724
Por: Agaton. 06/02/2019
El cierre de varias ONG golpistas en Nicaragua agarró de sorpresa a sus dueños. Tampoco contempla eso el manual del golpe suave de Gene Sharp. En teoría, los complotados cumplen con los cinco pasos básicos para derrocar a un gobierno que se ve acorralado y al final les entrega el poder.
Es lo que los golpistas esperaban a raíz del levantamiento del 18 de abril con la ya olvidada excusa de que defendían a los jubilados del país.
El “manual” de Sharp contiene en realidad 198 acciones para descalificar y derrocar gobiernos. Aquí los golpistas han cumplido o han intentado cumplir las cinco principales.
La verdad es que la falta de apoyo de la población frustró sus planes desde muy temprano, por lo que tuvieron que emigrar en busca de que gobiernos extranjeros como el de Estados Unidos y Costa Rica les hagan el trabajo que ellos no pudieron ejecutar.
Veamos cómo nos aplicaron el manual del terror “suave”: el primer paso manda a impulsar acciones para generar y promocionar un clima de malestar.
¿Cómo?, con denuncias diarias de presunta corrupción del gobierno, a la vez que se promueven intrigas.
Ese punto fue quizás el más repasado por los golpistas, y los encargados de llevarlo a buen término fueron los organismos de “derechos humanos” (CENIDH, CPDH, ANPDH y otras ONG opositoras), los medios hegemónicos de la familia Chamorro (La Prensa, Confidencial, etc.) y otros reclutados en las últimas etapas.
Segundo paso: desarrollo de intensas campañas en defensa de la libertad de prensa y de los derechos humanos, acompañadas de acusaciones de totalitarismo contra el Gobierno, en este caso, el de Nicaragua.
Lo vimos desde hace algunos años y lo denunciamos hasta la saciedad en Nicaleaks. Millones de dólares invertidos por Estados Unidos y la Unión Europea para diversas ONG opositoras, principalmente la Fundación Violeta Barrios de Chamorro, que se inventó varios seminarios para tratar de ocultar sus verdaderos fines de reclutamiento de periodistas.
Solo en 2015, la USAID entregó, a través de la Fundación Violeta Barrios de Chamorro, un total de US$ 523,000 dólares entre doce medios de comunicación y periodistas hostiles al actual gobierno sandinista, entre ellos el diario La Prensa, entre cuyos dueños se encuentra Cristiana Chamorro Barrios, la encargada de escoger a los favorecidos.
La excusa para repartir más de 40 mil dólares a cada persona escogida por Cristiana Chamorro Barrios, ronda en lo ridículo: un “Plan de Mitigación y Monitoreo Ambiental”.
Ninguno de los premiados sabe ni papa del tema, aunque sí lograron adquirir equipos modernos a fin de atacar las elecciones de 2016 y prepararse para cuando se diera la oportunidad de asestar el golpe de Estado.
Hubo otras ONG que prepararon a jóvenes periodistas sobre presuntos peligros que correrían en su profesión y cómo defenderse, lo que no era más que una visualización de lo que podría ocurrir una vez que se involucraran en el intento de golpe.
Tercer paso: lucha activa por reivindicaciones políticas y sociales y promoción de manifestaciones y protestas violentas, amenazando las instituciones.
Fue el gran paso para los golpistas en Nicaragua. Habían intentado fabricar un motivo con el canal interoceánico y luego con el incendio de Indio Maíz. La oportunidad les llegó con las reformas a las pensiones del INSS y fue el momento en que echaron a andar en la práctica todo lo aprendido en años de adiestramiento.
Ya aquí iban por todo, por lo que saltaron al cuarto paso que es impulsar operaciones de guerra psicológica y desestabilización del Gobierno, creando un clima de “ingobernabilidad”.
A todos nos quedó claro lo que hicieron con las redes sociales, echando a rodar rumores de todo tipo, a cual más desmoralizador en torno a la presunta renuncia del presidente Daniel Ortega y el posterior castigo masivo en contra de militantes y simpatizantes sandinistas.
Los más débiles ideológicamente, los traidores y oportunistas se apartaron de inmediato creyendo que en realidad el gobierno se iba a pique. Hubo renuncias de periodistas, de funcionarios de todos los poderes, algunos de los cuales incluso se sumaron al intento de derrocamiento.
Llegamos al quinto paso, que es la toma del poder. ¿Cómo lograrlo? Sharp señala que la fase final tiene por objeto forzar la renuncia del presidente mediante revueltas callejeras para controlar las instituciones, mientras se mantiene la presión en la calle.
Paralelamente se va preparando el terreno para una intervención militar, mientras se desarrolla una guerra civil prolongada y se logra el aislamiento internacional del país.
Y hasta aquí llegó la aventura. Los golpistas continúan enfrascados en forzar la salida del comandante Ortega y la vicepresidenta Rosario Murillo, no obstante, no contaban con el contragolpe iniciado por el sandinismo con el derribo de los tranques, las marchas multitudinarias en apoyo a sus gobernantes y la voluntad indoblegable de dar al traste con las intenciones de los terroristas.
Si el pueblo fuera en realidad antisandinista a como pregonan los vendepatria, el gobierno habría colapsado en cuestión de días o semanas.
Hace poco se cumplieron ocho meses del intento criminal y los vemos aferrados desesperadamente al efecto de las sanciones gringas y de lo que pueda hacer el inmoral y corrupto Luis Almagro desde la OEA.
Sharp dice a sus seguidores que la “violencia no es tan eficiente”, dado que el poder no es monolítico y que “en los Gobiernos, si el sujeto no obedece, los líderes no tienen poder”.
No obstante, sus prosélitos locales entendieron el eufemismo, salieron del “golpe suave” y se lanzaron con todo en contra del gobierno constitucional del presidente Daniel Ortega. Mr. Gene volvió a equivocarse: en Nicaragua el poder sandinista sí es monolítico y el pueblo rojinegro es disciplinado.
Una y otra vez ha dado la espalda a los llamados a la desobediencia y la última vez la acabamos de ver con las navidades. Una gran conmemoración religiosa y familiar pese a que desde sus púlpitos los golpistas de sotana, repetidos por el resto de terroristas, decían que “no hay nada que celebrar”.
LEER EL ARTÍCULO ORIGINAL PULSANDO AQUÍ.
Fotografía: Agaton