en el salón al mismo tiempo, por ende, les deja alguna actividad que no requiera su completa atención y así mantener el orden.
Entre la acumulación de responsabilidades dirigidas a la escuela y en consonancia a sus docentes, el proceso de enseñanza y aprendizaje se ha vuelto más complejo y amplio. Contenidos, actitudes, aptitudes, valores, protección del medio ambiente, prevención de adicciones, combate a la violencia en sus distintas expresiones como el bullying, forman parte del repertorio de asuntos donde Dany despliega su fuerza de trabajo para cumplir con las exigencias. Mediante alguna actividad específica o previamente programada, documenta las acciones emprendidas.
El cierre del ciclo escolar fue caótico. Dany realiza el informe de rezago, fichas técnicas individuales, evaluaciones finales, inventario de los bienes del salón, FODA del grupo, planificación de la junta con los padres y la muestra pedagógica, decoraciones y ensayos, seguimiento de los proyectos. Hizo un informe tipo planeación didáctica donde le exigieron asociar la metodología de trabajo por proyectos con los campos formativos, los Procesos de Desarrollo de Aprendizajes o PDA y los Programas Sintético y Analítico. El informe de rendición de cuentas, el de asistencias e inasistencias; ordena la documentación de sus estudiantes, limpieza del salón. En caso de ser necesario, el día de la entrega de las boletas, le explica a alguna mamá por qué obtuvo su hijo ciertas calificaciones y no otras.
Por si lo anterior no fuese suficiente, Dany se presenta los días 17 y 18 de julio al último Taller de Formación Continua. Comparte con la docente que tendrá al que fue su grupo su experiencia con los estudiantes, elabora el diagnóstico de la escuela, ve cuestiones de la planeación para el siguiente ciclo. Más productos que, no se sabe en donde terminan o para que los ocupan las autoridades educativas.
Finalmente, Dany recibe sus cartas de liberación y le espera su receso. Unas semanas donde, pese a no asistir a sus escuelas, requiere estar pendiente de algún llamado o comunicación proveniente del personal directivo.
Jubilación por años de servicio: un acto decisivo de revalorización docente
Desde una visión tecnocrática, asociada con el desempeño de un rol, el trabajo docente es hoy en día una labor dedicada al cumplimiento de ciertos estándares y perfiles. Debido a la escasez de tiempo para cumplir con las exigencias, antepone las necesidades del servicio educativo por encima de la vida misma y obliga a entregar el tiempo libre los fines de semana o en las noches para hacer todo aquello que no fue posible hacer en sus escuelas; sin embargo, ese tiempo se encuentra convenientemente invisibilizado, desarraigado de su proceso de trabajo, no pagado; aunque de no hacerse, resulta imposible sostener los encuentros con sus estudiantes y la vida en las escuelas.
La carga de trabajo de la docente fue exigente. Sin oportunidad de detenerse un momento, pues, muchas de las actividades realizadas las ejecuta de manera simultánea. La ausencia de materiales la orillan a destinar un porcentaje de su salario para comprarlos.
La compilación de acciones antes detalladas son un botón de muestra, un ejemplo de lo que una docente hace durante un ciclo escolar, pero podría ser el caso de muchas Jornadas de trabajo extendidas, donde se observa el inicio, pero no el final. Así, la precariedad laboral conlleva explotación, pues, aunque pareciera que la docente realiza las mismas actividades de manera rutinaria, no lo son. El trabajo con seres humanos que sienten, piensan, se expresan y comportan de maneras distintas obliga a permanecer en estado de alerta y anticipar lo que puede ocurrir. Las interacciones, intercambios, relaciones que se tejen o no con los estudiantes y el resto de la comunidad educativa configuran un entramado de experiencias, emociones y sentimientos convertidos en fuente de desgaste; dejando en la docente preocupación y la sensación de querer y no poder hacer más por sus alumnos.
Si consideramos la jornada diaria de la docente es de 13 horas, suman 65 horas de lunes a viernes, de las cuales 50 son en la escuela y el resto, 15 horas, en otros espacios. Además incluimos otras 8 horas de trabajo los fines de semana, suman 23 horas adicionales no pagadas destinadas a atender exigencias laborales. Entre horas pagadas y no pagadas, la jornada semanal de la docente es de aproximadamente 73 horas de dedicación solo a cuestiones escolares, no olvidar, también se encarga de las labores domésticas y de cuidado de su familia.
Es así como, el despliegue de la fuerza de trabajo de la docente no solo es intelectual, también física y emocional. Los breves periodos de vacaciones y receso son insuficientes para recuperarse; un triple desgaste acumulado durante el ciclo escolar 2023-2024.
Tomando en cuenta lo anterior, el trabajo docente requiere ser visto y reconocido como uno complejo, singular y exigente, no se le puede considerar como cualquier otro, menos, si se trata de una docente y madre que cubre dos turnos. Son tejedores y sostenedores de relaciones y afectos. No se los puede medir bajo los mismos parámetros que a otros trabajadores, mucho menos, si estos son productivistas.
Frente a los pocos momentos de descanso real, la explotación de su fuerza de trabajo se acumula con el transcurrir de los ciclos escolares, sumando condiciones laborales precarias, que, en lugar de disminuir, tienden a incrementarse. A partir de lo anterior, imponer una regulación por edad en lugar de años de servicio para aspirar a una jubilación, atenta contra la salud física y mental de cualquier docente, pero en el caso de las maestras el desgaste es mayor debido a que también se ocupan del cuidado familiar.
Decir que son insustituibles, agentes de cambio, pieza fundamental del sistema educativo para mejorar la educación, es mera retórica oficial sin sustento en los hechos, cuando al mismo tiempo el sistema sujeta a las docentes a una vida de trabajo en condiciones extremas dentro y fuera de la jornada de trabajo.
Ante esta realidad, atender la demanda de una jubilación digna a partir de 28 años de servicio para las docentes, incluidas aquellas instaladas bajo el régimen de ahorro individual voluntario, no es más que un acto de justicia.
Referencias Secretaría de Educación Pública (2019). Va Seguro. https://www2.aefcm.gob.mx/datos_abiertos/uamasi/Va_seguro_3_trimestre_2019.pdf
[1] Es un Programa del Gobierno de la Ciudad de México, que se encarga de garantizar que los alumnos inscritos en escuelas públicas de la Ciudad de México, así como servidores públicos que realizan actividades educativas con los estudiantes, cuenten con un servicio de atención médica de urgencia en caso de accidente escolar, que les permita afrontar el evento fortuito sin vulnerar la economía de sus familias.
Fotografía: expansiónmujeres