Por Güris J. Fry. ECO’s Rock. 16 de octubre de 2021
Sole
Sole (Carlo Sironi, 2018)
Parsimoniosa, de una atmósfera calma y al mismo tiempo inquietante, la ópera prima de Carlo Sironi teje de manera sutil diversas capas de un complejo emocional en el que todos podemos inmiscuirnos; no intenta atraparnos a través de fuertes imágenes u hoscos momentos. Su apuesta no está en la sorpresa o la empecinada manifestación sino en un inteligente manejo del subtexto; la disertación no es directa, se da entre líneas y por medio de un aletargado uso del ritmo, del compás de nuestros personajes –que justo están aprendiendo las contrariadas caras de la vida. La mano de Sironi, pues, no va de cacería, más bien extiende sus brazos para sujetarnos; la paciencia como su mejor arma. Y desde ella nos cuenta y nos describe. Desde ella nos explora.
Situada en el dolo de la madurez; el encadenado que se presenta ante nuestros ojos se va develando de a poco sobre ciertos matices que generan una paulatina exposición de drama y poder. El cruce de las acciones es tan claro, objetivo y natural, que cuasi podemos escuchar los pensamientos, las sensaciones, las intenciones y los anhelos de nuestros personajes centrales. Y en uno de los mayores logros de esta cinta nos encontramos ante la fuerte complicidad; esos adagios que oímos en voces de los protagonistas son en realidad los nuestros. El grado de implicación aquí es mayúsculo. Nos situamos ante la llegada de Lena, una joven chica polaca embarazada que ha arribado a Italia para vender a su bebe. Hay una pareja que ha pactado ya el hecho pero se requieren de diversos elementos extras para que todo se legalice; aquí es donde entra Ermanno, primo del comprador, quien se hará pasar por el padre del bebe. Su misión es simple, cuidar a Lena y firmar los papeles cuando el momento llegue. Estamos, claramente, ante un impuesto juego de roles, ante una obstinada situación donde la responsabilidad, la madurez y la prudencia se verán las caras, donde las exigencias vendrán de todas partes, desde todas las aristas incluyendo las nacientes inquietudes personales de cada uno de los implicados: una madre que no quiere serlo y un taciturno joven cuya solvencia y sensatez han quedado siempre en duda y ahora debe comportarse como una garante social. Catarsis.
Construida a través de nociones melodramáticas, la mano de Sironi se muestra madura, firme y refinada para manejar los elementos con los que cuenta el guión escrito por Antonio Manca, Giulia Moriggi y el mismo realizador. Elementos breves, sí, pero de gran profundidad que se conjugan de la mejor manera con la melancólica y apesumbrada fotografía de Gergely Pohárnok y el casi invisible y eficaz montaje de Andrea Maguolo, mismo que deja respirar de manera natural la serena exposición temporal, la minuciosa dirección actoral que a bien nos regala a dos grandes histriones en pantalla. Sandra Drzymalska con una actuación contenida que nos mantiene en un ligero hilo sensorial y Claudio Segaluscio, actor no profesional, cuya personalidad llena con garbo el lienzo de cada plano en que participa.
Sole, el nombre de la futura bebe, es una ardua alegoria de la esperanza y del destino pactado, de lo no solicitado y para lo que muchos quizá parezca inconcebible pero para otros es, incluso para la virginal implicada, una nueva oportunidad. Sole, la película de Sironi, es un viaje, el tránsito por la incertidumbre en pro del augurio, la búsqueda por la ventaja, el acoso de la pertinencia y la adquisición de una convicción que no sabremos nunca si del otro lado de nuestro espíritu se vive e interpreta de la misma manera. Sole es, pues, al final, una trama que mezcla estilos y géneros que a bien podrían ser considerados contrarios en la más clásica tradición cinematográfica pero cuyo resultado sobresale por su misma naturaleza y por recordarnos la belleza del silencio y el estoicismo ante los problemas de la vida.
Sole de Carlo Sironi
Calificación: 3 de 5 (Buena).
Fuente: https://www.facebook.com/100036159626395/posts/528120018403314/?d=n
Fotografía: Filmaffinity