Por: EL SALTO. 23/03/2020
En el nombre del Pacto de Estabilidad y Crecimiento, hoy suspendido, se han aplicado recetas de austeridad en toda Europa que han debilitado nuestro sistema económico y sanitario.
La Unión Europea se cae a pedazos. Los pilares liberales sobre los que se ha construido ya no solo han perdido la legitimidad ante gran parte de la población, sino que sus máximos defensores han tenido que reconocer que ya no sirven. No servían desde 2008, pero ha hecho falta un shock en la economía como el que va a suponer el covid19 para que incluso ellos hayan tenido que reconocer que ahora no funciona. Y digo reconocer que ahora no funciona, porque todavía siguen sin reconocer que no ha funcionaba nunca en los últimos doce años, que no ha funcionado nunca o que solo ha funcionado para unos pocos.
Las herramientas de política económica están obsoletas y los marcos, tan rígidos a veces, se han roto con las palabras de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, al suspender el Pacto de Estabilidad y permitir que los Estados miembro se salten el corsé del déficit. Se rompen ante la amenaza de que, pese a los mensajes de calma, la economía europea se hunde en su propio vómito. Sí, vómito. Porque eso es lo que han hecho las élites económicas financieras en Europa, el eje franco-alemán, el BCE dirigido por un exGoldman Sachs: triturar a las clases bajas con su austeridad, engullirlas hacia el austericidio y vomitar un sistema económico y social débil en el que solo las alimañas (esas que llaman mercados) pueden alimentarse y engordar.
AUSTERICIDIO
“-cidio”, del latín “-cida, -cidae”, significa “matar, cortar”. Austeri-cidio, Matar con austeridad. Eso es lo que hizo la Comisión Europea, la Unión Europea, los mercados. Nos quitaron camas de hospital, cerraron plantas enteras, no sustituyeron al personal sanitario público que jubilaron, alargaron las listas de espera y mercantilizaron, o intentaron, todo aquello que tenía que ver con la sanidad pública. Todo en nombre de la estabilidad.
No sabemos a cuánta gente matará la pandemia, pero podemos estar seguros de que hubiera sido mucho menos si no nos hubieran marcado la senda del déficit, si no nos hubieran hecho creer que “habíamos vivido por encima de nuestras posibilidades”, si no hubieran justificado los recortes en sanidad o en cobertura social pública por la dichosa estabilidad.
Fue en nombre de la estabilidad por lo que recortaron nuestra sanidad, esa que ahora se desborda y tiene plantas cerradas.
Porque fue en nombre de la estabilidad por lo que recortaron nuestra sanidad. Esa que ahora se desborda, que tiene plantas cerradas, que sufre desabastecimiento de material sanitario, que necesita tirar de médicos y médicas jubiladas o estudiantes, que tiene que “coordinarse” con una sanidad privada que cada vez tiene más “cuota de mercado”, pero que sigue derivando los casos más caros/complejos a la pública.
Y en estos días no puedo evitar acordarme de Grecia. La Troika no tuvo piedad con el pueblo griego. El coronavirus demuestra que todo aquello que “no se podía” cuando Grecia lo pedía, sí que se podía. La reacción del BCE y la CE estos días muestran que se puede olvidar el vicio de controlar el déficit, se pueden incrementar los niveles de deuda para tomar medidas keynesianas de gasto, los Estados pueden inyectar dinero directamente en la economía. Pero a Grecia le obligaron a quitar la sanidad pública a los parados de larga duración, se les obligó a realizar recortes hasta casi desmantelar la sanidad pública, a recortar brutalmente las pensiones de sus mayores. Eso es austericidio. Todo en nombre de la estabilidad.
LOS QUE GASTAN EL DINERO EN “ALCOHOL Y MUJERES”
“La Comisión Europea da barra libre a los países para que inyecten capital a sus economías”, han subtitulado muchos medios tras el anunciaba que activaba la clausula de escape del Pacto de Estabilidad y Crecimiento. Nos “permiten” inyectar dinero en nuestra propia casa, nos “dejan” que usemos recursos para salvar las vidas de nuestros mayores, nos dan “permiso” para socorrer a esa gente y empresas que van a hundirse en una extraña crisis en los próximos meses. Ese paternalismo de aquellos que se creen que su dogmas son los buenos y que “los del sur” somos esos que se gastan el dinero en “alcohol y mujeres”, tal y como dijo el presidente del Eurogrupo, el holandés Jeroen Dijsselbloem, en marzo de 2017. El coronavirus va a golpear a la Europa de “las dos marchas”, pero a los que vamos en la marcha más lenta nos va a golpear con mucha más virulencia.
El Coronavirus va a golpear a la Europa de “las dos marchas”, pero a los que vamos en la marcha más lenta nos va a golpear con mucha más virulencia.
El Pacto de Estabilidad pudo valer cuando se fundó la Unión Europea. No era descabellado tener unas mínimas reglas, como cualquier club. Pero se convirtió en una trampa y no por casualidad. Se convirtió en una trampa porque se construyó sobre esos pilares liberales que ahora se caen en pedazos. Y quiero insistir, como llevo haciendo en mis últimos artículos, que no podemos creer que ha sido el covid19 el que ha roto Europa, no ha sido un virus el que ha desestabilizado esos pilares. La financiarización de la economía, la privatización de lo público, la socialización de las pérdidas de la banca, la precarización de nuestros trabajos y nuestras vidas, el austericidio y todas esas recetas que nos aplicaron en el nombre de la estabilidad es lo que han matado a esta Unión Europea que solo fue estable para unos pocos, que nunca fue una verdadera unión.
De esta nueva crisis debemos aprender mucho. Aprender lo importante que es tener una sanidad pública o unos servicios sociales que no dejen a nadie atrás. Repensar nuestra dependencia del sector turístico, los huecos que hemos dejado que fueran ocupados por la extrema derecha, nuestro papel en Europa. Aprender que una economía más sana y real, así como unos trabajos y vidas menos precarizadas, son más resistentes a los shocks externos, sea este un virus en China, la caída de un gran banco en Estados Unidos o un desastre climático en nuestro propio entorno. Porque si no lo aprendemos, corremos el riesgo de que nos quieran volver a vender estabilidad, nos apliquen austericidio y nos remate la próxima crisis que venga.
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Fotografía: EL SALTO.