Por: Milagros Berríos. 04/05/2025
OjoPúblico entrevistó a la lideresa peruana Mari Luz Canaquiri Murayari, del pueblo indígena kukama kukamiria, quien acaba de ganar el Premio Goldman 2025, uno de los reconocimientos ambientales más importantes en el mundo. Ella preside la asociación de mujeres que logró un fallo histórico: el reconocimiento del río Marañón como sujeto de derecho. Canaquiri Murayari se convierte en la séptima peruana galardonada en los últimos 34 años, después de Máxima Acuña, Ruth Buendía y otros defensores ambientales.
La lideresa kukama kukamiria Mari Luz Canaquiri Murayari acaba de ganar el Premio Goldman 2025, uno de los reconocimientos ambientales más importantes del mundo. Ella preside la Asociación de Mujeres Huaynakana Kamatahuara Kana, que, el año pasado, logró una sentencia histórica en Perú: la Corte Superior de Justicia de Loreto reconoció al río Marañón y sus afluentes como sujeto de derechos.
Este reconocimiento —otorgado en San Francisco, Estados Unidos— está dirigido a héroes ambientales de todo el mundo. Canaquiri Murayari se convierte en la sétima peruana en recibirlo en 34 años, periodo en el que también se premió a otros defensores, como Máxima Acuña, conocida por su resistencia en el caso Conga, Ruth Buendía, del pueblo asháninka, y Liz Chicaje, del pueblo bora.
En setiembre de 2021, la dirigente kukama planteó, en representación de su asociación, una acción de amparo en defensa de este río afectado por múltiples derrames de petróleo.
“Aparte de ser la única fuente de vida, para nosotros, es un ser vivo”, explica la dirigente. Y es que el Marañón y los kukama tienen una relación personal y profunda: de acuerdo a su cosmovisión, sus ancestros viven debajo de las aguas, cuenta en entrevista para OjoPúblico.
El fallo no es solo simbólico: “Cuando el Estado reconoce derechos, esos derechos se convierten en límites (…) Si demuestro que el Estado ha adoptado una decisión que viola un derecho fundamental, puedo pedir la nulidad”, explica el Instituto de Defensa Legal (IDL), la organización que asistió legalmente a las demandantes. Esto, subrayó, no solo alcanza al Marañón sino a otros grandes ríos que también son sus afluentes.

DEFENSORA. Mari Luz Caniquiri, en representación de la asociación de mujeres kukama, presentó una demanda de amparo para proteger al río Marañón.
Foto: Goldman Environmental Prize
Usted es una mujer kukama que, desde hace 57 años, vive en la comunidad de Shapajilla, a orillas del río Marañón. De los kukama se dice que son “hombres del agua” y que ven al río como una serpiente acuática madre de los peces. En su cosmovisión, el río «es la vida misma». Pero, en sus palabras, ¿cómo describiría ese vínculo? ¿Qué es el río?
Para nosotros, nuestro río es muy sagrado, muy fundamental. Aparte de ser la única fuente de vida, es un ser vivo (…) Nosotros tenemos un espíritu de personas. Pero los seres vivos, animales, plantas, lo que sea, para el pueblo kukama, también tienen espíritu de gente. Por eso, el pueblo kukama tiene una cercanía al río, al agua, porque, en nuestra cosmovisión, los antiguos tenían pareja con ellos.
Entonces, confirma esa relación espiritual con el Marañón, por el agua, por los alimentos, y por los espíritus que habitan en las profundidades…
Claro, porque ellos son los que dan vida, mantienen al agua. Si esos seres no estarían debajo del agua, se secarían nuestros ríos. Ellos los mantienen vivos y mantienen el agua.
El agua es un derecho humano y no lo tenemos (…) Nos están matando lentamente».
En octubre, después de tres años, la Corte Superior de Loreto declaró al río Marañón y a sus afluentes como sujetos de derecho, tras una demanda que usted presentó en representación de la federación de mujeres kukama. Se trata de la primera sentencia de este tipo a favor de un río en el país. En la práctica, ¿ qué significa? ¿Qué tendrá ahora el río que antes no tenía?
Lo que ahora tiene [es un] representante. Un ejemplo: si una empresa o alguien quiere entrar, tiene que consultar al pueblo kukama. Entonces, el pueblo tiene que ver (…) los impactos positivos, negativos. Todo hay que analizar para permitir que alguien entre en tu casa. Porque, para nosotros, la Amazonía es nuestra casa, donde vivimos, es un territorio ancestral, de generación en generación.
Antes de que el país haya existido, nuestros ancestros ya han estado viviendo ahí. Por lo tanto, nos corresponde seguir protegiendo [a la Amazonía], cuidando[la] para dejarla a nuestras [futuras] generaciones.

VIGILADO. El río Marañón y el pueblo kukama tienen una profunda relación por el agua, los alimentos y, según su cosmovisión, los ancestros en sus profundidades.
Foto: Goldman Environmental Prize
Usted siente que el “desarrollo” en el país se ha dado solo para un grupo a costa de…
De nuestro sufrimiento, de nuestras vidas, de grandes epidemias. Cuando hay un derrame de petróleo, quienes sufrimos somos los que vivimos ahí. El impacto negativo [es] hacia la salud, la vida, la educación, porque un niño que se enferma ya no se desarrolla igualmente en su rendimiento académico. Va a sufrir enfermedades y, entonces, qué futuro esperamos para nuestros hijos.
El Oleoducto Norperuano empezó a operar cuando usted era niña. Desde entonces, ha visto múltiples derrames en los alrededores y en el río Marañón. Según el Osinergmin, entre 1997 y 2019, hubo 60 fugas. ¿Cómo describe la actuación del Estado frente a esto?
Pienso que hubo más de 60 porque, cuando hay un derrame más pequeño, nadie lo sabe, lo tapan. Pero, cuando hay un derrame donde ya no lo pueden tapar, ahí aparece.
El río Marañón es inmenso (…) Los líderes de ahora protestamos, reclamamos. Ahora, que hay celulares y videos, ya no pueden tapar y, luego, los compañeros publican: “Hay derrame en este lugar”, “hay derrame en Cuninico”, “hay derrame en el Marañón que está bajando”. Entonces, ya nadie lo puede tapar…
Aparte de ser la única fuente de vida, para nosotros, [el río Marañón] es un ser vivo».
Usted ha visto toda esta transformación. ¿Qué es lo que más le duele de los cambios en su comunidad y en su pueblo?
Que nos están saqueando y que no regresan nada. Por ejemplo, [se] ha afectado la seguridad alimentaria, la economía, la salud de la población y, hasta ahora, no tenemos los servicios básicos, lo que no es justo.
Cuánta millonada de plata que han sacado de nuestro territorio, que ha llegado a la capital, que ha ido al extranjero (…) ¿Y qué de nosotros? Nada. No tenemos buenos colegios, mobiliarios, profesionales en salud para la atención médica, no tenemos medicamentos, todo está desabastecido (…) No es justo. Y las oportunidades para nuestros hijos, en la educación, no las tenemos.
Y en el acceso al agua…
Consumimos, hasta ahora, del río, de nuestro río. Entonces, no tenemos el agua potable que nos merecemos, porque el agua es un derecho humano y no tenemos ese derecho, nos lo están quitando, nos están matando lentamente a la población que vivimos ahí.
Pero, gracias a nosotros, lo mantenemos todavía [al río]. Nuestro bosque todavía lo tenemos (…) Si no estaríamos nosotros ahí, todo hubiera sido una invasión, hubieran dado ya las grandes concesiones. Sin pensar en la humanidad, sin pensar de dónde salen los alimentos, sin pensar cuánto estamos matando, contaminando la naturaleza, [sin pensar] que gracias a la naturaleza podemos vivir, respirar.

DAÑOS. En 2022, se denunció el derrame de 2.500 barriles de petróleo en la quebrada de Cuninico, afuente del río Marañóm
Foto: Julio Arirua Nashnate
Me dice que los están matando lentamente. ¿Se refiere solo al pueblo kukama kukamiria?
Todos los pueblos, todos los pueblos indígenas que vivimos en nuestro territorio, que nos están saqueando petróleo, mina, donde hacen las grandes extensiones de deforestación, los madereros, los cocaleros, los aceiteros, porque los mismos moradores que vivimos no hacemos extensión de chacra. Hacemos pequeño espacio para poder sobrevivir.
En 2001, fundó la asociación de mujeres kukama kukamiria. En más de dos décadas, ha denunciado a autoridades e, incluso, enviado cartas a presidentes ante los derrames. Usted ha sido testigo de estos hechos y alzó la voz. ¿Qué diferencia existe entre la lucha o los desafíos que enfrentan los líderes varones y los de las lideresas?
Hay una tremenda desigualdad porque, [para] los líderes varones, es más fácil salir, hablar. Más oportunidades les dan, más espacio. En cambio, a las mujeres, no. Es durísimo enfrentar todo esto. También, por ejemplo, me acuerdo [que], cuando nos sentábamos en la famosa mesa de diálogo de los ministros y pedía la palabra, nada. Pero, si pedía un varón, ahí sí, le dan el micro para hablar.
Nosotros lo que hacemos es [buscar] que las mujeres tengamos más oportunidad de participar, hablar con nuestra misma voz, decir lo que sentimos, lo que sufrimos. No que otros hablen por nosotras, nosotras queremos hablar. Es el momento de que la mujer se empodere, que cuente sus sentimientos, su sufrimiento, que diga cómo quiere vivir, cómo quiere que nos traten, cómo queremos que, más adelante, en el futuro, nuestros hijos tengan un cambio.

UNIDAD. Las comunidades del pueblo kukama kukamiria se organizan para proteger al río Marañón, donde crecieron y al que consideran su «fuente de vida».
Foto: Facebook Huaynakana Kamatahuara Kana
Sin embargo, ser defensor o defensora representa un riesgo o una amenaza. Solo entre enero y setiembre del año pasado, hubo 39 situaciones de riesgo para mujeres defensoras de derechos humanos en Perú. ¿Qué amenazas ha sufrido desde que comenzó su lucha por el río Marañón?
Me denunció el Ministerio del Interior por reclamar derechos colectivos, por hacer movilizaciones. Decía: “¿Quién es la cabecilla?”. Acá no hay cabecilla. Somos una asociación de mujeres que hacemos llegar nuestras quejas, reclamamos los derechos individuales y colectivos.
Entonces, es justo que una persona pueda decir: “Esta es mi voz”. No todas tenemos la oportunidad (…) Hay mujeres que queremos hablar desde la casa, pero no tenemos esta oportunidad (…) A mí me denunciaron penalmente y me quisieron cobrar S/100.000 de reparación civil, que no era justo.
Entonces, he dicho en una audiencia: “Pero, ¿por qué me están denunciando? Estoy reclamando algo para mi pueblo. ¿Por qué no denuncian a los delincuentes? ¿Por qué no denuncian a las autoridades que se llevan la plata por no atender al pueblo que está sufriendo? (…) ¿Por qué no dan un buen colegio? ¿Por qué no dan un buen centro de salud?” No hay, no están pensando en eso.
¿Acaso estaríamos quejando[nos] si tuviéramos todo eso? Si tuviéramos agua potable en nuestras comunidades, ¿quién se quejaría? Nadie. Sería loco venir a hablar, ir a protestar, porque tuviéramos todo ahí. Eso es lo que hacemos nosotras.
[El desarrollo se ha dado a costa de] nuestro sufrimiento, de nuestras vidas, a costa de grandes epidemias».
El Marañón es uno de los ríos más importantes del país. Nace del glaciar del Nevado Yapurá y llega a ser un afluente del Amazonas…
El río Marañón nace en los Andes, y ahí está la minería de oro, que también es muy contaminante. Yo fui hasta allá para comparar cómo está nuestro río, de dónde nace (…) En la Amazonía tiene muchos afluentes, los ríos más chicos. De arriba, por ejemplo, el río Nieva, Santiago, Pastaza, Chambira, un montón de ríos que siguen bajando, río Tigre, Corrientes, Samiria, el río Ucayali y, entonces, capta todo.
Los antiguos decían: “El río es como una persona (…), el cuerpo y las partes de la persona”. Puedes estar en grandes ciudades, pero ¿de dónde jalan agua? Todo eso hay que pensar y cómo el agua es básica. Yo pienso [que se debe] decir en los colegios la importancia del agua, en las universidades, en grandes países que no conocen la realidad de por qué estamos existiendo, por qué respiramos, por qué comemos todos los días las frutas, cómo crece, cómo la madre naturaleza da fruto.
Por ejemplo, el nombre kukama es, para mí, muy sagrado porque asimila a la madre naturaleza. Ku es chacra, tierra, y kama es la teta que alimenta a sus hijos. Entonces, todo lo que se siembra y se cosecha es para nosotros, para la humanidad, para sus hijos de la tierra. Lactamos, nos alimentamos de esa madre naturaleza tierra, que es el planeta, que muchos hijos no le estamos dando importancia, no le estamos cuidando.

MOMENTOS. El proceso de amparo por el río Marañón, impulsado por la asociación de mujeres kukama, comenzó en 2021. El fallo se conoció en octubre pasado.
Collage: OjoPúblico con fotos del Facebook de Huaynakana Kamatahuara Kana
¿En qué estado están las otras disposiciones del fallo a favor del río Marañón, como la creación de Consejos de Cuencas, el reconocimiento a organizaciones indígenas, el proyecto actualizado de instrumentos de gestión ambiental de PetroPerú, y el mantenimiento del Oleoducto Norperuano?
Estamos (…) llevando las informaciones, talleres, pero igual estamos planificando. Esto nos va a llevar largo tiempo. También se necesitan recursos, aliados. Luego, en algún momento, llamaremos a las autoridades, a los funcionarios a quienes hemos demandado, cómo queremos que nos traten, que respeten esta ley que ya está, y que se cumpla la ley. Hasta ahí queremos llegar.
Es el momento de que la mujer se empodere, cuente sus sentimientos, diga cómo quiere vivir».
Usted se ha convertido en la sétima peruana, en 34 años, en recibir el Premio Goldman. Ahora, ¿qué espera y qué demanda del Estado? ¿Cree que es una manera de que su voz pueda ser escuchada más allá del Perú?
Para serte sincera, del Estado no espero nada, porque nada bueno hace para el futuro, en defensa de la naturaleza. Pero sí nosotras vamos a seguir protegiendo lo que tenemos. Nos da bastante ánimo, las mujeres estamos muy animadas. Y, más aún, por este reconocimiento, poder demostrar que sí podemos, [que] las mujeres sí podemos.
Porque también los hombres, no solamente las mujeres, nos respaldan. Nos dan la esperanza, nos acompañan. Hay muchos hombres, realmente, que dan su vida, su tiempo. Con ellos lo hemos venido trabajando. Claro, nosotras lideramos, el nombre está como “mujeres”, pero los hombres están con nosotros también.

CAMBIOS. La Corte Superior de Loreto reconoció como sujeto de derecho al río Marañón y a sus afluentes, lo cual deberá impactar en otros ríos de la Amazonía.
Foto: Facebook de Huaynakana Kamatahuara Kana
Usted pide que se respete la cosmovisión de los pueblos indígenas porque mantienen a los seres vivos y velan por ellos, desde una planta, un animal, los seres que están en las profundidades del río. Antes comentaba que, quizá no tienen voz, pero ustedes están aquí para darles esa voz.
Un día un periodista me preguntó: “Pero, ¿cómo va a tener voz un árbol o una planta? ¿Cómo va a tener voz un animal?” Le digo: “Sí tienen voz, ellos no pueden hablar como un humano, como nosotros, pero acá estamos dándole la voz”. Para sacar una medicina, si esa planta no tuviera un espíritu, no daría la sanación. Para sacar una medicina, se pide permiso. Se le da un pago, que es el “mapacho”. Y, entonces, el espíritu de la planta le va a dar sanación al paciente. Eso es lo que nosotros creemos y es muy importante.
¿Considera que ustedes, ahora, son la voz del río?
Sí creo, porque nosotros estamos dando la cara por ello, por la defensa de ello [del río], por el respeto de ello, que fluya libremente sin ninguna contaminación. Porque el beneficio es para el mundo, no solamente para el pueblo kukama, sino para el mundo entero.
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Fotografía: Pressenza. OjoPúblico / Gabriel García Barandiaran