Por: Álvaro Delgado. El Heraldo de México. 30/11/2017
Desprovisto de militancia partidaria como ningún ungido presidencial en la historia del PRI, José Antonio Meade Kuribreña personifica a la opulenta élite burocrática de México y un dato lo ratifica: nunca en dos décadas, que cruzan cuatro sexenios de dos partidos diferentes, dejó de cobrar una sola quincena en el gobierno federal.
En efecto, desde que fue designado director general de la Comisión Nacional del Sistema de Ahorro para el Retiro (Consar), en agosto de 1997 –en el sexenio de Ernesto Zedillo–, hasta el dedazo de este lunes 27, Meade acumuló 10 puestos consecutivos, todos además con ingresos netos de 150 mil pesos mensuales en promedio.
Inclusive en su declaración patrimonial más reciente, la de mayo, aseguró haber tenido ingresos netos por 2 millones 478 mil 387 pesos durante 2016, para un promedio de 208 mil pesos mensuales.
Una revisión de las declaraciones patrimoniales que el virtual candidato presidencial priista ha presentado ante la Secretaría de la Función Pública, sólo de 2000 a 2017, y considerando un promedio de 150 mil pesos al mes –que no incluyen aguinaldo ni ahorros de retiro–, arroja que en ese lapso percibió 30 millones 600 mil pesos o 42 millones 126 mil pesos si se toma en cuenta su ingreso anual de 2016.
Un trabajador que cobra el salario mínimo vigente de 80 pesos al día reuniría, en los mismos 17 años, menos de medio millón de pesos: sólo 489 mil. El contraste con Meade, el millonario, es escandaloso.
¿Tiene Meade ingresos adicionales a los públicos? No hay manera de saberlo, porque como lo hace la alta burocracia en el gobierno de Enrique Peña Nieto, casi sin excepción, decidió no hacer públicos los datos de su patrimonio, salvo generalidades como la marca de su coche, Honda Fit 2017, y los 254 metros cuadrados que mide el terreno de su casa.
En las declaraciones patrimoniales de Meade, que excluyen los bienes a nombre de su esposa y de sus hijos, destaca un párrafo que en realidad es una maniobra para el ocultamiento tan característico de los políticos del PRI:
“Sí estoy de acuerdo en hacer públicos parcialmente mis datos patrimoniales. Por lo que se excepcionan los siguientes: En ingresos netos, aquellos que se declaren por actividad industrial, comercial, financiera y otros. En bienes inmuebles, el valor de la contraprestación y moneda. En bienes muebles, el valor de la contraprestación y moneda. En vehículos, el valor de la contraprestación y moneda. En inversiones, cuentas bancarias y otro tipo de valores, el saldo. En adeudos, el monto original, el saldo y el monto de los pagos realizados”.
Y hay otro tema que Meade tampoco quiere que se sepa, como lo deja por escrito en sus declaraciones patrimoniales: “No estoy de acuerdo en hacer públicos mis conflictos de interés”.
¿A cuánto asciende la fortuna de Meade con quien el PRI pretende mostrar un rostro ciudadano y contrapuesto a la corrupción y a la impunidad que son sello del peñismo? Se sabrá si presenta su 3de3, que tampoco es garantía de mucho…
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Fotografía: 24horas