Por Güiris J. Fry. ECO’s Rock. 4 de julio de 2020
Knives Out
Entre Navajas y Secretos (Rian Johnson, 2019)
Con claras pretensiones corales y aires de humor negro, este entramado firmado por el estilísticamente variopinto Rian Johnson se queda corto y a mitad del camino; si bien logra el objetivo de entretener, termina por ser una obra semi-coral y por contener un muy blancuzco y desaliñado uso de acidez en el humor. Su ritmo, junto a algunos de los elementos que coloca durante su recorrido, medianamente es controlado con un manejo que se adecua más a un tablero de juegos: retos, sorpresas y desvíos bajo una manía heterodoxa; gran parte de estos son más por obligación de una norma auto-impuesta que por una naturalidad que dote la propia estructura de los actos. Las secuencias, pues, terminan por ser unas muy coloridas y carismáticas viñetas con la intención de mantener en vilo información clave que no tardará en revelarse al tiempo que abrirá puertas con vacíos que habrán de ser resueltos –con inconstantes valores. Una especie de indulgente rompecabezas: un uso virginal del suspense.
Tras la sombra de la pintoresca historia detectivesca a la usanza de Agatha Christie y su libre adaptación en la serie televisiva Murder, She Wrote (1984, 1996) –guiño/cameo incluido– Knives Out se presenta como un pequeño laberinto que cae en sus propias tretas, que con cierto valor asoma algunas evidencias antes de tiempo pero sin un uso adecuado de su cadencia. La vacilación de esta información pierde su poder y llega cansinamente cuando se le da la solución. Afincada sobre un casting popular, los rostros plenamente conocidos ayudan a que la trama no se diluya de más. Tras unos muy bien elaborados primeros 20 minutos –que por momentos tienen cierta reminiscencia a la gran tradición de Robert Altman (tradición que no debería dejar perder Hollywood pero que a su vez requiere de un gran manejo y elegancia de los recursos cinematográficos que no todos pueden dominar), la cinta no logra sostenerse y comienza a utilizar despistes y gags de toda naturaleza (desde lo absurdo hasta lo escatológico) para cohesionarse. Funciona, sí, pero pierde la formalidad presentada en el primer acto. Hacía el final estamos viendo una forma completamente de narrar; la presencia, energía y volumen de los personajes se ha perdido y ya no lograrán cautivar de la misma manera que al inicio.
Soportada bajo factores estéticos, la trama que presenta Ryan Johnson le debe mucho a sus elementos técnicos para entablar el interés. El diseño de producción de David Crank y la dirección artística de Jeremy Woodward colocan los escenarios y espacios precisos para poder asirnos al universo presentado. La fotografía de Steve Yedlin y el montaje de Bob Ducsay (colaboradores de cabecera de Johnson) apuntalan la atmósfera y el colorido de los hechos para una integración eficaz. Lo mismo sucede con el diseño sonoro; clave para este tipo de ambientes. La partitura de Nathan Johnson, primo del realizador, marca el tono de la comedia y amalgama algunos de los elementos. En gran suma podemos decir que la tesitura de elegancia de la cinta proviene de estas nociones técnico/tecnológicas.
Las navajas y secretos de Johnson, al final, son exactamente lo que dicen ser: cuchilladas de un cine que está por mostrarse cual debe pero que no logra explotar del todo, que se pierde en un ofuscado entramado que se oculta a centímetros de nosotros, que se asoma con bríos pero se vuelve a ocultar. No es que la película no sea disfrutable, en realidad lo es; a razón también de que suma de manera un tanto amigable ciertos temas de la política exterior de Estados Unidos pero que, al igual que el resto, no termina por desarrollarse adecuadamente. Una apuesta como esta no es novedosa, claro, es un clásico de la industria que se tenía un poco perdido en gavetas menos comerciales y que ahora se nuestra con una muy buena intención, claro, pero que no por ello hay que aplaudir del todo. Tampoco es que se gane lo contrario. La verdad es que queda ahí, en medio de todo lo que ha pretendido. Tiene buenos momentos y regulares resultados, lo cual resulta hasta lógico. ¿O acaso cuando se resuelve un crimen todos salen avante?
Entre Navajas y Secretos de Rian Johnson
Calificación: 3 de 5 (Buena a secas).
Fuente: https://www.facebook.com/ECOsRockXalapa/posts/2644075992537438?__tn__=K-R
Fotografía: pinterest