Por Luis Bello Estrada. Insurgencia Magisterial. 23 de marzo de 2020
Cualquier especie animal o vegetal que daña a otra se le define como una plaga, pero si daña a todas las demás entonces se le dice “hombre sabio” u Homo sapiens. El judeo cristianismo en el Génesis (1:25), declara que dijo Dios: «Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y tenga potestad sobre los peces del mar, las aves de los cielos y las bestias, sobre toda la tierra y sobre todo animal que se arrastra sobre la tierra.» Luego lo creímos y abusamos, nuestra condición superior nos permitió asesinar a la naturaleza, ahora somos víctimas de nuestras acciones, básicamente necios. Los derechos humanos y su consecución son por hoy una ingenuidad. Estamos confrontados y rebasados, nuestra vulnerabilidad es aterrorizante. Calentamiento global, guerra nuclear, así como la fusión de la biotecnología con la infotecnología son los pilares del Armagedón o por lo menos de una etapa sin precedentes de precariedad de la vida humana.
Es ese contexto catastrofista nos llega el Covid-19. No obstante, en plena era de la información lo que prevalecen son las dudas. ¿Es una pandemia natural o fue desarrollada en laboratorios? En el primer caso ¿Las condiciones ambientales por las que este virus mudó de hospedero (de animales a humanos) se replicará en otros tipos de virus similares, en cuánto tiempo? En el segundo caso del patógeno creado en laboratorio, ¿fue un accidente o fue deliberada su exposición?, ¿se trata de un laboratorio de China, de Estados Unidos o de otro país con preeminencia geopolítica y que posea armas biológicas?, ¿tuvo algo que ver la álgida guerra económica y tecnológica del gigante asiático con el país del norte de América?, ¿es imprescindible una guerra del petróleo árabe en estos momentos? Y finalmente, la más preocupante, ¿el neoliberalismo y USA están aterrados ante la pérdida de su hegemonía frente a la poderosa “locomotora China”, como le dice Chomsky? La misma Latinoamérica es un polvorín ante sus condiciones socioeconómicas.
En este escenario tenemos un demo erosionado por cuatro décadas de capitalismo salvaje, donde salud, educación, alimentación y otras prioridades sociales fueron desmanteladas en nombre de la eficiencia y calidad, desde luego por el lucro. Una muy dura prueba social y económica para los desposeídos y que básicamente cuentan con su fuerza de trabajo semanal y diaria para el sustento y supervivencia, se les limita y hasta prohíbe salir a la calle a trabajar. En estos momentos los problemas sociales y los escenarios catastróficos se potencializan. Al problema de salud pública la desinformación cobra diversos grados de víctimas, desde compras de pánico que generan desabasto para los más susceptibles, hasta la desestabilización de gobiernos por sus detractores, y en general siembra de terror y desconfianza de algunos sectores hacia la honesta organización gubernamental de salud.
La selectividad del Covid-19 más mortal en personas con enfermedades crónicas, inmunodeprimidas y ancianos, pero menos virulento en niños genera más incógnitas sobre su surgimiento. Atrás de este escenario pandémico priva la confusión y el pesimismo. En México en particular por un relativamente reciente cambio de régimen se debaten, montados en esta crisis sanitaria, dos modelos de nación, el que no se ha terminado de ir de corte monetarista ortodoxo y que controla gran parte de los medios casi monopólicos de comunicación y a los analistas de opinión o locutores que tienden a cuestionar, desinforman y malinformar a la población. En el otro polo está el nuevo proyecto gubernamental denominado 4T, que aún no termina de llegar por lo que a diversos sectores de la población los hace dudar de la veracidad de su proyecto sanitario, pero en ello hay un debate partidista que capitalizan unos y otros.
Harari propone cuatro CES; comunicación, colaboración, creatividad y pensamiento crítico como las acciones sustantivas que deben desarrollar las escuelas. Sin embargo, estas mismas premisas bien podrían también enmarcar nuestra participación en esta crisis sanitaria y humana. La comunicación efectiva que no desinforme, ni malinforme, para discriminarla y verificarla; el pensamiento crítico es sustantivo. Es clave la colaboración con las autoridades de salud y gubernamentales leales a la nación. Finalmente la creatividad que nos permite si fuera necesario elaborar un cubrebocas hasta un gel de alcohol o actividades para sobrellevar la contención doméstica, desde luego acciones de solidaridad con quien lo requiera, sin violentar o contravenir las recomendaciones y normas sanitarias.
Fotografía. cdc.gov