Por Güris J. Fry. ECO’s Rock. 16 de noviembre de 2019
Amator/ El Amateur (Krzysztof Kieslowski, 1979)
El último acto que Kieslowski le hace realizar a su personaje principal en esta su segunda película formal, es el de sujetar su cámara –obsesión que le ha hecho ganar y perder todo en la etapa más reciente de su vida– y darle vuelta; filmarse: revelar y admitir ante ese punto de vista el marco de su propósito central: la reproducción de la realidad. Ante este hecho, pues, nuestro figurante se desnuda ante nosotros y frente al ojo con el que ha intentado captar el mundo, ángulo mismo con el que ha procurado describir los matices y capas con que su día a día se sujeta a la periferia social, laboral y familiar. En un estricto apego a la teoría de la imagen, hace falta que el autor aparezca a cuadro para plasmar toda materialidad. De esta forma, claro, el gran realizador polaco manifiesta y redondea el campo al que se atañe por completo: una reflexión plena sobre lo que el cine es: sus capacidades y obligaciones, sus limitantes y agravantes morales, sociales y políticas.
Bajo un tono tragicómico, la cinta se edifica a través de situaciones que no solo nos dejan entrever el origen ideológico del cine amateur –cual espejo al cine de toda estirpe– sino también una ventana al espacio del autor: sus gustos, caprichos, extravagancias, manías y arrebatos. En su camino nos encontramos con ese gusto por la creación pero también con los odios y miedos que se generan alrededor suyo, los propios y ajenos, los recelos y los egos, las preocupaciones y las sospechas. Estamos, pues, ante un ruedo complejo donde lo plausible y la censura se dan tanto la mano como la espalda en un balance tan cínico como habitual y sensato. La ruta que se le abre a nuestro personaje por una casualidad nacida de un casto deseo: como el de filmar a su hija recién nacida, le abrazará hasta la asfixia, le mostrará de forma tajante un mundo de luminosidad que evoca a los reflejos sin siquiera contar con un espejo, le abrirá de par en par las fronteras de su ensimismado mundo de obrero y le presentará la disyuntiva del arte: el encargo o la libertad, el mandato o la ilusión: la búsqueda de esa voz que hablé por la vida que se presenta en cada rincón. Al final, claro, le quitará todo de las manos, le arrebatará todo lo obtenido como pago por mostrarle la belleza oculta de los momentos.
El cine que representa Kieslowski en esta obra es cruentamente honesto, es penitencia y expiación, es encierro y atrevimiento franco. La naturalidad que logra en la pantalla es de un fuerza inusitada; su estilo –ahora aplaudido– es peculiar y reconocible debido a sus trazos, a esas líneas tan suyas que que rozan campos tan sutilmente disimiles y que bajo su ritmo y visión logran combinar a la perfección lo feroz con lo apasionado, lo poético con lo conmovedor y las combinaciones que exhalen de estos. Con Amator quizá nos encontremos con su cinta más ligera, es cierto, pero no por ello significa que no sea profunda, que no esté preocupada por los matices de la experiencia misma. Si su camino a bien fricciona el humor, este es sólo una exhortación ante los hechos presentados. Un bálsamo ante su propio oficio, una inflexión que resquebraja las paredes de la ficción y nos muestra serena y castamente la edificación y objetivo de lo que vemos y veríamos después en su bella filmografía.
El Amateur de Krzysztof Kieslowski resulta, al final, en un hombre común ante hechos extraordinarios, frente a sucesos que nos enseñan metódicamente a dejar a un lado sin mayores explicaciones; facultades artísticas que están en todos pero que pocos tienen el arrojo a experimentar –ya sea por miedo a la cavilación o por desidia, ya sea por una errónea formación o por un vil sometimiento comercial o consumista. Asimismo, lo que el realizador polaco nos deja entrever es un campo plenamente de ironía donde la construcción cinematográfica es también parte de una obstinación férrea, una lucha constante que se gana paso a paso y desde un puesto creativo y discursivo, no sólo como una vil explotación de conveniencia y/o esparcimiento. Ahí, claro, radica el mérito más grande de esta película, que entre sus actos podemos alcanzar a notar, sin sombras, que una mala edificación fílmica es en realidad una ceguera artística. Tanto para quien construye, como para quien observa.
El Amateur de Krzysztof Kieslowski
Calificación: 3.5 de 5 (Buena).
Fuente:
https://www.facebook.com/ECOsRockXalapa/posts/2443131549298551?__tn__=K-R
Fotografía: IMBD