Por José Luis Juvera Portilla. 11 de mayo de 2017
Hace poco durante una acalorada plática entre docentes de educación física recién egresados (de esas que incluyen temas escabrosos como el examen de ingreso al servicio profesional docente, las aún vigentes dobles plazas, y el próximo día del maestro) un compañero comentaba tajantemente “la escuela no hace al alumno” que en nuestro caso equivaldría a “las normales no forman al docente”.
Nadie se atrevió a preguntar el porqué de esa afirmación ni refutaron nada al respecto, todos hicieron silencio, hasta que expresé: “Así dijo LA MARS, y mira como le llovió”.
Con esto no quiero demeritar lo expresado por la joven, ni enfrascarme en un debate de redes sociales como aconteció. Me refiero a que tales opiniones como la de mi compañero de profesión, generan controversia y son un punto de partida para la reflexión.
Me despedí de todos, y marché a casa. En cada paso que daba aumentaban las dudas existenciales: ¿Y si tiene razón? ¿Para qué estudié? ¿Cuatro años especializándome y sin una plaza? ¿De verdad quiero ser docente? ¿Perdí mi tiempo? ¿Son las normales el mejor lugar para formar docentes? ¿Es el trabajo o un título la representación del éxito?….seguí caminando hacia la parada del autobús.
Fue uno de esos días donde solo te quieres sentar hasta atrás, ponerte tus auriculares y olvidarte de todo, hasta que un bache te despierte.
¿Son las normales el mejor lugar para formar docentes?
No es secreto que la educación en México está en crisis. Es mentira lo que se observa en los medios de comunicación. El gremio de docentes lo sabe. Pero así seguimos trabajando, mientras esté mi quincena en el cajero que el sistema se siga pudriendo.
Partiendo de esa situación, a las escuelas Normales les urge una reestructuración, renovación de contenidos, de docentes, de estándares de calidad, profunda y en todos los sentidos; ya que si nos decimos ser los “plus ultra” de la educación, habría que demostrarlo. Entiendo totalmente a mi compañero cuando dijo que en algunos aspectos de su formación “le quedaron a deber”.
¿Para qué estudié cuatro años si no tengo plaza?
Concretándonos en el trabajo del docente de educación física. Conocer y hacer son cosas distintas. Tal parece que nos volvemos una especie de “changos amaestrados” para estar en los patios durante toda nuestra trayectoria sin preocuparnos por: la investigación, la experimentación, la reflexión, y la educación continua. Los docentes que han trabajado años en las escuelas demeritan el trabajo de los de “pantalón largo” porque nunca ejercieron y viceversa, cuando ambos tendrían que saber lo mismo. Para saber hacer y poner en práctica es necesario tener las bases y los fundamentos recientes, no lo aprendido hace ocho años al egresar.
No es necesario haber sido un atleta de elite, para ser un excelente entrenador, como haberte curtido en el patio escolar no te convierte en un docente brillante (sin demeritar el esfuerzo y aunque algunos opinen lo contrario). Por lo tanto, y ante la escasez, reafirmo que una plaza no es el fin último de la docencia. El mundo no se acaba por no acceder a una. Hay que ampliar el panorama, abrir la mente y diversificarnos, las competencias de un docente son muchas y no se imaginan cuanta falta le hacen a la sociedad de hoy en día. Así como hubo arquitectos, químicos e ingenieros, que tuvieron que volverse maestros por necesidad.
¿Es el trabajo o un título la representación del éxito?
Estamos acostumbrados a la ecuación: estudio = trabajo = dinero = vivir. Esas son las reglas de la sociedad y bajo ese esquema nos hemos regido. Por lo tanto, es normal considerar que tener un trabajo y bienes materiales sea sinónimo de éxito. Ir en contra de dicho esquema genera controversia incluso en el núcleo familiar. Cada quien representa el éxito según sus ideales, alguien pudo estudiar un doctorado y se dedica a vender jugos, lo importante aquí es no desestimar, entender y aceptar que el éxito viene en distintas presentaciones. Para un docente puede representar jugar con sus alumnos o tal vez escribir un libro.
Y por último, nunca habría podido reflexionar todo esto de no haber asistido a la escuela, por muy jodida que hubiera estado, por muchos pésimos docentes que haya tenido y pese a todas las adversidades, la educación es sinónimo de progreso y por lo tanto y respondiéndole a mi compañero, la escuela si hace al alumno, las normales si forman al docente, y donde quiera que alguien necesite aprender, siempre necesitará como apoyo a alguien que enseñe…
…de repente manoteando y señalando con el dedo, escuché una voz y abrí los ojos asustado “hasta aquí llegamos joven”- me dijo el chofer. Como de costumbre, comprobé que las reflexiones en el transporte público, son las más profundas.