Por: Winnie Narváez, del equipo de FUPECG-ÁBACOenRed, con Yorlis Luna. Nicaragua. 05/02/2023
“Claro que hay temas difíciles de entender.
Gracias a la revolución apenas aprendí que se podía vivir con una pareja estable sin casarse”
Carold, 58 años.
La transformación cultural en la vida de las mujeres en Nicaragua causa mucha curiosidad a quienes no habitan en el país. Durante la primera etapa de la revolución se hablaron por primera vez en voz alta temas prohibidos como: la sexualidad, la desigualdad en el campo y la ciudad, el acceso a la educación. También se postergaron varias cosas, por ejemplo; la condición de las mujeres que desde siempre sostenían (y sostienen) la economía, con el trabajo reproductivo y no asalariado, el reconocimiento de labores esenciales como la crianza, educación y el acompañamiento de los hijas/os y la posibilidad de redefinir los proyectos propios teniéndose a una misma como prioridad.
La segunda etapa de la revolución centra el protagonismo de las mujeres en lo económico y lo político–comunitario, haciendo grandes esfuerzos por reconocer los derechos y promover una cultura de paz. Así, vemos a muchas compañeras asumiendo responsabilidades reconocidas públicamente a nivel de sus organizaciones de base, saliendo por primera vez de sus casas y planteando las reglas. De esta coyuntura de una base económica dispuesta para las mujeres pareciera surgir una generación de mujeres que redefine su historia. Grupos de mujeres reunidas para hablar de proyectos, de emprender, de crear, de soñar juntas y de hacer. Soñar, planificar y hacer. Y ese mantra parece repetirse una y otra vez, nutriendo la posibilidad de imaginarse una como sujeta creadora no solo de vida, como siempre nos dicen, sino de proyectos, de inversiones.
Toda la experiencia acumulada por las invisibles economías del cuidado se hace visible en proyectos que tienen resultados tangibles, más allá del cuido de otras personas.
Muchas verdades van surgiendo en la práctica. Que las mujeres podemos ser amigas que cooperan en vez de competir, que podemos trabajar en equipo con los compañeros que estén dispuestos a cooperar y no a competir.
A continuación la historia de dos mujeres que entre tantas más, van redefiniendo una cultura desde el desarrollo de proyectos propios:
Adriana nació en Managua, tiene 29 años, es arquitecta y habita en la primera urbanización del proyecto de viviendas Bismark Martínez1, llamada “Villa Jerusalén”, en Managua. Este representa uno de sus mayores logros ya que por muchos años no tuvo un lugar estable donde vivir con su pequeña hija. Adriana participa activamente en la organización comunitaria de su barrio, desde donde hacen actividades a partir de las necesidades de todas las personas, por ejemplo, censos de animales y jornadas de castración y esterilización para cuidar de la salud, Jornadas de reforestación en las áreas verdes con el propósito de que sean parques, entre otras actividades.
Además, ella es una de las protagonistas del emblemático programa “usura cero”. Al respecto comenta: “Llegaron al barrio y apliqué porque siento que tengo la capacidad. Ya me permite tener recursos. Voy a poner una tienda de regalos inspirados en aspectos de nuestra realidad como nicaragüenses, -como regalos temáticos-. Una tienda en línea”.
El día que conversamos, Adriana estaba muy motivada porque en la capacitación conoció a muchas mujeres que ya han recibido hasta 11 créditos, transformando sus negocios en algo más grande y siempre manteniendo sus grupos solidarios.
Adriana también es protagonista del proyecto “Casa ecológica” de la alcaldía de Managua. Es un proyecto piloto que consiste en recibir junto a otras 100 familias, un huerto de 1 x 1 mt, 1 tanque de 1200 lts, un canal y una máquina para hacer composta. Además, reciben la capacitación y el acompañamiento técnico para cuidar del huerto. Con esto se promueve la producción y consumo de alimentos saludables. Al respecto comenta: “es mí huerto y estoy feliz de tenerlo”.
La siguiente experiencia es la de Karelia. Ella nació en Estelí, tiene 42 años, es una artista Aficionada que formó parte del Primer Grupo Folklórico Departamental y de Jóvenes Pintores de la Casa de Cultura Leonel Rugama. Actualmente es emprendedora y desde el 2021 participa en la plataforma ESARTE con artes manuales y accesorios de Bisutería.
Karelia cuenta cómo inició su inspiración y sus primeros esfuerzos en el arte de las manualidades:
“Mi mama empezó a dar clases de manualidades, Corte y Confección, en el colectivo de mujeres Nora Astorga. Mi mamá siempre me andaba con ella y yo siempre miraba y después dañaba los mosquiteros para hacerles vestidos a las muñecas”.
“Empecé a hacer los primeros accesorios cuando tenía 19 años y los hacía para mí, para vender. Caminaba una maletita con semillas, hilos, tijeras, tenazas. Usaba más los corta uñas porque cortaban más. Usaba pinzas para las cejas para doblar el alambre. Me ponía en los pasillos de la Universidad a elaborar pulseras y collares, me sentaba en el suelo. Las profesoras llegaban y decían que bonito eso, hágame uno. Habían días que agarraba como 500 pesos y todo lo daba barato. En ese tiempo el frente no había ganado. Solo vivía de mi beca y lo poquito que mi mama me daba entonces de eso yo le llevaba”
En el 2014 inició su exploración en el arte de accesorios invirtiendo en materiales. La primer feria en la que participó, organizada por el Ministerio de Economía Familiar Comunitaria, Cooperativa y Asociativa (MEFCCA) fue en septiembre de 2018. Ella cuenta que en ese momento no sabía ni cómo acomodar sus trabajos en los estantes, porque hasta eso se aprende en las capacitaciones del MEFCCA.
Karelia tomó la decisión de darle un giro a su vida y dedicarse completamente a su emprendimiento. Sin embargo, ella reconoce que esto es posible gracias a las condiciones dispuestas en la coyuntura actual y no una cuestión de actitud individualista y pensamiento mágico como promueve muchas veces el capitalismo. Al respecto comenta:
“Esto es una inversión que está haciendo el gobierno en nosotras. Además de darnos las herramientas para poder comercializar nuestros productos, no pagábamos nada. Ni hospedaje, ni transporte, ni por el espacio donde vendemos. La cámara de comercio cobra como 200 dólares por una capacitación de Marqueting Digital. En el MEFCCA nos enseñan a usar CANVA, hacer vídeos cortos y a tomar bien fotografías. Además aprendemos elaboración de nuestras páginas y diseño del logos, tarjetas de presentación y empaques. Nos enseñan a dar un mejor uso a las nuevas tecnologías que tenemos a mano, y todo lo que viene a dar ese valor agregado a nuestros productos. En los 90 no teníamos nada de esto, ahora contamos también con las escuelas de oficio y el INATEC que nos certifican para enriquecer nuestro currículum. Recién me certifique orgullosamente de la Escuela Hugo Chaves junto a 208 protagonistas en su mayoría Mujeres que están iniciando sus emprendimientos”
Nicaragua se ubica en el 6to lugar de equidad de género en el mundo y las experiencias demuestran que más que un rango, son esfuerzos por mejorar la calidad de vida en distintas dimensiones. Quedan muchas transformaciones culturales por vivir pero hay mucha fortaleza en la posibilidad de trabajar juntas y disponer de recursos para hacerlo. Es válido preguntarnos todos los días: ¿En qué reflexiones nos disponemos a participar? Que esto funcione y continúe es responsabilidad de todas y todos.
Gracias a las compañeras por la disposición de comunicar sus experiencias y a quienes realimentan el proceso de creación de los artículos. Todos estos son esfuerzos por humanizar nuestro día a día en medio de una guerra mediática contra Nicaragua.
Fotografía: pabak