Por. Iván Alonso Cuevas. 26/03/2025.
Milité en el gobierno legítimo, allá por 2006-2007. El fraude electoral, la lucha por la defensa del petróleo, la reforma laboral. En aquellos años la gente que después fundó MORENA luchaba contra los vendepatrias del PAN y del PRI. Me acuerdo de las Adelitas. Mujeres guerreras, luchadoras. Claudia Sheinbaum era una de ellas. Yo tenía 24 años y aquella gente gozaba de gran credibilidad. Entiendo hasta cierto punto que todavía hay personas que creen que AMLO fue un buen presidente, que creen sinceramente en que llegó al poder sin pactar con los poderes fácticos y que combatió la corrupción. Las pruebas en contra son abrumadoras[1], pero entiendo que mucha gente se jugó la vida con ellos, apostó todos sus sueños, y no es fácil reconocer que a uno lo engañan fácilmente.
Para el año 2011 en que se formó MORENA yo tenía tiempo de haber dejado el movimiento. Desde muchísimo antes del 2011 ya se veía lo que iba a ser. Nunca hubo algún escrúpulo para recibir a la gente más impresentable, con tal de que trajera algún capital político. Sobre todo, se percibía desde entonces la formación de cúpulas y de dinastías políticas. Vivía en Zacatecas y vi de cerca el ascenso de los Monreal. Una persona que hoy es funcionaria en el gobierno de David Monreal fue mi compañera de carrera en la UAZ. Representa muy bien a su generación: juniors que estudiaron en universidad pública; hijos consentidos de luchadores sociales de los 70’s. Es terrible constatar que toda esta gente, “emanada del pueblo”, puede ser tan corrupta y desleal como sus supuestos adversarios.
A finales de 2007 empecé a acercarme más al movimiento zapatista. La Sexta declaración estaba reciente y yo me afilié a la Juventud Comunista de México (JCM). Me deslumbraba aquella gente que hacía una militancia política honesta y desinteresada.
Conocer el zapatismo ha representado, en mi vida y en la de muchos, la posibilidad de seguir creyendo en la humanidad.
La gente que siguió en el movimiento de AMLO, por otro lado, se fue acoplando a los tiempos. Al cinismo político, a los dobles discursos; a la descomposición de lo político a todos los niveles.
Legalizaron la militarización del país, devastaron la selva con su tren neoliberal, empoderaron a militares y criminales, continuaron con el deterioro progresivo de los sistemas educativo y de salud, sostuvieron la corrupción a todos los niveles, desmovilizaron a las fuerzas de izquierda y condenaron a todo movimiento que no se plegara a sus manejos. Entregaron el control de Estados enteros al crimen organizado y fueron cómplices del gobierno norteamericano en la persecución y criminalización de los migrantes. Recibieron en su movimiento a lo peor de toda la casta parasitaria de los demás partidos y profundizaron el empobrecimiento del debate político hasta degradarlo al ámbito del espectáculo. Por proteger al Ejército y a los criminales dieron la espalda a los padres y madres de Ayotzinapa, a los colectivos de buscadoras. No redujeron los homicidios, ni las desapariciones, ni el tráfico de drogas, etc. Sin embargo, todo esto no se salía de lo que se podía esperar de vividores de la política y profesionales del engaño. Como toda izquierda domesticada fueron buenos como oposición y pésimos como gobierno. Pero lo de Teuchitlán si los lleva a un nivel de inhumanidad inaudito. Creo que el manejo del tema de Teuchitlán es ya un parteaguas. Después de Teuchitlán la política ha muerto.
Banalizar la vida, permitir la proliferación de burócratas banales de la muerte (cada sicario y cada funcionario corrupto es un Eichmann), aliarse con criminales y permitirles aterrorizar a la sociedad, sostener el poder sobre la pura propaganda y promover el linchamiento mediático de la disidencia, militarizar el país con un ejército que siempre fue mercenario y brutal (guerra sucia, el 68, Ayotzinapa, etc.), y más propaganda: conferencias diarias, canales de YouTube a granel, granjas de bots, etc., y miles y miles de pesos para comprar opiniones: millones de pesos destinados a conservar el poder. Uno de nuestros problemas más graves es que el ejercicio de la política sea hoy tan costoso y, al mismo tiempo, tan empobrecedor del debate: una contradicción de la política capitalista.
Un pragmatismo inmoral, un manejo obsceno de la información. ¿Acaso todo el que llega al poder está condenado a convertirse en tirano? Yo creo que no. Lo que pasa es que ellos siempre fueron así; no quisimos verlo. Es notorio, si uno pone atención, que esa gente está movida por el deseo de ascender, de pasar a la historia, no de hacer, no de crear. Los mueve la ambición individual. Su hambre de notoriedad revela un vacío y una pobreza espiritual enormes; AMLO es un monstruo. Además, como hijos de activistas, no dejan de ser cachorros de la burocracia. Sólo así se explica su capacidad para adaptarse a lo que hay. Ejemplo: aquí nadie llega al poder si no es por intermediación de los empresarios y los mafiosos; “entonces pactemos”. No quieren cambiar lo que hay sino acomodarse de la mejor manera posible a ello. Esto integra a México a la peor política que se hace hoy en el mundo, aquella que está basada en el manejo ideológico, la propaganda y los pactos a espaldas de la sociedad. Sin miedo a exagerar podemos decir que MORENA terminó de matar la política en México; han puesto todas las condiciones para implantar un gobierno de corte fascista; ellos, que se autodenominan izquierda.
El caso Teuchitlán los pinta de cuerpo entero. Promoviendo un linchamiento contra las buscadoras, contra gente que ha sufrido lo indecible y cuyo único delito es seguir resistiendo.
Mantenerse de pie ahí donde todos se arrodillan y creer en la dignidad humana se vuelven delitos para un régimen criminal.
Esta lógica del poder por el poder lleva a la catástrofe porque el poder en tanto que fin produce enfermedad del espíritu. “Conquistar y mantener el poder primero, pensar en los principios después”; es la divisa de MORENA, el problema es que el poder no se termina de conquistar, sólo se vuelve un centro en torno al cual las vidas de sus ministros giran. En el camino todo rasgo de humanidad y de justicia es proscrito. Donde gobiernan delincuentes la justicia ha de ser proscrita.
Aplastar al débil es la injusticia por antonomasia, porque el poder que no equilibra las fortunas se convierte en vasallo de los afortunados.
Hoy MORENA es una maquinaria para reducir la capacidad de juicio entre sus seguidores, para normalizar la violencia y deshumanizar a las víctimas. Como enemigos del pensamiento crítico, son una maquinaria que impone el odio hacia los que piensan y el linchamiento contra los que resisten. Una maquinaria que prepara el camino al mal radical. El gobierno de la 4t se perfila de esta manera como el más servil al capitalismo, pues prepara o acentúa las condiciones políticas y de control ideológico que la burguesía contemporánea requiere. Así, los hornitos de AMLO tienen más que ver con los Hornos de Hitler de lo que quisiéramos.
Fotografía: tomada de redes
[1] Baste recordar la estrategia en seguridad, “Abrazos no balazos”, los testimonios de agentes norteamericanos donde las autoridades mexicanas revelaban al cártel los momentos de los operativos o el libro de Anabel Hernández La historia secreta (Grijalbo. México. 2024).